FELIPE MOTOA FRANCO
"Ni se te ocurra darme pólvora", dice un cartel de la campaña preventiva de la Dirección Territorial de Salud de Caldas. Mensaje que para el rebusque de algunas personas no significa nada. Es diciembre y el negocio está vivo.
El rastreo se inicia por la carrera 23, a la altura de la calle 24:
-¿Sabe dónde puedo conseguir pólvora?
-No, por aquí no. En la Galería le venden lo que quiera- asegura un vendedor ambulante de comestibles.
El trabajo de indagación previo le indica que en la calle 19 se puede encontrar algo. Entre las carreras 23 y 22, casi en la esquina, un hombre recorta papel de regalo sobre una mesita:
-Amigo, ¿sabe quién me vende un poquito de pólvora?
-El de chaqueta roja sabe- indica, a la vez que señala a un barrigón que vende discos piratas, en el muro del almacén Éxito Vecino. Repite la pregunta al de rojo y este, sin hablar, le hace ojos al vendedor de la tercera caseta, quien se aproxima. Usa gorra y a su espalda brillan luces de Navidad, pesebres y guirnaldas. Interroga con un gesto, alza la cabeza.
-¿Tiene polvorita?-. Pide que lo siga hasta la caseta, donde se sienta en una butaca y se cruza de brazos. La mayoría de luces son blancas y azules:
-¿Qué necesita?
-Unas papeletas, unos tacos.
-Vea, la culebra que viene con 100 papeletas y al final un taco grande, vale 25 mil. El volador que explota al final también vale 25 mil y la bengala de 12 luces cuesta lo mismo, o si quiere la hay individual y sale a 6 mil. ¿Qué le interesa?
-¿Y me puede vender más menudeado?
-Es que para llamar al man que la trae hay que encargar algo grandecito, más de 25 mil, ¿si pilla?
-Sí claro.
-O, ¿sabe qué? Si quiere pásese en dos días, porque lo que yo tenía se acabó en el alumbrado. Pero de aquí a eso ya tengo papeleticas, voladores y le vendo menudeado.
Entre las carrera 21 y 20 se indaga por más. La respuesta de una mujer (se llegó a ella preguntando a vendedores informales de toda clase de productos) es "No papi, en estos días no, eso fue en el alumbrado. Los que la venden se pasaron otra vez a la juguetería. Para el 24 de pronto".
En la Galería
Sobre la carrera 18, en un tenderete de películas chiviadas, un muchacho indica que al bajar hacia la Plaza de Mercado por la calle 22, se encuentra quién venda. Esquina de la carrera 17:
-Me dijeron que por aquí venden pólvora.
-Espere- dice el comerciante de hortalizas. Estira el garguero en busca de alguien:-No veo al fulano, pero allá, por los lados de la palma, le dicen.
Pasa la calle hasta llegar al árbol. Un viejo con una batea, cuatro papayas, tres yucas y dos bolsas de tomate más rojos que el chili, espera las últimas ventas del día.
-Socio, ¿vende pólvora?
-Yo no.
-Gracias.
-¡Espere!-. Deja la mercancía a su suerte y llega hasta una venta de minutos en la esquina. Habla con una señora próxima a los 50, saco de hilo y sudadera negra. Con un movimiento de cabeza, el hombre llama. Es mueco y de piel roñosa.
-¿Qué necesita?- cuestiona ella.
-¿Qué tiene?
-Bolsa de 120 papeletas, 10 mil. Bolsa de 12 tacos, lo mismo.
-Una bolsa de papeletas. No, mejor los tacos.
-Espere pues un momentico-. A unos pasos se detiene junto a dos muchachas que comercian hortalizas y frutas. Él mueve la cabeza para ver el entorno, ajetreado de vehículos, gente de sombrero, gamines y raponeros, así como gente trabajadora. Al voltear la mirada la mujer ya viene:
-Vea- entrega una bolsa negra.
-Venga, es que quiero comprar un paquete más grande. Me interesa para vender, ¿me puede contactar con el que se la vende?
-Nooooo, ese casi no se deja ver porque están haciendo mucha búsqueda, y yo no tengo mucha porque la verdad es complicado, se complica uno para guardarla, ¿sí ve?
-¿Y un celular no tiene?
-Él no da el celular, para no 'pintarse'.
-Entiendo-. Habría que comprar más que unos tacos para ganarse la confianza y dar con el distribuidor.
