HELMER GONZÁLEZ
LA PATRIA | MANIZALES
Luis Carlos Quiceno Londoño es un soñador, una suerte de máquina de emprendimientos basados en la conexión del ser humano con la naturaleza. Su proyecto mayor es el turismo comunitario. Es Mamalú, donde vivió su abuela Lucrecia Bolívar hasta 2001, año en que murió.
En diálogo con LA PATRIA indicó que tras la muerte de su abuelo Manuel Quiceno, asesinado en el 1974, la abuela se quedó para hacer lo que mejor sabía desde los años 60, recibir a los turistas, en particular extranjeros, que se interesaban no solo por el paisaje sino por las historias y conocimientos ancestrales.
La familia no ha sido ajena a las violencias. La más cruda para sus integrantes fue en los años 80 cuando se reconoció la presencia de grupos armados vinculados con Pablo Escobar y paramilitares. Eso obligó a una parte de los integrantes a ausentarse por un tiempo, pero la abuela Lucrecia siguió allí.
Luis Carlos pudo ver la evolución del proyecto energético, pero a su vez supo que, quizás más para mal que para bien de su emprendimiento comunitario, hay otras riquezas que tienen muchos ojos encima y manos que se frotan de ansiedad.
El aparato normativo
La tradición familiar la continuó el protagonista de esta historia. Sin embargo, Desde el 2018 domingo 9 de mayo de 2021 |enfoque| 5 la realidad le mostró otro rostro. Fue cuando lo citó una inspección de policía de La Dorada, por un proceso de supuesta perturbación a la propiedad.
Quiceno, que creció siendo pescador, acudió desprevenidamente a ese requerimiento. Nada en tendía hasta ese momento de procedimientos administrativos y mucho menos de un hilo de normas consignadas en el Código de Policía.
De acuerdo con un escrito conocido por este medio, que sintetiza lo ocurrido entre decisiones administrativas y negadas demandas de amparos judiciales, se le dijo que no necesitaba un abogado.
Así fue como conoció el Estado de Derecho, no como la víctima de las violencias que han afectado a su familia, sino como supuesto infractor. Ante los cuestionamientos solo pudo decir que su abuelo se instaló allí en 1948.
Mamalú se ubica en la vereda La Habana, en donde se tiene de aliado al río La Miel y de vecinos a propietarios o herederos, en medio de la riqueza ambiental que brinda el entorno.
Lo demás ha sido una seguidilla de decisiones en su contra, incluyendo una sanción de $150 millones por supuesta construcción ilegal, que él explica fueron unas reparaciones a una casa de unos 40 años.
Así mismo, le indicaron que algunas construcciones en el terreno, hechas para desarrollar su proyecto de turismo, se encontraban en fajas de protección. Al final, las sanciones se dieron por asuntos muy distintos a la citación inicial.
Ni la acción de tutela
Para el momento en que Quiceno se valió de un abogado, tampoco tuvo éxito ante la jurisdicción. En la actualidad se encuentra en marcha una orden de demolición, que hasta el jueves no se hacía efectiva, pero se han hecho varios intentos.
A través de una acción de tutela se intentó que un juzgado de La Dorada reconociera que se violó el debido proceso, porque se orientó mal al sancionado cuando le dijeron que no requería de la asistencia de un abogado.
En este sentido, se indica que por la complejidad de lo tratado sí se le debió informar que tenía al menos derecho a presentarse con un abogado. Consideró el representante judicial que hubo una vulnerabilidad, la cual fue aprovechada para sancionar a Luis Carlos.
La impugnación tampoco fue exitosa. En segunda instancia se confirmó lo que decidió el juzgado de primera, en cuanto a que la acción de tutela no era el medio para proteger el derecho sino la demanda de nulidad ante un juez de lo Contencioso Administrativo.
Se recuerda que cuando se trata de decisiones adoptadas por entidades públicas, por regla general se debe demandar ante un juez distinto y en este caso se determinó que la tutela no era procedente.
La batalla jurídica, que jamás pensó emprender, continúa. Quiceno Londoño reconoce que tiene desconfianza no solo frente a las autoridades, sino porque el pasado le enseñó que cuando hay grandes intereses económicos del mismo tamaño son los peligros para los más vulnerables.
Desde Mamalú
Luis Carlos continúa cuidando del lugar. Señala que el turista allí se puede desconectar de la tecnología y compenetrarse con la naturaleza. Constantemente envía mensajes por sus cuentas de Instagram, Facebook y el canal de Youtube.
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