Otra forma de ver el posconflicto. Hay diferentes visiones del fin del conflicto. El encuentro de Justicia constitucional finalizó el pasado sábado.
Helmer González
LA PATRIA | Manizales
Entender la paz de otra manera es muy importante, así como reconocer que ha habido continuos hechos y demostraciones de paz. Así lo planteó Vera Grabe Loewenhertz, desmovilizada del M-19 y hoy directora del Observatorio de Paz Bogotá.
Ella expuso en el auditorio 306 de la Universidad de Manizales el tema Paz desde la experiencia, a través del cual criticó la concepción que se tiene del concepto. "Creemos que es un resultado y que está al final del camino".
Grabe Loewenhertz fue invitada al Quinto encuentro internacional de justicia constitucional; cartografías para la paz, realizado del jueves al sábado pasados. La organización estuvo a cargo de los programas de Derecho de las universidades de Manizales y de Caldas y la Fundación Universitaria Luis Amigó.
Indicó que los hechos de paz no han sido más visibles porque con frecuencia se hacen lecturas de paz en clave de guerra. Es decir, cada que se aborda el tema siempre se cae en un recuento del conflicto armado (ver recuadro Paz del M-19).
¿Cuáles son los resultados del Observatorio de Paz de Bogotá que sirvan para aportar al proceso actual?
El Observatorio se ha dedicado a pensar la paz como posibilidad de cambio en la vida cotidiana. Es decir, cómo trabajamos las violencias culturales, cómo hacemos la paz y la hacemos visible y cómo transformamos nuestros conflictos desde la paz.
¿En qué consiste ese trabajo?
En procesos educativos. El país necesita una pedagogía de paz. Va a requerir -y ya se está hablando de eso- de programas de educación para la paz y ahí nosotros ya tenemos metodologías, experiencia, concepción y programas.
¿Esa labor del Observatorio surgió a partir del proceso de paz con el M-19?
El Observatorio sí nace de los acuerdos de paz, pero después se vinculan a personas que no tuvieron que ver ni con la guerrilla ni el Estado, sino académicos y figuras del movimiento social que pensamos desde la paz misma y no a partir de la violencia.
¿Cómo funciona ese modelo?
Nos propusimos abordar la paz como una escuela de pensamiento, de cambio cultural y, de alguna manera, sí es una derivación de la paz de los 90, pero ya es algo nuevo también.
¿Qué diferenciaba al M-19 de las Farc como guerrillas?
El M nace como una crítica a la guerrilla de los años 70. Eso ya es diferente, porque se plantea la revolución de otra manera. Era un movimiento urbano, que eso también lo diferencia. Es preocupado por la política y tiene una concepción diferente y por lo tanto también llega a la paz como llegó. Las Farc tienen una historia más larga, compleja, es un movimiento de resistencia campesina que después se transforma en guerrilla. Después de la Constitución de 1991 y la complejidad del conflicto y los actores, las cuestiones se van complicando, la guerra se profundiza, hay mayores niveles de víctimas. Es una situación bastante distinta hoy.
¿En esos términos cómo definen el posconflicto?
Yo creo que es transición con transformaciones para superar la guerra en este país y sobre todo cómo la sociedad participa en ello. No solo en foros sino con un papel activo. No se trata solamente de desmovilizar a unos, sino que se aproveche para transformar muchas concepciones y ver el país de otra manera.
¿Las brechas generan guerra?
Las brechas sociales, la diferencia campo-ciudad, las estructuras agrarias son formas de violencia, pero no necesariamente tienen que significar guerra. Hay países que también tienen esas situaciones, pero no tienen la complejidad de esta guerra y hay que diferenciarlo. Nosotros crecimos con la idea de que para cambiar la situación social había que tomar las armas, pero está demostrado que eso se agotó.
Paz del M-19
La conferencista fue invitada a compartir su experiencia como partícipe primero del conflicto y luego de la firma del acuerdo de paz. En este sentido dijo: "Los historiadores colombianos tienden a ver el tema en términos de derrota y victoria".
Agregó que se ha calificado la paz firmada con el M-19 como un proceso pequeño, porque al grupo no tenía nada que hacer y le tocó pactar. "Eso es una lectura en clave de guerra, pero si la miramos de otra manera, que detrás hubo una decisión, un cambio de postura, yo creo que la podemos ver distinto".
La idea de la paz imperfecta es importante, porque no se trata de algo absoluto sino que convive con la violencia y es paradójica. "Eso la hace rica, poderosa y posible".
Reflexionó sobre los hechos del Caguan, en donde la sociedad se volcó a esperar que emergiera la paz. "Cuando no la hubo el movimiento por la paz se quedó sin libreto, porque pensaban que solo se iba a definir en esa mesa".
Acerca de los diálogos en La Habana indicó que es importante que la paz tenga un sentido diverso. "Hay que hacer visible que Colombia tiene una historia de paz, que puede ser incompleta, parcial, fragmentada. Hay que aprender de esa historia".
De otro lado, resaltó al movimiento social porque las expresiones de paz siempre han existido en medio y en contra de la violencia. "Hay un gran reto del Estado y es cómo se recoge esa experiencia", destacó. Por último se mostró partidaria de que se conozca qué está pasando en La Habana.
Hace 25 años
Este mes se cumplen 25 años desde que el M-19 como guerrilla y el gobierno de entonces (Virgilio Barco) firmaron la primera acta de intención que dio inicio a los diálogos. Estos culminaron con la desmovilización y dejación de armas de cerca de 4.000 hombres y mujeres.
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