Cualquier práctica política sanitaria debe enmarcarse en el esfuerzo máximo por preservar la vida dentro de la equidad social, por estar acorde con el bienestar individual y colectivo, por promover el disfrute del más alto grado de calidad de vida y no por estar entorpeciendo y obstaculizando el buen vivir.

Existe gran cantidad de profesiones en las que prevalece el trabajo individual sobre el grupal, donde cada quien cumple con su función, responde por lo suyo y los resultados no se ven alterados; inevitablemente las profesiones del área de la salud representan la mayor excepción a esto, pues es precisamente la manera de enlazar los diferentes roles lo que se verá reflejado en el grado de calidad de los resultados obtenidos.