Rubén Darío López
LA PATRIA | Pensilvania
Después de un año de socializar el proyecto, de solicitar el concepto de Corpocaldas y de contar con la colaboración de una empresa que explota madera cultivada en el municipio, el pasado fin de semana fueron talados 34 árboles de la parte alta del cementerio San Vicente de Paúl, administrado por la Parroquia de Pensilvania.
“Los árboles no son nativos, ya cumplieron su ciclo vital porque fueron plantados hace unos 40 o 45 años, producen permanente humedad en las bóvedas y osarios aledaños y representaban una amenaza por la posibilidad de desplome. La mayoría de ellos alcanzaba los 25 metros de altura y algunos ya presentaban deterioro visible en el tronco y en follaje”, expresó el párroco, José Libardo Flórez Cuartas.
La tala fue hecha y controlada por obreros expertos en esta clase de trabajos; bajo parámetros de seguridad y con el fin aprovechar la madera que sea apta para diferentes usos.
Aunque algunas personas mostraron inconformidad por la tala, también se escucharon voces de apoyo al procedimiento, ya que no se hizo por capricho, sino como una medida preventiva, pues la caída de algún pino de estos o de sus ramas podría causar una emergencia sanitaria por su cercanía con las tumbas, además de posibles daños materiales en la barda, cruces y bóvedas cercanas.
El cura párroco afirmó que se está buscando concepto profesional para sembrar allí otros árboles y jardín adecuados para el camposanto.
Un ataúd
El cementerio San Vicente de Paúl de Pensilvania es atractivo porque su diseño es el de un ataúd y así se puede apreciar desde una vista alta, como desde el cerro Piamonte.
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