COLPRENSA | LA PATRIA
El fotógrafo cartagenero falleció ayer en Nueva York, donde vivía con su hija. Aunque tenía 94 años, su vitalidad asombró a quienes escucharon las historias que vivía detrás de la cámara y que lo convirtieron en testigo de primera mano de los más importantes acontecimientos del siglo XX en Colombia.
El legado de López es tan extenso como rico en temáticas y escenarios. En su archivo se pueden encontrar piezas de arte y crónicas visuales de cómo varias regiones del país se transformaron en grandes urbes.
Las fiestas no fueron ajenas a él y su talento. Son muchas las ferias y fiestas a las que asistió para plasmar con su máquina fotográfica, pero en especial con su visión única, y es por eso que es considerado el gran fotógrafo del Carnaval de Barranquilla.
En su archivo se encuentran rostros anóminos, la pobreza, el trabajo, los grandes y pequeños acontecimientos urbanos, como ejes temáticos de sus obras, pero muchos lo recordarán por ser el fotógrafo designado por el Gobierno Nacional para hacer parte de la comitiva que acompañó a Gabriel García Márquez para recibir el Premio Nobel de Literatura.
Pero desde antes, López era muy cercano a Gabriel García Márquez, quien junto a Alejandro Obregón, Álvaro Cepeda Samudio, Germán Vargas, Alfonso Fuenmayor, Rafael Escalona, entre otros, hizo parte del Grupo de Barranquilla en el famoso bar 'La Cueva', el cual hoy en día es una fundación cultural.
Las nuevas generaciones de colombianos conocieron de primera mano cómo fue la visita del papa Paulo VI a Colombia en 1968 gracias a su trabajo, por lo que buena parte de sus imágenes hacen parte del patrimonio cultural visual del país.
Encuentro casi irreal
Cuenta la historia que antes de cumplir sus 20 años de edad, tuvo su primer encuentro con una cámara fotográfica, un aparato extraño, casi irreal para la época, pero desde ese momento hizo parte de él inseparable hasta sus últimos días en Nueva York, ciudad en la cual vivió buena parte de su existencia.
Desde ahí su vida estuvo entre cámaras, cuartos oscuros, negativos, fotografías, siempre teniendo claro que lo importante no era la máquina fotográfica sino el ojo que le permitía captar momentos irrepetibles que narraban una historia, que hoy en día se pueden conocer y admirar gracias a su legado.
Su aprendizaje comenzó gracias a las enseñanzas de un fotógrafo itinerante, en especial los secretos del revelado, siendo su primer cuarto oscuro la cocina de su casa y algunos utencilios para la preparación gastronómica, pero de ahí en adelante fue un autodidacta y su extensa colección de libros de fotografía, una biblioteca que envidiaría cualquier amante del mundo de la imagen.
Junto a la fotografía, experimentó el quehacer del cine en Colombia, con la 'Langosta azul', cuando fue llamado a participar, en calidad de director de fotografía, en el rodaje de la primera película colombiana, que además contaba con un argumento surrealista de ciencia ficción, sin saber que por cosas del destino y la ingenuidad que se suponía el hacer cine en un país donde no se hacía cine, terminó siendo el actor principal.
Nunca dejó de reirse de sus propias historias, por más que no dejaba de repetirlas por décadas. Siempre parecía que las relataba por primera vez y que él era el primer sorprendido por los acontecimientos que había vivido. Un hombre que vió y supo interpretar el mundo, siempre tuvo mucho por contar.
Pero su búsqueda fue una sola, el lograr la imagen perfecta, que siempre esperaba fuera la próxima fotografía. De la curiosidad de siempre pensar en que una fotografía puede tomarse de otra manera, tarea que siempre emprendió desde su época como corresponsal de diarios de circulación nacional en Barranquilla o cuando se trasladó a Bogotá para ser jefe de fotografía de la revista Cromos, incluso cuando fundó su propia agenciaq noticiosa.
Recorrió el país cuando trabajaba como corresponsal para la revista brasilera O’Cruzeiro en la década de 1960, un material que archivó de manera muy ordenada y es un gran legado visual, porque pese al prestigio y los galardones que cosechó a lo largo de su vida, siempre tuvo la mirada en la calle como uno de los más grandes reporteros gráficos del siglo XX.
En Colombia recibió los más grandes galardones que se le otorgan a la cultura, pero también su reconocimiento fue internacional con el Primer premio mundial Kodak NY, 1963 con la fotografía 'Balcones de cartagena', por mencionar tan sólo uno de ellos.
Buena parte de su archivo ya está en manos y al cuidado de la Biblioteca Nacional de Colombia para catalogarlo y digitalizarlo, para así garantizar su mantenimiento y difusión del mismo.
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