Sonia Rocío de La Portilla


Sonia Rocío De la Portilla Maya * smaya@umanizales.edu.co
Se ha reconocido la adolescencia como una época crítica y conflictiva. Mucho más en los momentos actuales, dificultando el tránsito hacia la madurez, la adaptación y la auto realización.
Se observa un debilitamiento de la voluntad y del discernimiento, cayendo en la trampa del facilismo, la desesperanza y la progresiva pérdida del sentido de la vida. Seguramente existen profundas heridas causadas por la modernidad y la cultura, que bien podríamos intentar analizar.
En el siglo XX prevalecían las neurosis, mientras que en el presente, el patrón de enfermedad psíquica cambia incrementándose los trastornos de la personalidad, lo cual denota un mayor compromiso en la salud mental.
La personalidad, entendida como la manera de ser, pensar, comportarse y resolver los problemas que caracterizan al individuo, se define en términos de normalidad o no, dependiendo de la flexibilidad adaptativa de estos patrones frente a las necesidades cambiantes. Los trastornos de personalidad, en este sentido, hacen parte de la estructura individual, de carácter inflexible y desadaptativo, pudiendo registrarse una oscilación en cuanto al grado de disfuncionalidad.
Recientes estudios señalan indicadores preocupantes en la vida moderna. Uno de estos es el llamado Narcisismo. Este término es tomado por la psicología para representar a aquellas personas que se han quedado encerrados en la contemplación de sí mismos, con incapacidad o dificultad para reconocer el valor de los otros. Ellos no son capaces de amar.
Narciso, en la mitología griega, era un joven bello que se quedó ensimismado ante su propia imagen reflejada en las aguas de un río y se enamoró perdidamente de sí mismo, quedándose absorto, perdiendo la realidad y muriendo ahogado.
El amor maduro requiere de la capacidad de salir de si mismo hacia el encuentro con el otro, para sobrepasar la necesidad de establecer vínculos utilitaristas de autosatisfacción, reconocer las propias limitaciones, las de los otros y trascender a estas, asumiendo compromisos para un crecimiento mutuo.
Christopher Lasch, en su libro titulado “La cultura del narcisismo”, sostiene que la obsesión dominante es vivir el presente. Vivir para sí mismos perdiendo rápidamente el sentimiento de la continuidad histórica, el sentimiento de pertenencia y desencadenando generaciones sin raíces en el pasado y sin proyección en el futuro.
Continuaremos con el tema próximamente.
* Psiquiátra psicoterapeuta infantil y de familia – Docente de la Universidad de Manizales.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015