Sonia Rocío de La Portilla


Sonia Rocío De la Portilla Maya * smaya@umanizales.edu.co
Tradicionalmente se ha magnificado el rol de la inteligencia lógico-matemática como factor responsable del éxito académico. Sin embargo, investigaciones demuestran que los estilos neuropsicopedagógicos influyen, en gran medida, en el óptimo rendimiento estudiantil, mediante el incremento o compensación de los dominios de la inteligencia de niños, adolescentes y de adultos. Hay sólida evidencia que permite identificar los diferentes perfiles de aprendizaje, de acuerdo con el estilo cognitivo de docentes y estudiantes.
Existen características individuales en el momento de procesar la información y de comportarse frente a los problemas que se presentan, dependiendo de los tipos de personalidad, las experiencias previas, la motivación y la cultura, entre otros. Se van configurando esquemas particulares de percepción del mundo exterior, matizado por el mundo interior, definiendo lo que se conoce como estilos cognitivos.
Witkin fue uno de los pedagogos pioneros en observar científicamente dichos estilos cognitivos. Diferenció dos grandes grupos: Aquellos que privilegian el análisis global, sin detenerse en los detalles, y de otra parte, aquellos que analizan la información a partir de aquellos.
Generalmente, los ancianos y los niños hasta la edad adolescente acostumbran realizar el análisis global, mientras que en la vida adulta, se vuelven más observadores del detalle. No podría decirse que uno u otro es mejor. Esto depende de la tarea en sí. No obstante, lo deseable sería tener la capacidad o entrenamiento para procesar la información en doble vía: Captar el todo y sus partes y de las partes, el todo, (estilo reflexivo-en red). Personalizar además, cada aprendizaje preguntándose: ¿Qué me representa esto? y ¿cómo lo puedo utilizar? De esta forma, se estaría estimulando la mente creativa, el pensamiento crítico y la innovación.
Los procesos cerebrales también pueden ser impulsivos, como en el caso de personas con problemas de lectura o cálculo, tendiendo a distraerse. Sin embargo, a través del ejemplo, dirección de un maestro o terapeuta, estas tendencias podrían mejorar.
No cabe duda que hay otros factores que influyen en el proceso enseñanza-aprendizaje, tales como la motivación, los intereses, el estado emocional, la expectativa de logro, el auto concepto, e incluso la calidad y cantidad de sueño, correlacionados en conjunto.
Invito a los lectores para que conozcan y potencien sus habilidades cognitivas.
* Psiquiátra psicoterapeuta infantil y de familia – Docente de la Universidad de Manizales.
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