
GUILLERMO VALLEJO
LA PATRIA | MANIZALES
Ligero de equipaje. Con la serenidad que dan el conocimiento y la experiencia. Orgulloso de su familia. Satisfecho de servirle a Manizales y Caldas. Considera que su vida apenas comienza. Reconocido por sus colegas. Alegre y jovial. Así es Duvan Marín, uno de los tres funcionarios más antiguos y emblemáticos de la cadena radial.
-¿Qué sentimiento tiene luego de 42 años ininterrumpidos en Caracol?
El del deber cumplido en una empresa que me brindó la oportunidad de hacerme profesional del periodismo para informarle a una audiencia que siempre me mereció el mayor respeto y por la que lo di todo.
-¿Cómo y cuándo ingresó?
En unas vacaciones de la Escuela Juan XXIII, en diciembre de 1970, mi padre Evelio Marín me llevó de la mano para presentarme a don Gilberto Aristizábal Estrada, mi primer gerente. Cubrí las vacaciones del mensajero de la emisora. Luego vino la vinculación laboral el 8 de febrero de 1971; pasé a cobrador, operador de audio, recepcionista, remplazo de secretarias, pagadoras, locutor, periodista…
-Una lección
Que el periodismo debe estar al servicio de la gente, especialmente a la que los gobernantes mantienen en el olvido.
-¿Qué noticia lo marcó?
La del terremoto del Quindío en enero de 1999; fue impresionante lo que vivimos durante dos semanas en los municipios afectados.
-¿Cuál hubiese querido dar y no pudo?
La libertad que consiguió en fuga el exrepresentante a la Cámara Oscar Tulio Lizcano después de ocho años de secuestro; tuve la noticia de primera mano gracias a su cuñado, el médico Diego Arango.
-Prensa, radio y televisión, ¿cómo lo logró?
Gracias a la radio aprendí a hacer prensa y televisión. Laboré en LA PATRIA y Nuevo Estadio; corresponsal de El Espectador, El Tiempo, del noticiero 24 Horas al que me llevó Javier Hernández Bonnet. Con Felipe Cardona y Gabriel Fernando Cárdenas hicimos los primeros programas deportivos en Telecafé y con el “Tato” Sanín la primera transmisión en directo de un partido desde el estadio Fernando Londoño por el canal regional, Once Caldas-Junior.
-El momento más difícil
La huelga de 43 días en Caracol. Por falta de acuerdo para la firma de la convención colectiva hubo “apagón” general en las emisoras. ¿Se imagina más de un mes sin poder abrir un micrófono para dar una noticia?
-La mayor satisfacción
Soy un privilegiado porque he tenido muchos maestros. Soy la suma de tantos. No olvido a Orlando Cadavid, Álvaro Hernando Gallego, Augusto Salazar, Ramiro Ruiz, Joaquín Castaño, Jairo Castro, Iván Darío Góez, Yesid López, Carlos Ernesto González, Guillermo Vallejo, María Teresa Peñaloza, Oscar Rentería, Hernán Peláez, César Augusto Londoño, Javier Hernández, Esteban Jaramillo, Abel Rivera, Carlos Antonio Vélez, Mario César Otálvaro, Germán Ríos, Mariela Márquez y Javier Giraldo. Dos damas que nunca olvido, Inés Arango de Velásquez y Melba Beltrán Osorio, me arroparon con sus recomendaciones para que fuera un buen trabajador.
-¿Cómo logró combinar todos los frentes informativos?
Empecé en lo deportivo gracias a César Augusto Londoño el hombre que más me orientó y el que siempre quiso que estuviera a su lado con propuestas para acompañarlo, en Bogotá, inclusive. Ahí mostré que tenía vena para el periodismo y le seguí el consejo a don Carlos Ernesto González para que aceptara conformar el equipo periodístico que dirigía Guillermo Vallejo en Caracol y Radio Reloj.
"Me quedo con el de antes"
Para Duvan el ejercicio del periodismo de antes y el de hoy no tiene comparación. Son épocas diferentes. Para él, la tecnología de punta le ha restado trascendencia a la profundidad. Las redes sociales llevaron a que con un mensaje, estilo telegrama, un periodista hace su noticia y sale rápido y fácil del compromiso. Sin investigación. “Me quedo con la esencia del periodismo de ayer. No obstante acepto que lo de hoy hace parte de la globalización”.
Lleva en los genes los linotipos, cámaras, micrófonos, la máquina de escribir, el computador y todo eso fue heredado por los suyos.
“Mi hermano Andrés es periodista de Inpahu, mi hijo mayor, Alejandro, es el coordinador del Canal Une, Santiago el menor, Ingeniero de Sistemas se ha lanzado desde Buenos Aires, donde reside, con informes especiales para Break de Une; un ahijado, Juan Carlos Osorio, periodista en Confamiliares y dos hijos de primos, Juan David Martínez y Wilmar Cárdenas”.
-Su máximo logro
Haberle cumplido a Caracol durante 42 años con disciplina, amor por la empresa y representarla como corresponde: una de las más grandes del continente.
-¿Frustración?
Ninguna. Quise estar en un mundial y gracias a unos amigos estuve en Usa 94; fui delegado de prensa de los Panamericanos de Mar del Plata, Argentina en 1995 por la Acord; ese año Óscar Rentería Jiménez me incluyó en la nómina de Caracol a la Copa América de Uruguay; soñé con unos Olímpicos y estuve en Atlanta, Washington y Miami en 1996 y en 1999 a Argentina con el Once Caldas en su primera presencia en la Copa Libertadores.
-Su visión crítica del periodismo en la provincia…
Hay que mirarlo como otra profesión, tan importante como la medicina o la ingeniería. Unidos, quienes las ejercemos, debemos aportarle lo necesario a las regiones en un país que centraliza y no mira a la provincia. Por eso a Bogotá llegan anualmente 200 mil personas en búsqueda de empleo como consecuencia de la falta de oportunidades en sus ciudades.
-Si volviera a nacer, ¿sería periodista?
Sin duda. El periodismo me ha dado todas las satisfacciones en mi vida. Y no me arrepiento de lo que hago como periodista.
- La mayor enseñanza…
Que a la gente hay que saberla escuchar para entenderla.
-¿Qué representa la familia en su proyecto de vida?
Todo. Son mi apoyo. Han vivido de cerca mi acontecer diario, han gozado como yo, mis actuaciones en los medios. Fundamentales, sin ellos imposible.
-¿Creyente?
Al ciento. De fe y agradecido con Dios que me ha dado tanto. He mantenido excelentes relaciones con la Iglesia Católica a la que siempre le respondí hasta con el mensaje diario con sacerdotes como Rodrigo López, Rubén Darío García, Luis Fernando Yepes, Germán Eduardo Duque, Humberto González y Luis Eduardo Loaiza.
-Aunque apenas empieza su nueva vida, ¿se siente más ligero de equipaje?
Tendré más tiempo para mi familia. Pero no me detendré. Es solo una etapa más. Ahora podré practicar más a menudo fútbol, atletismo y ciclismo.
-Un mensaje para sus oyentes…
Los llevo en el corazón, a ellos me debo, me siento querido por un infinito número de personas que nos honraban con su sintonía. Eran lo primordial.
Duván Marín Martínez. Un café, no en el quinto piso del edificio Don Pedro sino en la parte más alta de su Manizales del alma. Desde allí admira y disfruta la vida pasar y pasar, sin la adrenalina y el estrés de la sala de redacción. Planea cómo seguir trabajando por una Colombia mejor, pensando en su vocación: servir.
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