COLPRENSA | LA PATRIA
Pacheco, el hombre más versátil de la televisión colombiana tuvo en vilo a los medios de comunicación y a sus miles de admiradores desde el pasado jueves 20 de junio por su reclusión en la Clínica del Country, debido a una grave afección respiratoria. Aunque fue dado de alta el lunes pasado, decidió quedarse hasta el martes.
Por haberle hecho el quite una vez más a la muerte, Pacheco, de 80 años, fue objeto de felicitaciones y amorosos mensajes de colegas, amigos y seguidores en los diferentes medios y redes sociales.
¿Pero cómo no alegrarse de que siga vivo si Pacheco para muchos colombianos es como parte de la familia? ¿Quién de los adultos de hoy no recuerda haberlo visto en ‘Animalandia’ siendo víctima de las pilatunas de los payasos Tuerquita, Pernito y Bebé? ¿O haciendo repetir a una lora: ‘A mí, Gelada o nada’?
En más de 50 años en la TV nacional, Pacheco se convirtió en una marca que realzaba la programadora donde estuviera, como lo reconoció una vez su amigo Julio César Luna: “Todo lo que ha hecho ha sido hito, como animador, presentador, entrevistador, es un hombre sin caretas”.
Así también lo recuerda el humorista Hugo Patiño, quien trabajó con él en ‘Operación Jaja’ (1970-1971), “donde todo era en vivo, él era el presentador y los humoristas no podíamos contar chistes vulgares”.
Tal como se ve en la TV así es en la vida real, resalta Patiño. “Sencillo, amable, espontáneo, con buen sentido del humor, uno le contaba un chiste y por muy malo que fuera se reía. Cantaba bingos, participaba en caminatas, se pintaba la cara, se disfrazaba, toreaba, boxeaba, hacía cualquier cosa por colaborar con una causa social”.
De cuna española
Nacido en Valencia, España, pero criado desde los 4 años en Colombia, Pacheco intentó estudiar medicina, derecho y economía, pero ninguna de estas carreras lo sedujo. Entonces fue marinero de la Flota Mercante Gran Colombiana por cuatro años. El mar lo marcó, ha dicho, pero no es cierto que en cada puerto haya un amor, ha expresado también. “En Buenaventura era donde una prostituta lo favorecía a uno con sus cariños, a cambio, uno le regalaba un corte de tela comprado en Panamá”.
Animando una fiesta de amigos con guitarra en mano lo conoció Alberto Peñaranda, el dueño de Punch, quien le propuso en 1954 hacer un programa musical. El primer invitado fue don Pedro Vargas. Ese día cantó delante de la estrella mexicana ‘Pena Penita’, “salió horrible”, reconoce Pacheco, pero a la gente le gustó. Decían que a pesar de ser feo y vestir mal, les encantaba su simpatía. Poco tiempo después hasta le doblaron el sueldo.
En TV hizo concursos, musicales, programas de variedades, de humor, de entrevistas, participó en telenovelas, series; hizo cine, teatro, fue comentarista taurino (también en la radio). Hubo una época, 80-90, que aparecía tanto y en tantas cosas, sobre todo en TV, que lo criticaban por saturar al público.
Él lo reconocía: “La televisión es peligrosa porque quema fácilmente. Seguramente muchos, cuando aparezco, dirán, ‘otra vez Pacheco, qué pereza’”.
Para el periodista y analista de medios Germán Yances, “la figura de alguien tan absoluto como Pacheco solo podía darse en el marco de un país cerrado y una TV más chiquita que la que tenemos hoy... Y digo absoluto porque él era todo en la TV: animador, presentador, entrevistador, payaso, torero, paracaidista y hasta celebridad, un poco. Su desparpajo daba para todo y la gente percibía su tremenda autenticidad y le gustaba”.
Por eso, a pesar de su retiro de la pantalla, hace algunos años, hay muchos televidentes que lo siguen extrañando.
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