MARTHA LUCÍA GÓMEZ

LA PATRIA | MANIZALES

A los 73 años, José Helio Cataño Hernández adquirió conocimientos para asegurar que si a sus 37 él y su comunidad hubiesen estado preparados como hoy, no habrían muerto por su sector 176 personas con el paso de la avalancha del Volcán Nevado del Ruiz el 13 de noviembre de 1985.

Vivían en la vereda La Primavera, de Villamaría, donde se contaban 120 casas al pie del río. La mayoría fue arrastrada con todo adentro. "Murieron los suegros y vecinos, y yo perdí todo".

Vivía con su esposa, cuatro hijos y cuatro sobrinos. Los 10 alcanzaron a salir con vida por un detalle: al frente de la casa funcionaba la subestación de la Chec. El celador lo llamó y le dijo que venía una avalancha. José Helio alcanzó a pasar la familia. "La Cruz Roja había venido antes, nos dijo que en caso de una avalancha corriéramos hacia arriba, pero no sabíamos ni siquiera qué era una avalancha".

En condiciones

Luego de la tragedia fueron reubicados en la vereda Nueva Primavera, en una zona más alta del nivel del río Claro. José Helio sostiene que si ahora pasa algo con el Volcán tienen muchos medios de comunicación (celulares, radioteléfono) y capacitación para saber qué deben hacer.

"En la vereda hay un punto de encuentro en caso de que haya que evacuar. Hace poco hicimos un simulacro, y tenemos gente capacitada para atender una emergencia. Todo gracias a la Cruz Roja Caldas".

Se refiere a la capacitación que brindó este año la Cruz Roja Colombiana seccional Caldas dentro del proyecto Volcán Nevado del Ruiz fase II, financiado por el Gobierno de Estados Unidos a través de la Cruz Roja Americana y que se había iniciado en enero.

"Estamos en contacto con la Cruz Roja y con el Servicio Geológico Colombiano. Nos entregaron un botiquín completo y camillas. Lo que falta es que otras autoridades se pongan al día con las alarmas y los radioteléfonos, porque a veces fallan. La capacitación nos dejó en condiciones de atender una emergencia, de tener una respuesta a una erosión y eso tranquiliza", sostiene José Helio.

Con herramientas

El Corregimiento Colombia, donde está el Kilómetro 41 y otras veredas de Manizales, también fue parte del proyecto. El corregidor, Carlos Felipe Jiménez García, piensa que la vinculación es muy importante por la cercanía con la quebrada Llano Grande y el río Cauca, sobre los que hay asentamientos que se podrían ver afectados con una posible erupción del Volcán.

"Aprendimos mucho de primeros auxilios, cómo manejar heridas abiertas, cómo manejar la situación ante un movimiento telúrico y Bomberos brindó una capacitación en manejo del fuego. En la comunidad quedaron instalados dos mapas de evacuación: Institución Educativa Giovanni Montini y Coliseo, con las rutas de evacuación y el punto de encuentro que es el mismo Coliseo. La Cruz Roja nos entregó un botiquín. La comunidad aprendó bastante, porque no solo fue teoría, también hubo prácticas".

Fuera de esto, el proyecto dejó un sistema de alertas tempranas en el corregimiento para anunciar posibles emergencias. Una en la calle principal, con seis parlantes manejados a control remoto desde Manizales por organismos de socorro, y otra para el sector del colegio.

"Todo esto es fundamental porque en caso de una erupción o de un accidente seremos los primeros respondientes, en especial la capacitación, que puede salvar vidas", señala el corregidor.

El proyecto

Daniel Fernando Cano Mejía, facilitador comunitario del proyecto Volcán Nevado del Ruiz fase II, explica que como Cruz Roja llegaron con capacitación, entrenamiento y dotación a las comunidades del área de influencia del Volcán en Manizales y Villamaría para crear comités comunitarios de primera respuesta ante una emergencia generada por la actividad volcánica.

En los siete meses de ejecución de la fase II estuvieron articulados con el Servicio Geológico Colombiano para la capacitación, y con las alcaldías municipales y la Gobernación de Caldas. La idea es que estos entes territoriales se comprometan a continuar con las actividades, para que perduren los conocimientos adquiridos por las comunidades.

Explica que trabajaron con 1.160 personas de Viejo Río Claro y Nueva Primavera (de Villamaría) y La Carrilera, Llano Grande y Campamento (comunidades del Kilómetro 41, Manizales).

Según la Política Nacional de Gestión del Riesgo, dice Cano Mejía, las comunidades también son responsables de la gestión del riesgo de desastres. Por eso recibieron capacitación en conocimiento del riesgo, caracterización de las amenazas del riesgo, comunicación del riesgo, primeros auxilios, control de incendios básico, evacuación y simulacros, e hicieron este mes simulacros de cierre en las comunidades, en los que les midieron las capacidades adquiridas.

"Cada comité comunitario quedó dotado con kit de primeros auxilios completo -camilla, botiquín, megáfono, extintor, kit de inmovilización-, entre otros elementos disponibles en sus territorios y podrán responder inmediatamente ante cualquier situación de emergencia. Además, cada integrante del comité quedó con chaleco, gorra y señalización para ser reconocidos en sus comunidades".

El comité comunitario de Río Claro lo conforman 17 personas, el de Nueva Primavera 29 y cada uno de los tres del Kilómetro 41 por 25 personas.

"Estas comunidades están especialmente expuestas a un lahar, más conocido como una avalancha, y ellos saben cuáles son las acciones que deben realizar, también la protección respiratoria en caso de caída de ceniza, que son los principales fenómenos que los pueden impactar".

Cano Mejía agrega que dentro de las capacitaciones hubo una sobre protocolo de activación, que se activa en el momento en el que el Servicio Geológico Colombiano emita un cambio en el nivel de actividad del volcán, y existe una cadena de llamadas desde el orden departamental hasta el comité para que ellos sean activados".