RICHARD AGUIRRE
LA PATRIA | Pensilvania
El lunes 17 de octubre de 1995, a las 11:30 de la noche, la guerra llegó al corregimiento de Pueblo Nuevo (Pensilvania), en el oriente de Caldas y se quedó hasta el 2008, según recuerdan sus habitantes.
Las ráfagas de fusil despertaron a los cerca de 500 habitantes de la zona. A una cuadra de la iglesia los guerrilleros dispararon contra todo lo que pasaba. Los policías, en la estación, hicieron lo posible para defenderse.
Carlos Buitrago, quien era corregidor en ese entonces, recuerda esa noche como la peor de su vida. “Creí que nos íbamos todos”. Se toca la cara y continúa: “lo que tienen que hacer los de las Farc es venir a pedir perdón y reparar, con la plata que tienen, a los habitantes de esta zona”.
Los disparos siguieron unos nueve años, de acuerdo con las cuentas del corregidor, quien afirma que el último ataque fue en el 2004. Esta zona, se podría decir, lleva en posconflicto casi 12 años, pero no se nota. “Aquí nadie ha venido a ver cómo se recuperó la gente, o sino mire la vía por la que llegó. Es pésima”, critica de nuevo.
LA PATRIA habló con dos familias víctimas del conflicto en este municipio, donde al igual que en el resto de Caldas ganó el No al Acuerdo de La Habana.
Una, la familia Trujillo Valencia, que perdió al jefe del hogar, y doña Clara Inés Vargas Alzate, a quien le mataron a su padre en la sala de su casa.
Ambas familias dieron sus puntos de vista sobre el proceso de paz efectuado con las Farc y enviaron mensajes al Gobierno Nacional para que no se olviden de las víctimas del conflicto en esta zona del país.
Sin padre ni esposo
Alba Valencia Henao, de 50 años y su hija, Jhoana Trujillo Valencia, de 15 años, recordaron los hechos más violentos en Pueblo Nuevo. A Alba, las Farc le mataron un hermano y a su esposo, Israel Trujillo Cardona, el 20 de mayo del 2003. A los 30 segundos de la entrevista y tras recordar ese momento, las lágrimas se deslizan por su rostro. “Recordar eso es muy difícil. Me mataron a mi esposo y me dejaron con cuatro hijos. Sola es muy duro”, lamenta Alba, mientras sostiene la mano de su hija.
A Jhoana la tragedia la tocó muy pequeña, con apenas un año de vida y unos meses. No lo recuerda, pero a su papá lo mataron delante de ella. “No sé, es muy complicado pensarlo todos los días y saber que no pudo estar por culpa de la guerrilla”, afirma. Se queda mirando a la mamá y asegura que no confía en el proceso con las Farc. “Es injusto que mientras ellos mataron y provocaron tanto dolor, accedan a beneficios, mientras a las víctimas no nos dan nada”, agrega.
Con esto está de acuerdo su madre, pues dice que desde que la guerra se fue, el Gobierno Nacional no llegó, ni preguntó cómo habían hecho para salir adelante. “Mire, aquí el Ejército casi ni se ve y los policías son muy poquitos”, agrega.
Para ambas, la reparación a las víctimas no ha pasado por allí. “Tenemos un negocio, porque nos endeudamos. Aquí nadie vino a ofrecer proyectos o apoyo. Mire por donde llegaron y cuánto se demoraron desde Pensilvania”, cuestiona Alba, para criticar la maltrecha trocha que conecta a Pensilvania con el corregimiento. El recorrido, en camioneta, tarda casi cuatro horas. En chiva o bus escalera, puede tardar un poco más, pues para a dejar o recoger pasajeros. “Lo que le digo al Gobierno es que venga hasta Pueblo Nuevo y se dé cuenta de lo duro que nos tocó a las víctimas”, resalta Jhoana, quien cumplió 15 años en julio, pero su papá no estuvo celebrarlo. Ahora ambas quieren continuar adelante, sin olvidar sus raíces. Ella sueña con ser médica para ayudar a los enfermos y su madre continuará con su negocio para seguir siendo el sustento del hogar.
Lo mataron en la sala
A Jesús María Vargas Alzate, un reconocido líder social del corregimiento de Pueblo Nuevo, lo mataron el 19 de febrero del 2000. Clara Inés Vargas Alzate rememora ese día en el que no pudo hacer nada por su padre. “Desde la noche anterior habían llegado dos tipos, mataron a un muchacho en la otra cuadra y al otro día llegaron a mi casa a pedir el teléfono”, comenta, mientras sostiene una foto de su padre en las manos. “Mi papá venía de pasear las vacas y vio cuando estaban esos tipos en la puerta. Mi papá llegó, les abrió la puerta y cuando menos pensamos, él ya estaba tendido en el patio de la casa”, agrega, tras comentar que aún no se decidía para ir a votar en el plebiscito, pero ya tenía definido el No como respuesta. “Ojalá se acabe tanta cosa mala, pero qué buenas van a ser esas personas que fueron tan malas”, concluye Clara Inés.
Arboleda confía en la paz, pero pide reparación
Mientras en el atrio de la iglesia de Arboleda sonaba el parlante anunciando la rifa de una moto Honda Bros de 125 centímetros cúbicos, los pocos votantes llegaban a las 4 mesas de votación habilitadas en el colegio Pablo Sexto. “Todo está muy tranquilo y no tuvimos problemas”, comenta el delegado de la Registraduría en el corregimiento.
El ambiente tranquilo reinó durante la jornada electoral, aunque los afiches que pedían por el Sí se veían en las paredes de la plaza principal del corregimiento. “No queremos más guerra”, se leía en un aviso. Su mensaje recuerda la tragedia que provocó una toma guerrillera el 29 de julio del 2000. En esa andanada terrorista murieron 13 policías y 3 civiles. De ellos, ocho fueron fusilados.
¿Qué piensa del proceso con las Farc?
Eudilio Noreña
Esperamos una conciliación pacífica con esa gente. Ya sufrimos la guerra y por eso sabemos que es lo que se siente para no vivir más en guerra, aunque sabemos que no son los únicos armados.
Ricardo Noreña
Hay desconocimiento del tema, pero sería un grupo menos afectando la sociedad con su violencia. La gente está escéptica.
Ilder de Jesús Gallo Aristizábal
Es muy importante que pase, porque ya sufrimos mucho con la guerra. O malo es que el Gobierno se olvidó de nosotros. No hay vías y los campesinos no tienen cómo sacar sus productos.
Edubel Ocampo
Hay que ser muy optimistas con lo que se negoció en La Habana. No se puede decir que uno confíe en las Farc, pero lo que se espera es que cumplan con lo que acordaron y firmaron.
Elecciones
Pueblo Nuevo: 663 personas estaban habilitadas para votar.
Arboleda: 1.564 personas habilitadas para votar.
Jhoana y Alba tienen una especie de altar en la sala de la casa. Fotos de la familia recuerdan cada día al padre y esposo que partió hace 13 años.
Doña Clara Inés sostiene en sus manos la foto de su padre cuando era joven. Don Alirio murió el 19 de febrero del 2000, a manos de las Farc.
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