Desigualdad, el mayor lío que nadie detiene

A diferencia de años anteriores en que los conflictos regionales y los conatos de guerra se situaban en el primer orden de los líos mundiales por resolver, ahora todos los países enfrentan a un enemigo natural de las naciones pobres, pero que cada vez gana más terreno en los países industrializados: la desigualdad de ingreso.

De ahí que encabece la lista de las 10 mayores preocupaciones globales, según el “Pronóstico sobre la agenda mundial 2015” que publicó el Foro Económico Mundial (WEC, por su sigla en inglés), tras consultar a 1.800 de sus expertos.

De hecho, el más reciente informe de Oxfam sobre la disparidad de ingresos calcula que en 2014, las 85 personas más ricas del planeta poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad. Y en ese contexto, América Latina es, a 2013, la región más desigual del mundo, según Naciones Unidas. No yendo muy lejos, la misma fuente ubica a Colombia en el puesto 12 de más brecha entre ricos y pobres (ver gráfico).

“Si bien esta situación debería preocuparnos a todos, lo cierto es que son las personas más pobres quienes más la sufren: no sólo sus vidas se ven afectadas por una gran inequidad, sino que carecen, en gran medida, de igualdad”, señaló en el informe de Oxfam el nobel de Economía Joseph Stiglitz.

Y al lado de la escalofriante desigualdad, combate un soldado que el tímido crecimiento económico de los últimos años no ha logrado conjurar: el creciente desempleo, el segundo mayor lío global del informe del WEC.

Y ambos enemigos reptan en un campo de batalla global sin las mejores defensas: Europa se mantiene al borde de la recesión; China desacelera su crecimiento y demanda menos materias primas; Estados Unidos aún cura sus heridas de la crisis financiera de 2008; las tensiones geopolíticas minan a Oriente Medio y Rusia; una África convulsionada ahora amenazada por el ébola y América Latina, con unas economías llenas de altibajos, se abre paso por un mar picado de externalidades negativas.

Y a favor de estos dos enemigos que siembran pobreza, el informe de la WEC señala como tercer problema una falta de liderazgos de las potencias.

Y mientras estamos viendo una mayor integración del sistema económico mundial, el sistema político está más fragmentado y parece serlo que cada vez más, advierte la coordinadora del informe de la WEC, Martina Larkin.

En ese sentido, el internacionalista y politólogo Vicente Torrijos, comenta que “un evidente desafío es el expansionismo ruso que puede distorsionar la ya golpeada economía global y alterar las condiciones políticas, pues a sus pretensiones en Ucrania y Crimea, se suma una fuerte presencia militar en Venezuela y Nicaragua”.

Las buenas intenciones

Y cómo se comporten los heterogéneos liderazgos de las potencias se pondrá a prueba, o en evidencia, este fin de semana, en Brisbane (Australia), sede de otro encuentro del llamado G-20, como se conoce al grupo de economías más desarrolladas (ver nota anexa).

Según informa la agencia AP desde Sidney, se espera que de la reunión de emisores y ministros de finanzas salga un plan que le inyecte a la economía global 2 billones (millones de millones) de dólares, entre otras, mediante el cierre de brechas en infraestructura, como ya lo intenta Colombia.

Pero lo cierto es que así como en febrero pasado de la misma reunión del G-20 salieron 900 iniciativas para incrementar el Producto Interno Bruto (PIB) global, también son cada vez más las voces escépticas de medidas concretas para que el crecimiento económico realmente genere redistribución de ingresos y más empleos dignos.

El vecindario de Colombia

En tanto, la preocupación en América Latina pasa por el meridiano de la creciente corrupción de los líderes políticos: un 77 por ciento de los consultados por la WEC en su estudio de riesgos globales respondieron que es el problema más grande por enfrentar, teniendo la mayor valoración frente a otras regiones del mundo.

Los otros dos problemas más recurrentes entre los encuestados fueron la educación y el desarrollo de competencias, así como el incremento de la desigualdad.

“Se necesitan políticas para formalizar más las economías, pues mientras las micro, pequeñas y medianas empresas generan el 70 por ciento del empleo, es muy poco su aporte al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB)”, concluyó en el informe de la WEC Alicia Bárcena Ibarra, presidenta para América Latina del Consejo de la Agenda Global.

En el caso de Colombia, tanto los problemas señalados como las soluciones, están sobrediagnosticadas, pero conviven con un elemento atípico en la región que advierte Torrijo.

“Vivimos en un conflicto armado interno que convive con situaciones de desempleo, corrupción, y otros ingredientes que hacen de la realidad nacional mucho más dinámica y desafiante que la presente en cualquier otra democracia del hemisferio”, concluye el analista.

