Santiago García es estudiante de noveno grado de la Institución Educativa Jaime Duque, de Villamaría. Él se inspiró para escribir esta historia, para decirle a sus pares, compañeros y conocidos que no hay mejor estrategia para salir adelante que la de creer en sí mismo. El PPE felicita a este joven estudiante por su destreza y habilidad escritora e invita a todos los niños y jóvenes de Caldas a plasmar en un texto lo que más les guste. Solo necesitan un tema inspirador y tiempo para darle coherencia a lo que piensan.
Esta es la historia de él, también mía, de su vida y de la mía. Se trata de un joven alegre que acababa de entrar en su adolescencia. Vivía en pueblito agradable, y por cosas de la vida, que terminó viviendo en otro pueblito más bello y agradable.
Por ser recién llegado, obviamente no tenía amigos, nadie con quien congeniar, aunque tenía la opción de reemplazar parcialmente a un amigo o, al menos, eso creía. Esta alternativa era su computadora, un mundo virtual en el que él podía hacer lo que quisiera, un mundo sin leyes, un reflejo de su imaginación.
Los días corrieron y más o menos un mes después de su llegada comenzó sus estudios en la escuela. Al entrar a su salón fue señalizado y rechazado, fue presionado por otros niños, le pusieron apodos y lo amenazaron.
Y la amenaza se llevó a cabo, un día sus compañeros lo esperaron al final de la jornada y cinco pares lo golpearon. Él no le contó a sus padres, pero tuvo más motivos para encerrarse en su mundo virtual.
Pasaron un par años y estaba a punto de convertir lo virtual en su único mundo; ya casi no hablaba con su familia y pasaba más tiempo en la computadora que en su colegio.
Su mamá se empezó a dar cuenta del problema y aunque trataba de alejarlo de muchas maneras, él siempre volvía a su PC.
El joven ya estaba en grado octavo y aún seguía en este mundo. Hasta que un día su madre le pidió que fuese a la tienda a hacerle una diligencia. En este camino conoció a una linda chica. Por dos meses no necesitó de su computadora hasta que la chica se alejó y él volvió a su mundo virtual.
No pasó mucho tiempo, pues tuvo la oportunidad de conocer otras personas, al fin tuvo amigos. Tampoco duró mucho porque se fue alejando uno a uno. Se sintió peor que nunca.
La historia no termina ahí. Un día empezó a congeniar con otras personas y halló un grupo de nuevos amigos, decidiendo así volver a confiar. Eran cuatro personas y solo dos decidieron quedarse en su vida. Fue entonces cuando creyó que su vida siempre sería igual, solitaria. Estaba decidido a acabar con este problema desde su raíz. Dijo en su hogar que saldría a dar una vuelta, pero su intención no era volver. Llegó a un puente donde caer significaba una muerte segura, empezó a escribir su carta de despedida y se preguntó: “¿por qué estoy aquí?, ¿Porque no tengo amigos y quiero alejarme de mi ordenador? Qué estúpido soy, no me amargaré más por no tener amigos, sé que luego vendrán personas que en verdad les agrade estar conmigo”. Con esos el chico llenó sus vacíos y volvió a casa con una gran sonrisa, con ganas de vivir. De esa manera el pelado empezó su nuevo estilo de vida.
Con todo lo que sucedió ahora él sabe sé que lo único que necesita para ser mejor es voluntad y que el cambio solo depende de sí mismo, así que si tú algún día quieres cambiar, no digas que necesitas algo, porque solo te necesitas a ti mismo para hacerlo.
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