Fernando Gómez
LA PATRIA | Tunja
Aunque ciudad capital, Tunja conserva ese ambiente pueblerino que le brindan sus estrechas y acogedoras calles; su Catedral, considerada la más antigua de Colombia, construida a partir del año 1567, es considerada Monumento Nacional, junto a las demás edificaciones que la rodean.
A 15 minutos de su casco urbano, en la vía que conduce a Bogotá, el amor por una Colombia libre regresa a las mentes de los visitantes, cuando sobre el terreno en que permanece el puente de Boyacá, la imaginación vuela, y de alguna manera evoca la lucha de quienes sellaron la libertad del territorio patrio.
Las hermosas edificaciones que imponentes muestran la mejor cara de una ciudad amable y acogedora se erigen sobre cada una de las angostas calles y deleitan el paladar de quienes aman las diferentes expresiones arquitectónicas antiguas. Tal es el caso de la Universidad Santo Tomás, ubicada en el centro de la ciudad, la cual, como la Catedral Basílica Metropolitana Santiago de Tunja, es considerada la más antigua del país, fundada en 1580.
Así, Tunja no desentona frente a la belleza del paisaje boyacense, y a la atracción que cada una de las ciudades intermedias de Boyacá tiene para ofrecer a quienes llegan desde otros lugares del país y del exterior.
Aire de patriotismo
Recorrer el centro de este departamento, en ese espectacular triángulo comprendido por Paipa, Duitama y Sogamoso, es entrar a un mundo de devoción religiosa, y ese sentimiento que despierta la historia patria.
Detenerse frente al considerado monumento más grande de Colombia (33 metros de alto), el de los Lanceros, situado en el campo del Pantano de Vargas, es respirar ese aire de patriotismo y amor por quienes lucharon en una época donde el privilegio de morir por la nación a la cual defendían, era un orgullo y una decisión que muchos querían tomar.
14 lanceros esculpidos por el ya desaparecido escultor Rodrigo Arenas Betancouth se erigen imponentes en un campo denominado por muchos como sagrado, debido a la historia que allí se escribió.
No es difícil hacerle frente al frío boyacense y encontrarse aquellos bancos de niebla, los cuales se convierten en un ingrediente más para formar paisajes furtivos que deslumbran al visitante, creándole esa sensación de que ha encontrado algo nuevo para contar.
Las parroquias se erigen imponentes en cada cuidad, embelleciendo cada espacio, y dándole ese toque mágico a las plazas donde permanecen como testigos mudos frente al paso de la historia, una historia donde la devoción religiosa y el recuerdo de una lucha patriótica en pro de la libertad, se unen para atraer a quienes gustan del turismo bajo este tipo de facetas.
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