Esteban Jaramillo

LA PATRIA | Bogotá

Quiere plasmar una propuesta diferente el profesor Torrente en el Once Caldas, pero la idea está en pañales, en arduo proceso e intenso trabajo. Va paso a paso: de la noche a la mañana no se construye equipo. Ajusta líneas, suelta conceptos, afirma movimientos, con insistencia para y arranca en las prácticas, corrige en la acción y tiene buen trato con los jugadores, en la búsqueda de soluciones integrales a los problemas existentes. Hasta ahora el grupo aprueba sus métodos y cree en ellos. Torrente va formando liderazgo en el mando con la convicción de su trabajo y la confianza que con él transmite.

Le gusta la pelota, como a todos los manizaleños. ¡Afuera pataduras! Por eso la depuración deja al margen todo aquel que trajo Flabio Torres, sin habilidad en el manejo, cuando el proyecto perdió el rumbo. Busca además variantes tácticas las que explica y aplica con firmeza.

Su equipo se arma sin extravagantes contrataciones. Suple las necesidades que a su juicio apremian, con el potencial que encuentra en el club. Su visto bueno a los jugadores de la comarca es buen indicio. Esa fe, da pie a la renovación que el público pide, con la proyección de valores que son aportes genuinos, por encima de ruidosas adquisiciones, cuyo rendimiento siempre está en duda, por falta de compromiso. Algo que Tito Cortes, su antecesor, impulsó.

El Once Caldas tiene las dudas normales, de un proceso que apenas arranca, en un equipo en reconstrucción progresiva, sujeto, como todos, a los resultados. Torrente quiere velocidad física y mental, sabe que por el centro y por las periferias del campo se debe jugar con velocidad, especialmente por las bandas, donde prevalece su concepto de amplitud en el trámite.

A Torrente hay que dejarlo trabajar para evaluarlo luego en el desarrollo de la campaña. Por lo menos traza ya un camino, mientras devela las claves de su estrategia, con el objetivo de ganarse un respeto entre el público. Lo plantea con intensidad física, recuperando incluso a aquellos que no anduvieron bien de la cabeza, con la llegada, además, de dos foráneos, como piezas vitales de su esquema.