Pedro Juan Alzate
LA PATRIA|Bogotá
“Estamos hechos del mismo tejido de nuestros sueños”, Shakespeare
Quedé gratamente sorprendido con las expresiones de afecto que habitantes de veredas del nororiente de Boyacá le prodigaron al líder comunitario José Jesús Arias Giraldo, en junio de 1987, cuando lo acompañé en su rutina de trabajo.
Estaba al tanto del compromiso social y liderazgo que él ejercía en esa región, especialmente con representantes de unas 300 asociaciones comunitarias. "Chepito, Chepito" le decían con cariño los niños, jóvenes y adultos, cuando lo veían llegar cerca al umbral de sus viviendas, mientras salían a su encuentro para halagarlo con besos y abrazos. Durante aquellos días, cada familia se disputaba el honor de alojarlo.
Quienes lo apreciaban eran humildes campesinos que se beneficiaban de sus buenos oficios, pues con devoción compartía y ponía al servicio de los demás su conocimiento y su experiencia para resolver los conflictos de convivencia, para asesorarlos en temas comunitarios y para ayudar en la construcción de obras. Con esta mística asumía como propias las necesidades de los labriegos con los que interactuaba, para ponerlas en conocimiento de las autoridades en procura de buscar una pronta solución.
Vocación comunitaria
La vocación y devoción de servicio con los más necesitados las aprendió desde niño en su entorno familiar y social, en la vereda La Rioja, de Pensilvania (Caldas). La fomentó con la participación activa en obras sociales y las complementó con la lectura y la asistencia a cursos o seminarios sobre trabajo comunitario. Estas cualidades le merecieron el reconocimiento de quienes lo rodeaban y en especial de las autoridades locales que lo seleccionaron para representar a su municipio en un taller de liderazgo en Bogotá, de donde se escogerían los primeros promotores de las juntas de Acción Comunal (JAC) que comenzaban dentro del programa Acción Cultural Popular, impulsado y apoyado por el Gobierno Nacional.
Ramón Alzate, párroco de Pensilvania, le dio la noticia en diciembre de 1961: “Con la anuencia del señor alcalde, lo hemos escogido para que represente al municipio en un taller de formación de líderes que se llevará a cabo entre los meses de enero y agosto en la Universidad Nacional de la capital de la República”, le dijo, mientras le extendía un pequeño folleto en el que se informaba sobre los temas de estudio que se abordarían y los requisitos académicos que se exigían a cada participante.
Preparativos
Los compañeros de la JAC, conocedores de las limitaciones económicas de su líder, lo dotaron del vestuario adecuado para el viaje. La solidaridad y generosidad de sus coterráneos, en especial de los comerciantes, dotó a José Jesús en menos de una semana de un ropero de pie a cabeza. A comienzos de enero de 1962, en medio del júbilo de sus compatriotas, viajó a Bogotá luciendo como galán de cine.
En la Capital, José Jesús advirtió preocupado que algunos aspirantes se regresaban a su lugar de origen por no acreditar todos los requisitos exigidos para la inscripción formal en el taller, en especial el certificado de quinto de primaria, documento que tampoco él llevaba consigo por haber estudiado sólo hasta segundo, asunto que por sugerencia del padre Alzate, habían acordado dejar a la voluntad de Dios.
Como pudo se entremezcló entre los asistentes tratando de eludir al coordinador de estudios. Cuando estaba a punto de ser requerido, providencialmente llegó el bus que los conduciría a la Universidad Nacional, centro académico destinado para los estudios, situación que postergaría hasta el día siguiente la verificación.
El comienzo
Extrañeza causó en José Jesús, que en la ceremonia de inauguración no se dejó espacio para la participación de los estudiantes, por lo que solicitó dirigirse a los presentes. “Mi nombre es José Jesús Arias Giraldo, estoy aquí en este magno recinto académico en representación del municipio de Pensilvania (Caldas). Deseo en nombre de mis compañeros de estudio saludar a todos los presentes, no sin antes agradecer esta gran oportunidad que nos han brindado para capacitarnos en un área de tan trascendental importancia para el desarrollo de nuestro pueblo campesino. Las expectativas nuestras y de quienes estamos representando son grandes, razón por la cual a partir de este momento asumo el compromiso de aprovechar al máximo las enseñanzas e instrucciones impartidas por los docentes y sobre todo en convertirme en digno multiplicador entre nuestra comunidad del conocimiento que al final de esta experiencia académica haya logrado asimilar…”
Al final de su intervención, un extenso aplauso retumbó, todos los directivos y personalidades se levantaron de sus sillas para saludarlo y felicitarlo por su oportuna e interesante disertación. Al día siguiente el coordinador de estudios, antes que amedrentarlo con las exigencias de las credenciales, lo felicitó, y con un estrechón de manos le dio la bienvenida. José Jesús recordó los buenos augurios del padre Alzate: el ‘milagrito’ que esperaban era realidad.
A partir de entonces se ganó el respeto y la admiración de los demás estudiantes, quienes en su mayoría lo escogieron como vocero oficial en los actos académicos y como referente obligado a la hora del estudio.
