La diferencia entre cuidados paliativos y tratamientos paliativos radica en que este último se refiere a acompañar y asistir a la persona que se encuentra moribunda con el objetivo de brindar atención en el dolor y el sufrimiento, ello significa brindar apoyo para aliviar los dolores físicos, ligado al acompañamiento necesario que se debe dedicar a cada enfermo, según sus síntomas y necesidades emocionales.
Tanto para el enfermo como para su familia, son momentos de incertidumbre, que conllevan dificultades e inclusive desesperación y donde se pasa de la orilla de la esperanza a la de la aceptación; sin embargo, muchas personas hasta el final de la existencia niegan que esto pueda ocurrir y hacen todo lo posible para enmascarar y negar tan dura realidad.
Algunas familias se reúnen y conversan con el enfermo y toman decisiones, como llevar al paciente a un sitio especializado para que se le atienda, consideran que es necesario consultar con varias opiniones, y que contar profesionales expertos y de renombre, es carta de garantía para una mejor e inclusive salvadora a atención; sienten miedo de tener el enfermo en casa y a pesar de los deseos de la persona enferma de continuar en su hogar, lo trasladan de sitio.
-¿Qué hacer? –¿Cuál es el mejor camino? -¿Cómo decidir sin equivocaciones? -¿Y si hay equivocaciones, cómo reaccionar y qué soluciones dar?
Estas y otras preguntas surgen y quizás no haya respuestas. Lo mejor es tratar de zanjar las divergencias no solo con el enfermo sino con las personas cercanas que son las encargadas de acompañar todo el proceso y de común acuerdo determinar los pasos a seguir. El miedo al dolor lleva a que algunas familias decidan muy a su pesar, internar a la persona enferma, otras prefieren permanecer con su ser querido, lógicamente tales decisiones están relacionadas con el tipo de enfermedad y los cuidados que se requieran, ya que algunos de estos cuidados y tratamientos no se pueden garantizar en la casa.
Con el traslado, el paciente, vive una de sus mayores pérdidas, como es la de no estar en su hogar y con su gente, sabe que en un hospital su mundo afectivo y doméstico cambia de manera radical, lo cual afecta de manera negativa su estado emocional. Quizás a algunos seres queridos no los vuelva a ver, ni a escuchar, y en la soledad de sus noches tal vez eche de menos a su familia, sus amigos, sus proyectos y todo lo que fue su vida.
Ante esta realidad, es muy importante que se mantenga una buena comunicación con la persona enferma, es necesario tener claro que por estar en cama no se han terminado sus necesidades emocionales y afectivas, por el contrario se han incrementado. Y así como es un momento trascendental para las palabras lo es también para las caricias y en otras oportunidades para el respetuoso y conmovedor silencio.
Algunas familias no se sensibilizan con la experiencia que está viviendo el enfermo, no le tienen en cuenta para nada, lo relegan; a su alrededor hablan con cuchicheos, a veces le hacen sentir que ya está muerto, situación que por supuesto, acongoja al enfermo.
Juan narra lo siguiente: “Llevo dos años enfermo, he ido al hospital varias veces, ahora estoy en casa, no quiero que me vuelvan a sacar de aquí. Cada vez me siento más triste e impedido, mis hijos vienen solo de visita, según ellos su trabajo y su vida no les permite compartir más tiempo conmigo. Sé que ya nada me va a aliviar, me gustaría tenerlos más cerca, me siento muy solo”.
El tratamiento paliativo implica ayudar al paciente a aceptar su propia muerte, a brindar calidez y confianza, además de que se pueda garantizar la satisfacción de las necesidades básicas. Propiciar espacios para hablar del miedo, del dolor, de la rabia, de la culpas si las hay, escuchar las quejas y reproches, y además generar conversaciones sobre la gratitud y el perdón.
Por otra parte en algunas oportunidades el acercamiento a la muerte es el momento para dejar zanjados algunos asuntos pendientes, por lo tanto hay que involucrar a la familia y demás seres queridos en esta tarea, que a pesar del dolor va a permitir aceptar el final con amor y compasión.
Psicóloga
Docente Universidad de Manizales
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