Jimena González Echeverry
Maximiliano Genes *
LA PATRIA | MANIZALES
Cae la tarde en la finca La Rosendo, propiedad de Virginia Leopardi y Alejandro Schettini. Este viñedo de ocho hectáreas en las afueras de San Rafael, provincia de Mendoza(Argentina), es uno de los destinos que eligen viajeros de todo el mundo para vivir una experiencia como voluntarios.
Workaway, Wwoof o Helpx son algunas de las empresas o plataformas que ofrecen conexiones entre huéspedes y turistas, en un juego donde ambas partes ganan. Por un pago anual las personas tienen acceso a las ofertas, tanto para quienes buscan una plaza de trabajo como para quien las ofrece.
En La Rosendo las jornadas de trabajo inician a las 8:00 de la mañana y van hasta el medio día. Dependiendo de la temporada las labores varían. En el verano las actividades principales tienen que ver con embotellar, marcar y almacenar el vino; mientras que en la primavera es época de vendimia, punto principal de su elaboración.
Es importante para los turistas identificar bien qué actividades se quieren hacer durante los voluntariados. Las ofertas van desde atender bares en la playa hasta pastorear ovejas en la Isla de Pascua. Normalmente los huéspedes no exigen experiencia previa y prefieren la buena actitud de los voluntarios y sus ganas de aprender.
Seguridad y confianza
Para hacer un voluntariado o ofrecer un servicio como huésped es importante acceder a través de plataformas organizadas y con experiencia. El tráfico de personas o las estafas son temas que no dejan de preocupar a padres, turistas y ofertantes de empleo.
Las visas, traslados y trámites de migración corren por cuenta de los voluntarios. No es común recibir dinero por ser voluntario aunque en ocasiones puede darse, ya que la idea de los voluntariados es que las personas se conecten con los lugares que visitan y que aprendan con el trabajo que realizan en cada lugar.
Los límites de tiempo se acuerdan entre ambas partes, así como el trabajo que se realiza, las condiciones de alojamiento y la alimentación. Toda la comunicación se hace a través de la plataforma que se elija por correo electrónico. Por seguridad no se recomienda hacer contactos a través de cuentas personales.
Para Alejandro Schettini “ser anfitrión es maravilloso porque se comparten experiencias con personas de todo el mundo. Para nosotros la labor de los voluntarios es fundamental porque contamos con mano de obra rentable y amigable. Para los chicos la experiencia es inolvidable porque hacen actividades alejadas a su cotidianidad”.
Tiempo libre
No todo es trabajo cuando se hace un voluntariado. Las jornadas no superan las cinco o seis horas al día, cinco veces a la semana. De esta manera queda bastante tiempo para conocer la zona o región donde se trabaja.
“Aquí en la región de Mendoza los voluntarios pueden visitar bodegas vinícolas, ir a los ríos, conocer los parques nacionales, ir a caminatas o pasar un tiempo tranquilo en la finca”, dice Virginia Leopardi de La Rosendo.
África, Asia, América, Oceanía… cualquiera puede ser el destino cuando se es voluntario. Esta forma de hacer turismo puede llevar a las personas a vivir experiencias nuevas y a crear nuevas conexiones. Solo es necesario hacerlo de manera segura y con la intención de vivir algo nuevo.
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