LA PATRIA | MANIZALES
La primera vez que Álex Alzate habló largo y tendido con un gobernador fue con Guido Echeverri. Dos horas en el Palacio amarillo. Este concejal pacoreño tenía la ventaja de ser conservador yepista, es decir, había apoyado al mandatario en campaña y mantenía la necesidad de retribución por haberle conseguido algunos votos. Sin embargo, en sus 23 años de vida política apoyando al mismo partido no se había encontrado con tal apertura en un gobernante del departamento. "Eso nos dio a entender que tenía tiempo para todos", concluye.
Hechos como este son muestra de cómo Echeverri cultivó la imagen positiva con la que se va de la Gobernación. La semana pasada, desde que se conoció que el Consejo de Estado había ratificado la nulidad de su elección, fueron masivas las voces de apoyo en las redes sociales y en los comentarios de las noticias que reseñaban el hecho. Y cuando fueron consultados líderes gremiales y políticos, incluso opositores, coincidieron en dos puntos: era un gran líder y había retornado la confianza al departamento.
Quien conozca el contexto político de los últimos años en Caldas se dará cuenta de que ganarse esa percepción no es fácil, y menos, crear un consenso; pero Echeverri pareció aplicar aquel mandato de Maquiavelo: "un príncipe debe ingeniárselas para que cada una de sus acciones le proporcione fama de hombre superior y de excelente ingenio". ¿Cómo lo logró?
Las voces que consultó LA PATRIA dan algunas claves: apertura al diálogo, cercanía con la comunidad y una vasta experiencia como hombre público que lo hicieron mostrar su sagacidad como político.
Desde el comienzo
Para las elecciones del 30 de octubre del 2011 parecía tenerla difícil. Su postulación salió a última hora: el yepismo, responsable de escoger candidato, no encontraba en sus huestes a alguien que convocara, hasta que surgió el nombre de este liberal, que finalmente se impuso.
Echeverri era un viejo político que no había podido consolidarse, pues cuenta en sus intentos de elección más derrotas que victorias. Incluso cuando salió electo en 1990 fue revocado con el resto del Congreso por la Asamblea Nacional Constituyente.
Durante la campaña, la coalición del Partido de la U y la línea conservadora del senador Luis Emilio Sierra siempre se dedicaron a atacar la institución que representaba Echeverri: la continuidad del yepobarquismo. Se trataba de un lastre incómodo, aunque manejable, si se tiene en cuenta que para elegir gobernador las bases de esos grupos tradicionalmente se habían mostrado sólidas.
Pero había un ingrediente adicional en contra: el derrumbe de la administración de Mario Aristizábal, de su misma línea política y quien salió suspendido del cargo tres meses antes de culminar el mandato por un escándalo de corrupción. Era un caballito de batalla de la coalición de Sierra y La U, que cuestionaban la posibilidad de una continuidad. Sin embargo su oponente se valió de su trayectoria.
De ello comenzó a dar cuenta Rafael Pardo, como director del Partido Liberal durante la campaña del 2011. El 22 de agosto de ese año, los periodistas le preguntaron al hoy ministro de Trabajo cómo garantizaba candidatos limpios tras la ola de corrupción y parapolítica de los rojos en el departamento. El dirigente respondió refiriéndose a Echeverri: “Lo recuerdo porque el día de 1990 en que los narcos metieron un referendo para tumbar la extradición, solamente dos personas se pararon a votar contra esa medida. Guido Echeverri fue uno de ellos”.
El mandato
Una vez elegido con 150 mil 335 votos, le dio continuidad a políticas exitosas como las viales, pero marcó diferencia en otros aspectos de una forma notoria que le permitieron mantener la gobernabilidad, meta que se propuso con su discurso de posesión.
Primero, abrió espacios de diálogo hasta con sus opositores. El diputado conservador sierrista Jorge Luis Ramírez, constante contradictor, lo reconoce: "En la dialéctica política el doctor Guido le daba un nivel muy alto a la discusión, y logró convocar a todas las fuerzas vivas, no solo del departamento, sino regionales. Había que ver el reconocimiento del que gozaba en las juntas directivas que integraba".
Con los gremios también forjó un vínculo fuerte. Catalina Rey, directora del Comité Intergremial de Caldas, cuenta que la constante actitud de escucha permitió, por ejemplo, exponerle al gobernador la importancia de la Comisión Regional de Competitividad, ante lo cual recibieron "total apoyo y más recursos, así como lograr que dicha Comisión tuviera una gerente". Igual pasó con el Comité Departamental de Ciencia y Tecnología. Con esa disposición, dice ella, no se había contado anteriormente.
