MARTHA LUCÍA GÓMEZ Y JUAN CARLOS LAYTON
LA PATRIA | MANIZALES Y SUPÍA
Los días en Supía son soleados, pero las noches son otra cosa. Se volvieron de lluvia fija y es cuando vuelve la intranquilidad, que no deja conciliar el sueño entre quienes viven a orillas del río.
Esto, a pesar de que la Gobernación de Caldas empezó la semana pasada a construir diques o jarillones en cuatro puntos críticos: vereda La Playita y en los barrios San Lorenzo, Popular y Guayabal.
Este año el río Supía se ha crecido tres veces, la última fue el 20 de junio en la noche tras un aguacero que dejó 41 familias damnificadas por inundación en San Lorenzo, Villa Carmenza y La Playita; además, en los barrios Popular y Renán Barco la creciente se llevó los jarillones que la Alcaldía de Supía había construido 15 días antes. Eran muy pequeños, sostiene la comunidad y reconoce la Administración.
Ante la emergencia, la Alcaldía solicitó permiso a Corpocaldas para hacer diques más profundos, pues los anteriores fueron autorizados solo de 40 centímetros. Con maquinaria aportada por la Gobernación empezaron a trabajar, moviendo material, pero el miércoles a las 3:00 p.m., según reportaron habitantes de San Lorenzo, la máquina paró. Por eso insisten en que es prioridad seguir los trabajos.
Asustados
Cielo Ortiz Rodas, habitante de San Lorenzo, cuenta que incluso mucha gente ha desocupado las casas. "Donde vuelva y se crezca el río, los jarillones se los lame. Uno lo piensa mucho, claro que están haciendo trabajos, pero no sabemos si van a seguir".
Dora Lía Ramírez, también de San Lorenzo, indica que fue algo muy triste el último desbordamiento. "Vernos en medio del agua. Por gracia de Dios llegó hasta la puerta de mi casa, porque las otras se inundaron, y hasta animalitos tuvieron que sacar los bomberos. Entre todos nos hemos ayudado".
Otras personas en Supía aseguran que la máquina -una oruga- la arreglaron y el miércoles en la tarde se varó de nuevo. Habían anunciado que los repuestos llegaban el jueves, pero no ocurrió.
Autoridades explican
El alcalde de Supía, Marco Antonio Londoño, anuncia que ayer estaban esperando otra máquina, que pagará el Municipio, para continuar los trabajos. Dice que avanzan con dificultades técnicas debido a que el invierno en el departamento y el país ha menguado la posibilidad de acceder a maquinaria.
"La Gobernación está en la tarea de resolver el problema con la oruga averiada, para que esté operativa lo más pronto".
Según Jhon Jairo Gómez, secretario de Infraestructura de Caldas, a la máquina le están cambiando filtros y esperan que a más tardar hoy quede operativa para continuar con los jarillones en los cuatro puntos y proteger a la comunidad. "Ya llega otra máquina que estamos transportando nosotros para avanzar más rápido", sostiene.
Otra para
La primera máquina empezó a trabajar en el río Supía el 23 de junio y al día siguiente indígenas asentados en la otra margen del río -la derecha- pidieron parar los trabajos.
El alcalde, Marco Antonio Londoño, cuenta que hace 40 años construyeron viviendas en la margen izquierda -la que se inundó-, casi incumpliendo el retiro, y que quienes están en la margen derecha -comunidades indígenas- también hicieron cultivos y casas.
"Los de la margen izquierda quieren que hagamos obras para tirar el río hacia la derecha, y los de la derecha no quieren porque les va a afectar sus cultivos y lo que tienen allí".
En la tarde del 23 de junio el alcalde se reunió con delegados del resguardo indígena Cañamomo Lomaprieta, que está en esa parte. Le expusieron que no se oponen a las obras, pero pidieron depositar material del río a lado y lado para que los cultivos, que son economía de subsistencia, no se afecten.
En la margen derecha del río también hay viviendas y comercio que se ha visto fuertemente afectado por las crecientes y la fuerza del agua, que ha acabado con construcciones y con bienes muebles.
María Arrieta, barrio San Lorenzo
Hemos perdido muchas cosas por las inundaciones: camas, colchones, cosas de la cocina. Gracias a Dios con la máquina que está ahí y los muritos que están haciendo da tranquilidad. Pedimos que arreglen bien eso, que no sean pañitos de agua tibia sino una solución definitiva.
Luz Mery Becerra, barrio San Lorenzo
Hubo mucha pérdida material. No tuve problemas, pero sí sentimos mucho miedo. Esta vez fue más miedoso porque se inundaron más casas.
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