De su paso por al alma máter conserva un grato recuerdo de los profesores, en especial del padre Camilo Torres Restrepo, quien como orientador del área social se destacó por la sapiencia y devoción con la que abordaba los temas y por las enseñanzas e inquietudes que compartió sin recelo con cada estudiante.
Clausura
La última semana de estudios se destinó a evaluar los conocimientos. José Jesús se ubicó en tercer lugar entre los 70 estudiantes, por delante de personas con estudios superiores. Entre la mayoría de compañeros quedó la sensación de que el humilde hijo de Pensilvania había sido el primero, por su solidaridad, liderazgo y buen desempeño académico.
Al clausurarse el seminario de estudios y dar lectura a la resolución que designaba los primeros 18 promotores de JAC para ejercer en diferentes regiones, José Jesús no estaba entre los afortunados.
-¿Qué opina de que dentro de las 18 personas que resultaron favorecidas con un puesto de trabajo no hubiese estado usted?, le preguntó a José Jesús el director Nacional de JAC.
“En ningún momento me prometieron que la capacitación incluía nombramiento en cargo alguno. El anhelo que tengo a partir de ahora es transmitir a mi comunidad que tanto confía en mí, todas las experiencias y conocimientos obtenidos durante estos ocho meses de estudio”, respondió José Jesús. No se habló más del asunto. Vendrían luego las felicitaciones y los abrazos de despedida.
Al día siguiente, José Jesús regresó a La Rioja y un día después, de nuevo era el jornalero de siempre, un poco más ilustrado, pero con la misma sencillez. Sus compañeros de Junta no ocultaron su desencanto por el hecho de que no hubiese sido empleado. El padre Alzate y José Jesús conservaron la calma y dejaron una vez más a la voluntad de Dios cualquier decisión.
A Nueva York
“Te vas para los Estados Unidos, no conozco los detalles, pero parece que otra vez Dios nos ha hecho el ‘milagrito’; observe el telegrama que me acaba de llegar. Debe presentarse el martes en el Ministerio de Gobierno en donde le darán a conocer los pormenores”, fue el saludo con el que lo recibió en el despacho parroquial el padre Alzate, 15 días después.
“Bienvenido una vez más a Bogotá. Por su gran desempeño académico y por sus méritos personales lo hemos escogido para que con otros compañeros represente al país en un curso de dos meses en New York, sobre temas complementarios, a los que ya abordó durante el taller que cursó en la capital. Mi secretaria se encargará de colaborarle con los formalismos de la visa, con los demás detalles del viaje y la estadía en los Estados Unidos”. Así lo recibió en su despacho el ministro de Gobierno de la época.
En ese país compartió experiencias con jóvenes estadounidenses que se preparaban para conformar los cuerpos de paz en el programa Alianza para el Progreso, impulsado por los Estados Unidos, con el objeto de contrarrestar la fuerza expansiva de la Revolución Cubana entre los países latinoamericanos.
Hecho realidad
Al regreso de los Estados Unidos, José Jesús fue designado promotor de JAC en Calarcá (Quindío). Por seis años desempeñó su labor al servicio de los más necesitados, que mereció el reconocimiento y aprecio de los calarqueños, quienes lo acogieron como un miembro de sus familias, en las 40 veredas a su cargo.
Cuando las JAC comenzaron a ser cooptadas por los partidos políticos, a José Jesús lo declararon insubsistente del cargo en razón a que no propició dejarlas al servicio de los intereses de la politiquería. El campesinado se manifestó a su favor, a través de memorandos de respaldo, pero no se obtuvo respuesta favorable. Los afectados recurrieron a las vías de hecho, medida extrema que José Jesús no respaldó, y prefirió salir silenciosamente y evitar así actos contrarios a su actitud pacifista.
Tres años después se vinculó con Pastoral Social en Duitama (Boyacá), programa bandera de la iglesia católica para servir a las comunidades. Reanudó su trabajo con los campesinos más necesitados, labor que cumplió con sobrados méritos durante más de 18 años.
Alegres de don Bosco
Al lograr su pensión de jubilación se radicó en Manizales, en donde continuó su labor social, esta vez a favor de jóvenes necesitados de un guía. Acogió un principio rector de la vida del carismático fraile de “formar buenos cristianos y honestos ciudadanos”, organizó un grupo al que denominó Los alegres de don Bosco.
Unos 300 jóvenes han adquirido en este grupo juvenil una formación integral que les permite ejercer con mérito diferentes profesiones, y muchos continúan en contacto con su líder como muestra de afecto por el apoyo recibido cuando más lo necesitaban.
Por ser un ejemplo de vida, hoy José Jesús en su edad otoñal puede observar el horizonte con la satisfacción de saber que desempeñó una misión trascendental a favor de lo más necesitados, dejando de paso en alto el nombre de Pensilvania.
Elecciones
Hoy se eligen los directivos y órganos de dirección y control de las juntas de Acción Comunal (JAC) en Colombia. En Caldas, la actividad será verificada por la Misión de Observación Electoral (MOE) con la Corporación Cívica de Caldas.
Caldas elige hoy por lo menos 1.800 JAC
Manizales elige 193 JAC.
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