En los pueblos
Fueron 17 meses de gestión, en 15 de los cuales visitó municipios. Esa presencia constante en los pueblos y la cercanía con la gente significó otro logro. La frase alegre "por aquí nunca había venido un gobernador" la pronunciaron, entre otros, en los corregimientos de San Bartolomé (Pácora), Buenavista (La Dorada), y San Diego y Berlín (Samaná).
Conrado Rojas, corregidor de estos dos últimos (del primero como titular y del segundo como encargado) resume el significado de esa visita con un superlativo: "importantísima". Lo curioso es que en Berlín el gobernador "no dijo nada, simplemente dio un saludo", cuenta el propio Rojas, pero la gente, que fue mucha, quedó admirada con su calidez.
El corregidor, haciendo el balance, concluye sobre Echeverri: "Fue buen gobernador por el carisma. El simple hecho de venir hasta una región tan alejada de Manizales dice mucho".
Por verse
El diputado Ramírez pone sobre la mesa la que parece ser una paradoja: "el gobernador generó una sensación de confianza debido a su vasta experiencia en lo público, a que tiene la imagen de maestro, a la sabiduría que da el tiempo y a que escucha más de lo que habla y, sin embargo, en obras uno no ve gran avance".
Está claro que en su corto mandato consolidó la llegada del cable aéreo a Villamaría y la instalación del VOR para la operación del aeropuerto La Nubia. También le reconocen la disminución del déficit de la Territorial de Salud y la reestructuración de la Secretaría de Educación, que implicó el aumento de los recursos girados desde el Gobierno Nacional. Estos dos últimos sectores los consideró prioritarios desde su discurso de posesión, el 30 de diciembre del 2011.
Pero ese discurso también da cuenta, por ejemplo, de que prometió "construir y entregar en los primeros 18 meses de administración dos mil 500 viviendas para reubicar a las familias que habitan zonas de alto riesgo".
Ese plazo se cumpliría el próximo mes, pero hasta ahora la Gobernación ha entregado 800. Le sirvió mucho subirse al bus de la vivienda gratuita que propuso el Gobierno Nacional, que le otorgó mil 207 cupos.
Ahora bien, Echeverri le dio más importancia a tratar de reorganizar la casa que al levantamiento de grandes obras físicas. La situación financiera se lo impedía. Continuó, eso sí, con la gestión por las ya tradicionales: Aerocafé, la Zona Franca, la Vía Manizales-Honda, el Plan Vial (que mantuvo en su fase final).
Al comienzo, incluso, propuso un Plan de Desarrollo austero para trabajar, esencialmente, con transferencias de la Nación. Fue la Asamblea la que lo impulsó a ser más ambicioso en el crédito y en la gestión de recursos.
Por otra parte, el poco tiempo que estuvo en el cargo tampoco permite evaluar con certeza las consecuencias de algunas decisiones. Por ejemplo, logró que el departamento se quedara con los estudios del proyecto hidroeléctrico Miel II, pero a su salida pretendía, por medio de Inficaldas, venderlos para apostarles a las pequeñas hidroeléctricas. Es decir, el futuro del proyecto está sin consolidar.
Impulsó un proceso de selección del gerente de la Licorera por medio de una firma cazatalentos, pero solo siete meses después de que el elegido se posesionó, le pidió la renuncia sin que haya quedado del todo claro si pesó más el aparente desenfoque gerencial del funcionario o las presiones políticas por los cambios burocráticos que este había comenzado a ejecutar. El hecho es que tan solo en el mandato de Echeverri pasaron cuatro gerentes, y la empresa apenas si levanta cabeza.
Prometió que no sería "una Gobernación llena de cambios", y terminó con 13 modificaciones en secretarías y la propia Licorera. Incluso en la Dirección Territorial de Salud se mantiene una interinidad que ajusta más de dos meses.
El gobernador también logró que la Asamblea lo autorizara para acoger al departamento a la Ley 550 o de reestructuración de pasivos, quizá la apuesta más trascendental en su año y medio de mandato, y sin embargo aún están pendientes las repercusiones que esto conllevará, sobre todo por las restricciones presupuestales, pues la norma, como tal, no ha comenzado a ser aplicada. Hasta ahora se ha surtido la fase de promoción, que es previa.
Los escasos 17 meses de gobierno, entonces, son muy poco tiempo para evaluar una gestión prevista para cuatro años. Sin embargo, le sirvieron a Guido Echeverri para comenzar a poner la casa en orden, ganarse el cariño del pueblo y el respeto de la clase dirigente. Algo que sin duda le deja un camino expedito para futuras aspiraciones políticas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015