Lo es, en primer lugar, porque pone en evidencia que la tierra produce líderes con visión, generosidad y capacidad de realización. Hace veinte años el doctor Jaime Restrepo Mejía, don Arturo Restrepo Mejía, don Jorge Restrepo Mejía y doña Inesita Restrepo Mejía, como responsables del Grupo empresarial Lúker, en gesto de responsabilidad social y como testimonio de su sensibilidad hacia los más pobres de la sociedad y hacia Manizales y su región, le dan vida a una apuesta grande, con visión de largo plazo y con herramientas para estar a la altura de su sueño. Le dan vida a la Fundación Lúker y logran además, -es esto quizás lo más importante-, transmitirle a quienes les sucederían en el tiempo una clara comprensión del proyecto así como un profundo compromiso con el mismo, que explican estos veinte años de servicio y de imponderable aporte a la sociedad, que es hoy ejemplo a nivel nacional e internacional.

En estos veinte años -tramo corto y reciente en la vida de la ciudad- la Fundación Lúker ha mostrado un liderazgo más discreto de lo debido, pero de un enorme valor para Manizales. Con prudencia y bajo perfil, pero con acierto, sus gerentes han sabido convocar y proponer proyectos, que apoyados por la Fundación Lúker han permitido generar alianzas con el sector público, el empresarial, las universidades y la propia comunidad. Se han vencido inercias y se han desatado procesos que hoy se pueden mostrar como aportes innovadores con real capacidad de transformación de la ciudad.

Resalto solo dos de ellos. El modelo de Escuela Activa Urbana, producto de una afortunada alianza entre el municipio de Manizales y la Fundación Lúker que ya beneficia a más del 56% de la población escolar de la ciudad y que empieza a mostrar resultados que ponen a Manizales en la vanguardia de la innovación educativa en Colombia. Y esto en lo que miden las pruebas estandarizadas, en mi concepto, importante, pero no lo de más valor. Esta forma de concebir la educación y la escuela está haciendo posible seres humanos distintos a los de la escuela tradicional, con claros valores de convivencia, de solidaridad, de espíritu ciudadano, democrático, con habilidades colaborativas y comunicacionales. Siendo muy importante lo medible, en lo que también ha generado muy buenos resultados, no cabe duda que en lo que es difícil de medir en el corto plazo, está la clave de la construcción de una ciudad nueva y distinta. Manizales ha asumido este reto por lo que puede estar segura de un esperanzador futuro.

El segundo proyecto destacable, con el que la Fundación Lúker ha tenido un gran compromiso, es el que apunta a otra transformación de significativo impacto: Desarrollar una cultura de emprendimiento. Para lograrlo hay unos importantes antecedentes. Un ADN manizaleño que hizo posible caficultura e industria y el sistema universitario (Suma), que permite innovar a partir de la generación de conocimiento. A estos se suma la alianza con la universidad norteamericana Babson College, la más importante en el mundo, hoy, en temas de emprendimiento, que ha creído en Manizales y sus gentes. Este trabajo conjunto, serio, estructurado e innovador hará posible en Manizales y la región, con proyección al país, procesos de desarrollo sostenibles, porque están fundados en la gente; porque son expresión de una cultura y no de decisiones coyunturales o del simple capricho o voluntad de unos pocos.

Todo lo anterior es real, está ocurriendo, lo están valorando con admiración y respeto expertos del mundo, con experiencia, profesionalismo y visión crítica. Allí, lo repito, discretamente y con bajo perfil, ha estado la Fundación Lúker en estos veinte años. Esperamos que estas buenas noticias que dan pie para tener antídotos de fe y esperanza, se sigan dando y Manizales se muestre como el modelo de ciudad en el que puedan inspirarse muchas de las ciudades colombianas. Felicitaciones y gratitud para quienes con convicción, empeño y el trabajo de todos los días lo hacen posible.