Luis Francisco Arias Bonilla
LA PATRIA | Manizales
Don Nicolás Ricardo no necesita sus apellidos para presentarse como familiar de Gabriel García Márquez. Los ojos vivaces, las cejas tupidas y trianguladas y hasta la picardía en las palabras lo delatan. Es fácil inferir que participa de la misma sangre de Gabo.
Desde la muerte del escritor, el pasado Jueves Santo en México D.F., Nicolás Ricardo Arias Yance, como es su nombre completo, se ha convertido en el segundo hombre más famoso de Aracataca (Magdalena) después de su primo, con quien comparte el mismo abuelo, el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, aquel que le contó al pequeño Gabo tantas historias que luego se transformaron en los cuentos y las novelas del más grande escritor colombiano de todos los tiempos.
Este hombre delgado y moreno, de 78 años de edad, es el único sobreviviente cercano de la familia del padre del Realismo Mágico, que todavía vive en Aracataca, cálida población caribeña con cerca de 38 mil habitantes.
“El parentesco con García Márquez, vea qué vaina, se me perdió”, expresa con alegre sinceridad al explicar que su padre, Rafael Arias Márquez, hermano medio de Luisa Santiaga, mamá de Gabo, fue hijo no legítimo del coronel y María Arias, y como era costumbre en esos casos el apellido de la madre iba primero.
Eso poco les importa, sin embargo, a quienes visitan el pueblo y lo encuentran en la calle, en su humilde casa del barrio El Carmen, o en la Casa Museo dedicada a su primo escritor, nacido allí el domingo 6 de marzo de 1927.
Los turistas se le acercan con sus cámaras y celulares para tomarse fotos con él, muchos incluso pensando que es un hermano del autor de Cien años de soledad.
También los periodistas colombianos y extranjeros lo buscan para tratar de descifrar las claves que convirtieron en gran escritor al niño que nació hace 87 años en esta población productora de banano, cacao y palma africana.
Lo conoció en una parranda
Con humildad y dispuesto para cada pregunta, don Nicolás Ricardo saborea la fama mientras en su rostro se le marca la tristeza por el fallecimiento de su renombrado familiar y paisano, a quien vio por última vez hace tres años en Cartagena.
En el patio trasero de la Casa Museo Gabriel García Márquez, don Nicolás Ricardo cuenta que solo vino a conocer a su pariente en 1966, cuando el creador de Macondo y de la estirpe de los Buendía comenzaba a ser famoso.
“Cuando yo nací, en 1936, Gabo ya se había ido”.
Su primer encuentro fue en Aracataca, cuando se celebró allí el primer Festival de la canción vallenata, el cual luego trasladó su sede a Valledupar (César).
“Nos conocimos en esa parranda, y nos volvimos a ver en el 82, después de que ganó el Nobel, cuando fue a la casa con mi tía Luisa, y varios hermanos de él: Jaime, Gustavo y Luis Enrique”, recuerda animado don Nicolás.
Lejos de la literatura
Pese a su fama repentina por la muerte de Gabo, confiesa que está lejos de haber sido alguien realmente parecido a su primo, pues nunca le gustó estudiar. “Hice la primaria a empujones”. Hoy se esfuerza en terminar de leer Vivir para contarla, obra en la que García Márquez nombra a Rafael Arias entre los tíos maternos.
A cambio de eso, don Nicolás ha hecho toda clase de cosas en la vida: “Fui chofer, celador, operador de máquinas de cine, locutor de radio y animador de casetas. He sido de toda cuanta vaina hay”, expresa con picardía.
Como evidencia de la familia de la que proviene este cataqueño con 6 hijos, 17 nietos y 5 biznietos es lo que Gabo llamaría un “buen mamador de gallo” y él lo sabe: “Mi señora se pone brava a veces cuando ella me dice una cosa y yo le salgo con otra diferente, pero que concuerda la una con la otra”.
Tal vez, por eso, una vez le preguntaron que si él también escribía. “Ni a la novia le escribí nunca una carta”, fue su respuesta. Pese a todo ello, es evidente que por sus venas corre la misma sangre del ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982.
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