LA PATRIA | MANIZALES
En redes sociales empezó el camino para que José Ovidio Montes Salazar se reencontrara con su padre Abel, luego de 55 años de ausencia. Viajó desde Venezuela. Ni siquiera una delicada cirugía reciente le hizo cambiar sus planes.
La iniciativa de encontrar la familia la tuvo una hija de Ovidio. Un día se motivó a buscar a los parientes, teniendo como referencia el apellido y el nombre de Manzanares.
Primero intentó contactar a una tía que vive en Bogotá, pero no tuvo respuesta. Luego tuvo éxito en la comunicación con Marina, que vive en Ecuador. Así se identificaron como familiares.
Marina y Carmenza, dos de los 14 hijos que tuvo Abel, reconocen que llegaron a considerar la posibilidad de que Ovidio había muerto. Sin embargo, con las buenas noticias también llegaron las menos gratas, cuando le informaron que la mamá falleció hace años. “Triste que no conseguí ver a mi mamá, pero alegre por ver a mi papá”.
La última prueba de existencia que conoció la familia fue hace unos 20 años, desde Venezuela, a través del excónsul Darío Vera, natural de Manzanares, asignado a Ciudad Bolívar en el vecino país.
Se fue a los 17
Ovidio dijo que jamás hubo alguna situación que lo llevara a dejar a su familia paterna. Simplemente lo decidió. Recuerda un hecho que determinó el rumbo de su vida: un día desde un balcón vio a un fotógrafo en Manzanares haciendo su trabajo.
Le llamó la atención cómo operaba su cámara y luego imprimía las fotos en blanco y negro. Pensó que eso era lo que quería hacer, y lo logró.
En sus viajes estuvo en el Valle del Cauca, Quindío, Urabá y La Guajira en Colombia. A la par estudiaba la técnica fotográfica. En 1971 llegó a Venezuela, estuvo dos veces en Barinas y una en Portuguesa, estados del vecino país.
Le hablaron del territorio Tucupita, capital de Delta Amacuro, que tiene al frente las islas de Trinidad y Tobago y limita con Guyana. Viajó con la intención de quedarse por un mes, pero conoció a quien hoy es su esposa. Tuvieron siete hijos y allí echó raíces.
Fotógrafo
Resalta sobre todo su amor a la fotografía e insiste en que lo que se hace con amor garantiza el éxito. Para él es un arte, aunque también se desempeña como perito, ha trabajado para oficinas del Gobierno y el Ejército.
Sin embargo, jamás dejó de ser independiente, por lo que se convirtió en Fotógrafo del Pueblo, título con el que se reconoció de manera oficial en el 2014. Las instituciones culturales del estado Delta Amacuro lo nombraron Maestro Honorario.
Todas sus historias las disfrutan por estos días no solo los familiares, sino también amigos con quien también se ha reencontrado. El momento más importante fue el pasado 29 de diciembre. Su padre Abel, visiblemente ansioso, lo esperó en la puerta de la casa, hasta que Ovidio llegó acompañado de Carmenza y en el marco se dieron el abrazo que la distancia y el tiempo les negó durante 55 años.
Al Fotógrafo del Pueblo ya lo reclaman de nuevo en Tucupita, pero él se dio un respiro para estar con los suyos, los que primero fueron, antes de iniciar el camino que culminó en Venezuela.
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