
Gerardo López Marín, conocido como Ato, falleció de un infarto en el parque se Pácora después de que finalizó su jornada lustrando.
Se levantó del puesto después de lustrar los zapatos de un cliente el miércoles en la tarde, caminó unos pocos pasos con su caja donde cargaba sus betunes y se desplomó. En ese momento pasaba la camioneta oficial de la alcaldía, lo recogieron y fue trasladado al hospital local donde minutos después falleció.
Ato será recordado en el pueblo por su seriedad, un ser más bien solitario, un personaje silencioso y, según los jugadores de billar, excelente en pool.
Sus exequias se llevaron a cabo en el templo San José de Pácora el jueves.
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