Grafitos, pinturas y huellas de manos en las paredes de la sede Palogrande de la Universidad de Caldas. Carpas y ollas en el hall de la sede Central. Ambas escenas se viven a diario por la toma de las instalaciones del Alma Máter, donde los bloqueos empezaron el pasado 23 de septiembre, se suspendieron parcialmente el 11 de octubre y se retomaron a los 10 días. Fabio Arias, vicerrector administrativo de la institución, indicó que aún no han cuantificado lo que valdrá pintar de nuevo las sedes rayadas, es decir, el costo de lo que algunos defienden como libertad de expresión. Para otros, vandalismo.
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