
HENRY ALBERTO GIRALDO
LA PATRIA | MANZANARES
Libia Amparo Gallego aprendió de su madre todo en la vida, incluso, a hacer gelatina de pata. A sus 66 años recuerda que cuando tenía 7 años aprendió a prepararla.
Desde pequeña veía a su mamá en Manzanares cocinando las patas en el fogón, algo fundamental para adherirse a lo que se convertiría en una tradición familiar. "Mi mamá nos levantó con eso y también lo hice con mis hijas", cuenta.
Juliana, Sandra, Blanca y Érica son sus primogénitas. Aunque las cuatro saben prepararla, la mayor fue la única que se interesó por seguir con la tradición.
Venta
Libia vive en Riosucio hace 30 años, pero debido que allá no consigue la materia prima, le paga a un conductor para que le lleve las patas desde Manizales.
Cuando visita a su hija cada mes en Manzanares o va de paseo a Cali donde una hermana aprovecha para vender la gelatina en las calles porque según ella: "es de gran alimento, porque le abre las ganas de comer a uno".
Hace gelatina blanca y negra y también las vende al por mayor en tiendas. Cada una cuesta $200 y con dos patas prepara 50 gelatinas.
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