Esperé con ansias la mayoría de edad para poder votar, ese deber ciudadano lo aprendí de mi papá, él era liberal galanista, eran los tiempo del “trapo rojo”, del dedo untado de tinta indeleble, de la manifestación aun en el día de la elección, y en donde el sufragio de papel periódico se “armaba” en la casa para luego ser depositado; en aquella época mi papá madrugaba y me llevaba a votar al “centro”, exactamente al antiguo edificio de la Licorera.
Hasta la fecha no recuerdo haber dejado de votar, siempre con devoción, siempre con el sueño de que las cosas pueden ser mejor, venciendo la apatía que produce la injusticia y los escándalos de corrupción. Jamás en el ejercicio ministerial he hecho política partidista, no recuerdo haber sugerido ni en público, ni en privado a una persona votar por este o por aquel candidato, siempre he manifestado a los más cercanos apasionadamente quién me gusta y quién no, con el tiempo he aprendido que si algo divide a las personas son sus convicciones políticas.
Los que se ofenden tanto cuando “los curas” hacemos algún comentario de la situación electoral del país, olvidan que también somos ciudadanos, que la razón de nuestra misión es orientar la conciencia social de aquellos cristianos que quieren ser coherentes con sus deberes civiles, a nadie se le sugiere que no hable de religión aunque sea un ignorante.
Me fastidia en exceso cuando los candidatos de turno buscan a los sacerdotes para que a través de alguna donación se les haga campaña, es más, años anteriores, cuando trabajaba en el Santuario de la Virgen de los pobres en el sector de La Florida, tuve que despachar por el micrófono a sendos candidatos a la alcaldía que aprovecharon la multitud para hacer proselitismo. También desapruebo cuando un clérigo cree que el camino es dejar el ministerio para aspirar a un cargo de elección pública, la mayoría de los casos que conozco han fracasado.
Mis gustos políticos son fáciles de descifrar, nací zurdo con genética liberal, profunda formación conservadora, uribista en su primer periodo presidencial, fascinado con la ola verde y con las ideas del profesor Mockus por lo que me he ganado reproches de tantos amigos “godos” que tengo, vaticiné la voltereta de Santos y cada día me gusta menos el proceso de paz de la Habana.
Escribo este post, solamente para manifestar mi intención de voto en este año. Yo votaría: por nadie, es decir, votaría en blanco, el mismo Cardenal Primado ha dicho que esta es una opción extrema; lo haría por lo mismo, para manifestar rechazo, cansancio, desilusión. Simplemente como una señal de indiferencia a la clase política, tal vez esté equivocado, pero, que importa, al fin de cuentas llevo más de veinte años equivocándome, además lastimosamente por la distancia y por no inscribir la cédula este año no podré votar.
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