
Un amigo era corresponsal de LA PATRIA en Samaná, y él en una visita que me hizo, vio las fotografías que yo tomaba con una cámara Kodak 400 muy sencilla, que me había regalado una novia. Él me dijo: “usted toma fotos muy buenas, tiene mucho ojo ¿por qué no me proporciona algunas?” y se las llevó. Un día me llamó y me dijo mire LA PATRIA y estaban publicadas. Eso a mí me causó mucha sorpresa.
En Manizales, este mismo amigo, me llevó a LA PATRIA y en Anserma no había corresponsal, ahí entré. Comencé haciendo notas muy sociales, de la parte turística del municipio, ahí me fue cogiendo más confianza. En 1985 llegó la tragedia de Armero entonces cogí la moto, eché la cámara y me fui. Hice unas fotos de la afectación que dejó la avalancha en los municipios. Quedé sorprendido cuando salió una página entera con la nota y las imágenes.
Esa alegría de esas fotografías me impulsó a conseguir una cámara de mejor formato, con un objetivo, empecé a practicar. Me di cuenta que en este trabajo de corresponsal se podía ayudar mucho a la comunidad, porque empezaron a buscarme y a comentarme sus problemas. Ese papel fue el que más me motivó, no tanto las noticias de violencia sino esa parte social.
Guardo varios recortes, pero es sobre todo cuando ha salido la página entera. Las tengo porque un periódico de tanta importancia, ver que sale la portada y páginas entera que uno hizo, es un tesoro. También conservo la publicación de las fotografías, porque una vez que salen en LA PATRIA toman otro valor para mí.
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