
Una década de creatividad recopilada. Movimiento cineasta. Protagonistas. Narraciones.
Sergio Villamizar
COLPRENSA | BOGOTÁ
Memorias de una cinefilia, libro de Sandro Romero Rey en el que narra el movimiento creativo y artístico que se desarrolló en Cali entre los años 70 y 80. Él lo vivió, lo recuerda, lo añora, pero no deja que esa nostalgia nuble su objetividad sobre los hechos que describe en sus textos sobre Andrés Caicedo, Carlos Mayolo y Luis Ospina.
La historia, contada en primera persona presenta su visión sobre los protagonistas claves en este movimiento, sin olvidar que Cali, la ciudad con sus claros y oscuros, siempre fue protagonista y testigo de todos estos acontecimientos.
- ¿Cómo fue reconstruir lo que estuvo en el olvido?
Ha sido una necesidad generacional que no me he impuesto, sino que al haberla vivido siento la obligación de contarla, de compartir los mejores momentos de la cultura de mi ciudad. Protegiéndome en la primera persona del singular, he tratado de poner al día lo que sucedió con el cine, el teatro y la literatura a través de libros como Memorias de una cinefilia o los dos tomos titulados Género y destino. La tragedia de hacer arte en Cali en décadas de tanta convulsión. Son libros que he escrito con mucho gusto y, al mismo tiempo, con mucha urgencia, porque la muerte ataca en cualquier momento.
- ¿Difícil escribir sobre personas con los cuales se compartió tanto?
Es importante aprender a guardar distancia con respecto a la obra de los amigos. Hay que saber mirar con la perspectiva de los años, qué significaron los actos que hacíamos, en un momento en el que era más importante hacer que pensar. Hoy, cuando la fiesta pareciera haber terminado, me he dado cuenta de que muchas de las películas o libros que gestamos con tanto entusiasmo, han seguido vigentes y nuevas generaciones nos agotan con preguntan al respecto. Mis libros son una manera de luchar contra nuestra propia amnesia y al mismo tiempo, para responder a los curiosos, a los estudiosos y, por qué no, a los envidiosos.
- ¿Cómo fue ser parte de esa época creativa en medio de la violencia?
Justamente en el reciente documental de Luis Ospina Todo comenzó por el fin, que se estrenó en el pasado Festival Internacional de Cine de Toronto, se reflexiona sobre ese asunto. Visto en perspectiva parece inverosímil. Pero en Colombia aprendimos a torear los carros bombas, mientras se hacía el Festival Iberoamericano de Teatro, todas las películas caleñas, en fin, la vida seguía su curso. Hoy por hoy, se puede ver como una manifestación de insensibilidad, cuando debería leerse como una manera de aprender a sobrevivir. No solo los que hacíamos arte, sino para el público al que nos dirigíamos.
Reconocimiento
- ¿Se le ha reconocido a Andrés Caicedo, Luis Ospina y Carlos Mayolo su labor?
Se les ha ido reconociendo, pero hay que aceptar que todo se ha hecho también gracias a nuestra persistencia. Si Ospina y yo no nos hubiéramos encargado en convencer a las editoriales de que la obra de Caicedo era genial, difícilmente, hubiera pasado lo que pasó.
De ser un fenómeno local ahora se ha consolidado con traducciones a más de cinco idiomas, sin contar todas las tesis y los estudios universitarios que se multiplican. Lo mismo ha sucedido con las películas de Ospina y Mayolo. Ellos son de los pocos realizadores colombianos de los 70 que todavía son invitados a los más grandes festivales del mundo, aún con sus viejos films.
- ¿Las nuevas generaciones han entendido la obra de Andrés Caicedo?
No solo lo han entendido, sino que lo han reinventado. Lo consideran a uno de los suyos. Lo que más me gusta de su obra es que no ha dependido ni de estrategias comerciales ni de trampas editoriales. Siempre he dicho que ha habido una suerte de reciclaje generacional. Nuevos lectores, siempre muy jóvenes, que se encargan de descubrir a Caicedo, como si se tratase de un autor que acaba de publicar su primer libro.
- ¿Por qué se debería leer Qué viva la música?
Es uno de los libros más importantes de la literatura colombiana. Es un gran poema, un manifiesto generacional, una elegía, una rockola, una fiesta de las palabras. Y uno de los libros más divertidos que se haya escrito entre nosotros.
- ¿Cómo fue la reconstrucción de Andrés Caicedo para este libro?
Memorias de una cinefilia es un libro dividido en varias partes: Cali, Caicedo, Mayolo, Ospina, yo mismo. Lo más extenso es justamente la reconstrucción de Andrés a partir de los textos que he escrito sobre él a lo largo de mi vida. Es una colección de testimonios que volvieron a armarse para que se convirtieran en un solo cuerpo: el cuerpo de los recuerdos esenciales de nuestra generación.
- ¿Cómo eran los cine clubes organizados por Caicedo?
El Cine Club de Cali nació en la sala del Teatro Experimental de Cali. Después estuvo por un breve período en el desaparecido Teatro Alameda. Y entre 1971 y 1977, en el Teatro San Fernando. Luego de su suicidio funcionó durante un año en la Cinemateca La Tertulia. Pero la edad de oro fue, sin lugar a dudas, la fantástica fiesta cinéfila de los años 70, donde aprendimos y vimos de todo: de Bergman a Fellini, de Corman a Wilder, de Buñuel a Polanski.
Al mismo tiempo, era un parche, un lugar para encontrarse con los amigos, para oír música, para prepararse para ser eruditos y felices.
Cali es Cali
- ¿Cuánto de mito y de realidad hay sobre el llamado Caliwood?
La palabra Caliwood se volvió un chiste largo. Surgió de una broma en una fiesta, insisto en que yo mismo inventé la palabra, pero todos los que lo pueden confirmar estaban borrachos, incluso el inventor del chiste. Ahora hablan de Caliwood muy en serio, incluso se inventaron un museo y me dicen que el señor hasta patentó el nombre, para que los que nos inventamos el chiste no le digamos nada. Lo que sí es cierto, y el documental Todo comenzó por el fin de Luis Ospina lo confirma, es que se trató de una generación que entre 1971 y 1991 hizo una serie de películas fundamentales para la historia del cine colombiano.
- ¿Y el legado de Mayolo?
Desde hace ocho años que falleció no dejo de pensar un día en él. Me hace mucha falta. Le debo demasiados momentos de felicidad y de sabiduría. Y no me arrepiento de ayudar a difundir su obra a través de sus libros póstumos, de las Memorias de una cinefilia, de la restauración de sus películas. Es poco lo que se puede hacer en comparación a su divertidísima genialidad.
- Y Luis Ospina vigente ¿Seguirá con cinesífilis?
Él morirá de cinesífilis ya que el cáncer no pudo matarlo. Por fortuna nos ha dejado una obra inmensa, con un golpe contundente reflejado en Todo comenzó por el fin, ahora invitado especial al Festival Mundial de Documentales en el Japón y a una decena de festivales internacionales, antes de su aterrizaje en Colombia en el 2016.
Sandro Romero Rey
Nació en Cali. Ha estado vinculado a la actividad teatral desde muy niño, como autor y director. Vivió en París, Barcelona y Londres. Ha sido compilador de distintas obras que Andrés Caicedo dejó inéditas, y ha llevado a las tablas varios de sus cuentos.
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