Los expertos en geopolítica destaparon sus cartas frente a los líos más apremiantes del mundo en 2015, ahora es el turno de los líderes políticos globales para que movilicen las soluciones.

Diez apremiantes problemas globales

1. La profundización en la desigualdad de ingresos
La prominencia de la inequidad en la parte principal de la lista significa que a estos temas se les percibe de una manera más severa que en años anteriores, pues el estancamiento de los salarios contribuye al ciclo vicioso de la arraigada inequidad por medio del crecimiento y el futuro suprimidos del empleo. Afecta a todos los países en el mundo. El 68% de población controla apenas el 3% de riqueza.

2. El persistente crecimiento del desempleo
Las soluciones para detener el crecimiento del desempleo no son globales, cada región tiene unas necesidades puntuales. Para el caso de Latinoamérica, se debe mejorar primero la educación, luego fomentar la innovación y así crear empleos.

3. La falta de liderazgo
El 86% de personas que respondieron la encuesta del WEC consideran que hay una crisis de liderazgo en el mundo. Hoy se necesitan líderes que prioricen la justicia social y el bienestar sobre el crecimiento económico, con empatía, coraje, sentido de lo moral y de naturaleza colaborativa.

4. La competencia geoestratégica en aumento
Lo que se ve hoy es un patrón de competencia persistente y una debilidad en las relaciones construidas entre países. El cambio en las relaciones de las potencias ha generado un bajón en temas tan importantes que conciernen a todos como el cambio climático o los problemas mundiales de salud. La lección más importante es que no se puede permanecer pasivo. Se necesita más cooperación internacional.

5. El despertar de la democracia representativa
En los últimos dos años las protestas ciudadanas han movido titulares en muchos países. En el mundo hay instituciones del siglo XIX con mentalidad del siglo XX que intentan comunicarse con ciudadanos del siglo XXI. La vieja forma de hacer política cambiará definitivamente. La democracia debe modernizarse e incluir a los ciudadanos en los procesos de decisiones. Los gobiernos deben tratar a las personas como individuos y comunicarse con ellos, a través de los medios más adecuados.

6. La contaminación en aumento en el mundo en vías de desarrollo
Las decisiones que hoy se toman para solucionar el tema de la contaminación son cruciales y eso incluye la disminución de la huella de carbono, la generación de energía, el diseño de las ciudades y las redes de transporte. Hay potencial de generar un impacto hoy, pero no hay mucho tiempo.

7. El aumento de fenómenos meteorológicos graves
No hay continente que se haya librado de algún fenómeno natural que afectó a la población, en especial a la más vulnerable. Todo esto ha cambiado la percepción del mundo sobre el cambio climático. Desafortunadamente, las discusiones sobre este tema se reducen al manejo de la huella de carbono. Se necesita hacer más y es ahí donde el sector privado puede tomar ventaja, desde el desafío de una respuesta oportuna a estos fenómenos, hasta el reto del desarrollo para convertir esto en una inversión. Una solución propuesta es fortalecer la capacidad de recuperación antes de que ocurra un desastre (resiliencia), invertir en desarrollos que piensen en futuro, puede ser costoso y lento pero a largo plazo tendrá grandes beneficios.

8. La intensificación del nacionalismo
Para que Latinoamérica mejore sus identidades nacionales debe intensificar su trabajo de cooperación y asociaciones internas, generando conciencia y educación para la ciudadanía. La manera de convivir no solo está dada por compartir derechos a los servicios básicos o beneficios ciudadanos, también por el solo hecho de compartir soberanía. Se debe pensar en grande.

9. El aumento del estrés hídrico
Los dos principales componentes de la crisis del agua son los recursos hídricos y el acceso al agua. Este último es un derecho humano básico. En el mundo no es raro ver empresas de servicios públicos que carecen de los medios para invertir en infraestructura a largo plazo y, con frecuencia, es el pobre quien se queda fuera de esta infraestructura. Hay que trabajar desde todos los campos en dar acceso, desde el empresarial, en inversión, hasta a la población vulnerable con herramientas de microfinanzas para que puedan conectarse a la infraestructura de abastecimiento de agua.

10. La creciente importancia de la salud en la economía
Un promedio del 85% de los ciudadanos de cada país considera que la salud es un problema en su nación. Hay temas más allá de las infecciones en los que se debe trabajar: el envejecimiento de la población, mejorar la salud de los niños, el crecimiento de enfermedades no transmisibles. China es un ejemplo sobre la relación entre salud y productividad, aumentó el gasto en asistencia sanitaria y ha sido constante en el crecimiento de la investigación biomédica. Los chinos creen que mejorar su capacidad de investigación es una maravillosa manera de construir su economía. Invertir en la salud de los ciudadanos de una nación es lo más inteligente que un país puede hacer.