Arsenal en Arauca (Palestina)
Media cuadra antes de llegar al puente sobre el río Cauca, un muchacho con la camiseta de la selección Colombia. Se le pregunta por tacos y papeletas:
-Deme la plata que yo le hago el favor, yo sé dónde.
-No, dígame dónde es, yo voy.
-A la vuelta, al lado del taller, pregunte por Beto que ese le consigue.
En el taller dos muchachos cacharrean sobre una moto. Informan que Beto, quien vive en la casa verde de enseguida, no demora. Al momento aparece al volante de un camión.
-¿Usted es Beto?
-Soy yo.
-Venga, necesito pólvora.
-¿Cuánto?
-20 ó 25 mil pesos, depende.
-Vendo bolsa de 120 papeletas a 7 mil, culebras o lo que necesite, pero la vuelta es que yo aquí no tengo, se me acabó. Toca llamar al man que se mantiene en la finca, para que la traiga.
-Pues llámelo.
-Vea, mejor vaya a la plaza y pregunte por Bonilla, uno mono.
En la plaza, tras preguntar un par de veces sin resultado, un carnicero entrega indicaciones para llegar a la casa del personaje. La búsqueda en solitario es infructuosa, entonces retorna. Uno de esos tipos que suele verse en los pueblos, manga sisa, sandalias, medio sucio, callejero en todo caso, se pasea imperturbable entre los camperos transportadores.
-Ole, ¿usted conoce a Bonilla?
-¿El Mono?
-Sí, ese, ¿sabe dónde vive? Para comprarle pólvora.
-Sí, mine lo acompaño-, y suben dos cuadras hasta el Renán Barco, uno de los barrios más populares. Dos casas hacia la izquierda, por la falda, y en la tercera de color naranja, se paran. Por la derecha, de una tienda, sale un pelirrojo lleno de pecas, descamisado, con el buche prominente, en chanclas y pantaloneta:
-¿Necesita polvorita? Venga le muestro-. Se hace seguir hasta las escalas de su vivienda, entra en compañía del cliente. En la sala esculca una bolsa negra que yace sobre la baldosa:
-¡Maaaaaa! ¿Dónde está la pólvora?
De la cocina salen dos mujeres. Una de ellas, Ma, le dice que tome las llaves y baje. Deshace el camino y en una portezuela junto al inicio de las escalas destraba un candado. Es una suerte de pieza de herramientas. Echa mano de dos bolsas de basura llenas, abre una y sobre la mesita, con risa ligera, pone chispitas mariposas, totes, sirenas, volcanes, culebras, tacos, papeletas, voladores, bengalas y más chispitas, totes, sirenas, volcanes, culebras, etcétera.
-Ahora sí, diga que va a llevar.
Oferta y regate. Bajan precios por más cantidad. El comprador recibe un paquete lleno de todas las variedades y antes de dejar la pieza, Bonilla envuelve como diez silbadores en una hoja del periódico LA PATRIA: la ñapa. Suben las escalas y en la sala entrega el pago a su madre.
-Cuando quiera vuelve. Estamos toda la temporada navideña. Viene y negociamos que yo le dejo más barato- invita el pelirrojo, mientras acompaña a la salida.
El guía permanece afuera y tras recibir 1000 pesos de propina por parte de Bonilla, lleva al cliente hasta la plaza:
-Ese güevón toda la vida ha vendido. Lo han calentado a ratos, pero vuelve. Saca puesto en la plaza y vende harto.
-¿En la plaza, cómo así?
-Entre velas y perfumes siempre tiene la bolsa negra. También hace paqueticos de varias cosas y los vende.
-¿Y es que tiene polvorería o qué?
-Ahí sí no sé, pero siempre ha vendido.
-Venga, ¿y aparte de él, con quién más consigo?
-Donde el tío.
-¿Cuál tío?
-Pues el tío de Bonilla- replica, como quien habla de lo obvio.
-¿Dónde es?-. Desde la esquina de la plaza señala el barrio Colinas, una puerta azul entre las lomas: -Por allá pregunta y le dan razón.
Quemados y controles
15 quemados con pólvora ha reportado la Dirección Territorial de Salud de Caldas en diciembre del 2013. De esta cifra, 10 son menores de edad.
En cuanto a los controles de las autoridades sobre el comercio ilegal de pólvora, LA PATRIA intentó comunicarse con el coronel David Benavides, comandante de la Policía Caldas, pero hasta el cierre de esta edición no entregó su testimonio.
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