Elizabeth Ortiz Palacio


Las predilecciones alimenticias tienen su origen en la infancia, en especial durante los primeros años de vida ya que en esta etapa se aprende qué, cuándo y cómo comer. Los niños a través de las experiencias directas con los alimentos configuran las preferencias posteriores. Conocer la evolución y el por qué de este proceso ayuda a conseguir una alimentación saludable en la infancia y en la etapa adulta.
Mas allá de la predisposición genética, la mayoría de las preferencias alimentarias se aprenden y están condicionadas por múltiples factores. Entre ellos, juegan un papel importante la historia y la tradición de nuestro entorno, la influencia familiar y de amigos, la economía (desde el costo de los alimentos hasta el poder adquisitivo).
Para la antropología y sociología del comportamiento alimentario, estas últimas desempeñan un papel central en el momento de escoger un alimento u otro.
La preferencia por el sabor dulce y el rechazo a las sustancias amargas o las especias picantes (que producen irritación en la boca y en la garganta) parecen ser innatas. Algunas investigaciones lo respaldan al haber estudiado las diferentes reacciones faciales de los neonatos cuando se les administran líquidos con sabor dulce o con un gusto amargo o ácido.
Pero si bien existe esta base determinada en cierto modo por una predisposición genética, la mayoría de las preferencias alimentarias se adquieren a través de la experiencia, es decir se aprenden.
¿Cómo se explica, la pasión de los adultos por el café o el chocolate o el gusto por las gaseosas o las cervezas?
Durante el primer año de vida se experimenta un rápido crecimiento físico, social y emocional. También se desarrollan las preferencias alimentarias que se configuran durante toda la infancia; por esto resulta crucial el entorno social y cultural y como la familia es el entorno más inmediato también es el más determinante.
La influencia de los padres no solo abarca lo que estos ofrecen a los niños o los consejos que les dan sobre la alimentación, también deben ser modelos para ellos.
Negarse a comer alimentos nuevos se denomina neofobia alimentaria y se define como un sentimiento de repugnancia hacia ingesta de alimentos nuevos.
Esta actitud, habitual en niños de unos dos años de edad es percibida por los adultos como un capricho infantil, es en realidad un mecanismo de adaptación propio de muchas especies: el objetivo es evitar la ingesta de alimentos o sustancias que podrían ser peligrosas o tóxicas.
Después de haberse familiarizado con el alimento la neofobia se supera con éxito, pero sino se supera o persiste se debe consultar.
El objetivo al educar la preferencia de alimentos saludables, tanto en niños como en adultos, es que los consuman dentro y fuera de la casa. Para eso se dan algunas pautas:
- Hacer de la hora de comer un tiempo agradable
- Enseñar a probar un nuevo alimento o para ingerir más alimentos saludables.
- Optar por una variedad de alimentos aumenta las posibilidades de arriesgarse a probar.
- No usar alimentos como recompensa ni como castigo, esto alterará las preferencias alimentarias.
Nutricionista Dietista Clínica - Universidad Nacional de Colombia
Educadora acreditada en diabetes
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