LA PATRIA | MANIZALES
“Cucurrucucu... paloma...
cucurrucucu... no llores”
Santiago Aguirre, de 10 años, entonó varias veces el estribillo de la canción que hizo famosa a Rocío Dúrcal y el público le aplaudió efusivamente. Minutos antes había sorprendido con la interpretación de Cómo me haces falta, de Ana Bárbara, que parecía salir de los poros del niño moreno y cabello negro.
La escena se vivió el pasado viernes, rompiendo el protocolo oficial de la entrega de unos computadores del Gobierno Nacional a una biblioteca comunitaria del barrio Minitas. Santiago, con el uniforme del Instituto para la Ciencia, hizo que algunos asistentes levantaran las manos, mientras otros lo grababan y le tomaban fotos.
En la mesa principal se contagiaron de la alegría matutina la viceministra de las TIC, una congresista y el alcalde de Manizales, Jorge Eduardo Rojas, que después de la presentación de Santiago, a quien el público le gritaba: “otra, otra, otra”, le prometió al niño que le daría una beca para que estudie música en Bellas Artes.
De paso el mandatario también le delegó al gerente del Instituto de Cultura y Turismo que formule un plan cazatalentos para encontrar y apoyar a niños como Santiago, cuyos ojos se iluminaron y una sonrisa tímida expresaba su emoción.
Tras el pantallazo de hace cinco días, Santiago está más motivado para alcanzar su sueño de ser un cantante famoso. El fin de semana participó en dos concursos que organizan centros comerciales de la ciudad, y en uno de ellos quedó de tercero entre 18 participantes. “En el otro estuve a un pelo de clasificar”, contó, uniendo sus dedos índice y pulgar.
Empezó a cantar a los cuatro años animado por su abuela, Amparo Posada. “Con ella hago los ensayos, me ayuda en la vocalización, la interpretación de las canciones y a respirar mejor”.
Para Amparo se trata de un talento de raíces familiares que no se puede desaprovechar. “Mi hermana Luz Elena, que fue una reconocida cantante aficionada, también apoya a mi nieto”.
Las rancheras y las baladas son los géneros favoritos de Santiago, especialmente las románticas, y por esto, precisamente, admira a Rocío Dúrcal y Juan Gabriel, de quienes aprendió algunos gestos para deleitar en el escenario. En el salón del barrio Minitas movía su mano izquierda como moldeando figuras que se imaginaba.
Él, su mamá y su abuela están ilusionados con la promesa que hizo el alcalde. “Ese día nos pidieron el teléfono y aún no nos han llamado... esperemos a ver, porque falta plata para darle estudio al niño”, expresó tranquilamente Amparo, que en su casa en el sector de Ondas de Otún ha cultivado el don del canto en su nieto.
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