Sonia Rocío De La Portilla Maya * smaya@umanizales.edu.co
La conciencia ha sido objeto de muchas investigaciones y debates científicos, neurobiológicos, filosóficos, psicológicos y espirituales. Sin embargo, aún no se ha dicho la última palabra en la comprensión de su complejidad.
Sin pretender agotar el tema, se presentan algunos elementos reflexivos, a partir de los cuales el lector pueda profundizar.
La conciencia, desde el punto de vista neurobiológico, se entiende como la resultante del funcionamiento de todo el sistema nervioso y por lo tanto, integrador de varios procesos cognitivos superiores. No existe una estructura cerebral única encargada de dicha función, tal como si hubiese un interruptor al estilo “on- off”, (conciencia-inconciencia). El asunto va mucho más allá del estado de vigilia. Podría asimilarse como una de las funciones ejecutivas de mayor importancia en el ser humano.
Estar despierto es el punto de partida para desarrollar la conciencia, pasando luego por el reconocimiento del contexto, el conocimiento de la propia existencia y del entorno, configurando todo un estado mental que conlleva a identificar el “sí mismo”.
El contexto influye en la percepción consciente, dando sentido a la experiencia, transformando el hecho en acontecimiento personalizado mediante el tamiz autobiográfico y autoreferencial que delimita la identidad y la reestructuración de nuestra propia historia.
Se podría hablar de subcategorías de la conciencia. Según el modelo neurobiológico de Damasio (2010), la conciencia evoluciona desde el “proto–si mismo y el sí mismo central”, hasta el reconocimiento de un “sí mismo autobiográfico”.
El proto-sí mismo, equivaldría a estar consciente de las propias sensaciones y percepciones (sensopercepción); el sí mismo central, podría equipararse a la autocrítica o subjetividad de la experiencia percibida; y el sí mismo autobiográfico, como la sumatoria de la autoimagen, el autoconcepto y la identidad, donde el pasado, el presente y el futuro se pueden entender como un correlato coherente de la propia historia del sujeto consciente.
A su vez, este sí mismo, es sujeto de redefinición y cambio, tal como ocurre durante el proceso psicoanalítico cuya técnica busca resolver los conflictos, al volver consciente lo inconsciente, liberando así, las ataduras intrapsíquico necesarias para la sanación emocional y la re-elaboración personal de las experiencias. En estos términos, ser consciente es un proceso de toda la vida.
* Psiquiátra psicoterapeuta infantil y de familia – Docente de la Universidad de Manizales.
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