FELIPE MOTOA FRANCO
LA PATRIA| MANIZALES
Que los candidatos hagan públicos sus movimientos de dinero en las pasadas campañas al Congreso, parece un éxito. Sin embargo, que estos reportes tan solo reflejen el 20% de lo que en verdad se movió durante la actividad electoral, convierte el acto en un saludo a la bandera. Esa es la cifra que arrojó un estudio de la Corporación Transparencia por Colombia (CTC).
El 9 de marzo anterior se efectuaron los comicios y hasta esa fecha se ofrecieron convites, parrandas, concentraciones públicas y cientos de cuñas publicitarias en calles y medios, entre otros mecanismos de propaganda. Lo cierto es que el país se inundó con las carátulas de aquellos que pretendían ganarse un escaño en el capitolio o defender el asiento que ocupan desde años pretéritos. Viejos y nuevos, todos le aplicaron billete a la cuestión. Claro, unos más que otros.
Las cifras extraídas del portal web cuentasclaras.com dejan claro que, salvo contadas excepciones, los que más plata invirtieron capitalizaron un puesto por cuatro años en el Congreso. Para Caldas fue la misma constante. Hasta el 9 de junio tuvieron plazo para evidenciar sus cuentas y todos cumplieron.
Senado
Los resultados de Carlos Felipe Mejía (Centro Democrático) y Jorge Enrique Robledo (Polo Democrático) deben observarse de forma particular. El primero hizo una inversión cinco veces menor que la del senador Lizcano y aún así obtuvo un escaño. Esto obedece a que participó de una lista cerrada en la cual no se votaba por un candidato específico sino por un partido, en cuya cabeza estaba el expresidente Álvaro Uribe.
Si lo de Mejía se midiera con el mismo rasero de quienes se postularon en la modalidad de voto preferente (en la que se escoge candidato específico) su victoria sería una revolución de rendimiento económico, al vencer con solo $182 millones. Pero como lo abrigaron la imagen y votantes propios del expresidente Uribe, parece claro que lo suyo no fue una revolución sino la acomodación al lado de una figura prominente. Lo que puso para mover su campaña no le alcanzaría para llegar a una curul, ni siquiera en la Cámara Baja. Hernán Penagos (La U, presidente de la Cámara) por ejemplo, fue el que obtuvo más votos con menos dinero, $204 millones.
En cuanto a Robledo, uno de los pocos que encarna el concepto de senador nacional, su votación provino de todos los rincones de Colombia. Se eligió con voto preferente y para ello hizo movilizaciones por todo el país. De los que se pueden considerar caldenses, fue quien más billete registró y el más votado.
Si revisamos los tres principales perdedores de la contienda, se nota que les salió costosa. De mayor a menor inversión, todas por debajo de quienes los vencieron, quedaron en el siguiente orden: Amparo Sánchez (conservadora), Jaime Alonso Zuluaga (de La U) y Adriana Franco (liberal).
Topes
El reglamento electoral colombiano impone topes a la financiación de las campañas. Quienes sobrepasan estos y se les comprueba la infracción, se les castiga con la pérdida del cargo. Cada lista (cada partido) que se postula al Senado (con voto preferente o no preferente) tiene un límite de $74 mil millones, los cuales se deben repartir entre los candidatos inscritos, a decisión propia de quiénes invierten más o menos.
Para Cámara en Caldas, cada lista podía gastarse, según consideraron entre sus postulantes, hasta $3 mil 7 millones. En ningun caso, Cámara y Senado, se estipula cuánto puede gastar cada candidato. Esto se traduce en que uno solo podría gastarse el 90% de lo permitido y los demás tendrían que apañarse con el 10% restante.
"Tienen hasta tres meses, después de las elecciones, para reportar en cuentasclaras.com cuánto se gastaron. El sistema está hecho para que no digan la verdad. Si se les obligara a rendir cuentas en tiempo real, otra sería la historia", comenta Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral (MOE). Y sustenta su posición con el siguiente dato: "Transparencia por Colombia consolidó que entre 9 listas ordinarias (9 partidos políticos) y 14 indígenas, se reportaron $137 mil 704 millones: esto no es ni siquiera el tope de 2 listas sumadas, que llegarían a 148 mil millones. No reportan lo que en verdad se gastan y la norma no permite hacerles seguimiento para comprobarlo".
Cámara
El dinero es el patrón. Así podrían bautizarse las inversiones para llegar a la Cámara de Representantes. Los cinco que más gasto hicieron fueron los que se llevaron las curules. Mario Castaño (liberal) compensó su falta de trayectoria política con la chequera más carnuda: $465 millones, es decir, $168 millones más que su inmediato perseguidor, Arturo Yepes (conservador), y 2,2 veces la inversión de Hernán Penagos (ver infográfico).
Ninguno de los ganadores pagó menos de $200 millones para convencer a los electores. Carlos Uriel Naranjo, representante que tendrá que abandonar su cargo el 20 de julio, invirtió $165 millones y se quemó, aunque los 4.302 votos de más que sacó Yepes, contrincante de su propio partido, le valieron $132 millones adicionales al menor del clan yepista.
Casi todos los quemados en la pugna por alcanzar la Cámara Baja consiguieron votos proporcionales al dinero que se les fue en época electoral. No obstante, las relaciones costos-beneficios (votos) de Óscar Gutiérrez (Polo Democrático) y Armando Ramírez (Mira) son las más óptimas, pues si se hace la progresión de lo que se gastaron y los votos que obtuvieron, hasta llegar a lo que invirtió Naranjo, su resultado sería contundente: Gutiérrez obtendría 61 mil 650 sufragios y Ramírez 42 mil 800, más que suficiente para convertirse en representantes.
Luz Adriana Moreno Marmolejo (La U) y Hugo Hernán González (Centro Democrático) son casos especiales. A la primera la cobijó la sombrilla de votos de su último padrino político, Mauricio Lizcano. El ser compañera de fórmula de este patrón electoral le valió para obtener la mayor votación, 29 mil 457 marcados a su favor. González, por su parte, se benefició de la lista cerrada, igual que para el Senado lo hizo Carlos Felipe Mejía: llegarán al Congreso amén del expresidente Uribe.
Para cerrar las cuentas de los vencedores y quemados, vale resaltar que la legislación electoral les ofrece a todos un salvavidas: por cada voto que obtengan, el Estado les paga $4 mil 726, indiferente de la corporación a la que aspiraron. Y como el espíritu de la norma no pretende enriquecer a nadie, los votos son reconocidos hasta que sumen la cantidad de dinero que cada candidato reportó en cuentasclaras.com, ni un peso más. Con seguridad, quienes gastaron en exceso, pero reportaron menos y triunfaron, hallarán la forma de compensar sus inversiones no declaradas.
Sueldos
Caracol Televisión publicó el salario de los congresistas: cada uno recibe $24 millones 56 mil mensuales, más un pasaje de ida y vuelta en avión por semana a cualquier destino nacional. Aparte de eso, cada uno tiene derecho a usar un vehículo y escoltas pagados por el Estado. A lo anterior se suman las unidades legislativas (personal de apoyo al trabajo del congresista) que cuestan $30 millones mensuales.
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