El miedo es algo natural. Es lo primero que hay que entender para quienes sienten temor de hablar en público, afirma el coach (preparador) profesional Felipe López, gerente de la empresa Living.
"El miedo siempre va a ser parte de lo hagamos. Lo que busca el miedo es protegernos, el cerebro siempre nos está protegiendo de cualquier cosa que nos amenace. Sentir nervios y miedo siempre serán normales cuando nos expongamos a algo", dice.
Para minimizar ese miedo, de tal forma que no se convierta en un obstáculo para desarrollar actividades, las personas deben tener en cuenta varias técnicas y recomendaciones que el coach explica a continuación.
1. Preparar muy bien lo que se va a decir, la presentación. Entre más preparado esté, menos problemas va a tener de que salga algo inesperado dentro de la intervención.
2. Respirar bien para controlar el miedo, es fundamental.
3. Antes de iniciar una intervención, traer un ancla, una imagen mental, un recuerdo de una situación en la que se sintió muy seguro. Apoyarse en los recuerdos ayuda a la persona a tener más tranquilidad en el momento actual. Se hace desde lo visual, que sería el momento en el que se recuerda algo que sucedió; lo auditivo, decir por ejemplo: ¡listo!, y el movimiento del cuerpo o sea aplaudir, sonar los dedos.
4. Manejar el ruido interior. Las personas tienen conversaciones internas, y entre más altas y grandes, menos va a ser el rendimiento. "Si salgo a hablar en público y en vez de dedicarme a hacer lo que sé hacer me pongo a pensar en qué estarán pensando los demás, ese diálogo interno me distrae para poder hacer mi mejor versión", explica el coach.
5. Ensayar frente a un espejo para detectar los movimientos que hace y cuáles podrían ser mejores. Repetir lo que está diciendo varias veces, pues a la hora de la presentación saldrá más natural porque practicó.
Haga el ejercicio de 4 segundos tomando aire, 4 segundos reteniendo el aire y 4 segundos exhalando el aire.
Debe ser una respiración profunda y diafragmática para bajar los niveles de ansiedad, para calmar los niveles de cortisol en el cerebro o noradrenalina, que es la que acelera el corazón.
Este tipo de respiración ayuda a bajar la frecuencia cardíaca, que es lo que más cambia cuando una persona se está empezando a sentir ansiosa. De esta forma el cuerpo estará calmado.
Si se tiene mucha rabia, el cerebro está sacando muchos juicios de las personas.
Cuando una persona está avergonzada o se está culpando de algo, no ayuda y eleva el nivel de ruido interior. Por eso, antes de empezar una intervención en público y para evitar el ruido interior, López aconseja conectarse con tres emociones:
1. El agradecimiento: agradecer por estar en ese lugar, por las personas que lo van a escuchar, por la vida, por la salud. "Está científicamente comprobado que el corazón cuando se conecta con el amor, con la compasión, con el agradecimiento, se da la coherencia cardíaca, que es la sincronización del corazón con el cerebro y eso disminuye el ruido mental".
2. El amor: poner entrega y pasión por lo que se va a hacer.
3. Compasión: entender a los demás, que viven en un mundo diferente al nuestro y por eso actúan de forma distinta, sin juzgar.
Cuando uno deja que los niveles de estrés sean muy altos en el cerebro, se prepara para huir, y los niveles de sangre se van para las manos y los pies, como iniciando la huida, y eso hace que los niveles de sangre en la parte frontal del cerebro disminuyan y que se desconecte el cortex prefrontal que es el que ayuda a tener atención en algo.
Hay que tener muy claro es cómo bajar los niveles de estrés. "A medida que una persona se va sintiendo más cómoda en una presentación se van bajando estos niveles, por lo cual al final termina mucho más tranquila que como comienza. Pero si en algún momento llegara a pasar algo, por ejemplo, que algo se olvide, se recomienda sacarle chiste a eso o contar una historia para volver a recordar en lo que se estaba. Puedo decir en público que se me olvidó para que la gente se ría y se desconecte. Ser muy natural".
- No se debe gritar, para que las personas no se vayan a sentir agredidas.
- Más que tener un tono de voz es lograr diferentes matices. "Cuando se quiera hacer énfasis en algo, que se note en el tono de voz, pero si se es una persona muy plana al hablar, las cosas que son importantes y se quieren resaltar no se van a tener en cuenta. Uno se tiene que meter en lo que está hablando. Cuando se crea que es algo importante, ahí la tonalidad debe ser enfática, y cuando sea algo transitorio se puede usar un tono de voz más calmado".
Para que los hijos aprendan a hablar en público, los padres deben tratar de generar conocimiento. "Entre los 3 y los 10 años es cuando más temores se desarrollan ante la vida. De adultos, cuando tenemos miedo de hablar en público y que son temores paralizantes, es porque algo pasó en esa etapa de la infancia, que tenemos codificado y no nos permite hablar libremente".
En esta etapa también se debe fortalecer la autoestima del niño, no con regaños sino con autoaprendizajes. Por ejemplo, si sale a hacer un mandado y se le quiebra lo que traía, no lo regañe, pregúntele ¿qué pasó?, ¿qué estás sintiendo?, ¿qué aprendiste? Con ello el niño puede darse cuenta que así se haya equivocado, aprendió algo para salir adelante.
* Cuando vaya a hablar en público, los nervios no pueden subir a un nivel en el que quede muy emocional y no le permita ser racional.
* Los nervios siempre estarán presentes, pero lo que no puede pasar es que se vuelva un miedo tan grande que obstaculicen su comportamiento.
* Si inicia una intervención en público y viene de pelear con alguien o está avergonzado por algo que hizo, esto elevará los niveles de ruido interior.
* Es normal que un orador se pueda equivocar, pero tenga en cuenta que se aprende de los errores.
* Para ser orador o expositor no hay que ser muy extrovertido. Lo más importante de un orador es ser como es, aunque sea tímido, esto no quiere decir que no pueda entregar una información valiosa.
* Para dedicarse a ser orador es fundamental desarrollar la inteligencia emocional. "Si una persona del público hace un comentario hiriente o que descalifique lo que se está diciendo, es donde realmente sale a relucir la gallardía del buen orador; no es en contra él, no es algo personal, para que el cerebro no piense que es una amenaza y se ponga emocional y comience una discusión. Hay que entender que la otra persona vive en su mundo y el comentario viene de ahí. Alguien con inteligencia emocional escucha a la persona y luego da su punto de vista, sin agredir".
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