El 5 de febrero de este año fue para Sara Martínez el día más triste de su vida. Falleció su papá, Jhon Jairo, tras padecer una fuerte enfermedad por seis meses. 15 días antes de la detección del cáncer, ella y su padre habían viajado a Medellín a pasear. Se la pasaban juntos. Él la recibía cuando llegaba del colegio; el almuerzo caliente siempre estaba dispuesto en la mesa. Además, eran confidentes, amigos... parceros.
"Era una persona muy vital, sana, alegre y activa. Me hace mucha falta, como papá se entregó con todo", dijo la adolescente de 15 años. Habla del tema de manera apresurada, síntoma de la necesidad de desahogarse y que por consiguiente le ayuda a confrontar el duelo.
"Este tiempo sin él me ha enseñado a aprovechar más cada minuto y a valorar más a cada persona", continúa la joven, quien comparte su hogar con su mamá y hermana mayor. Llorar y rezar en privado son otras de las alternativas que Sara utiliza para sanear el dolor que lleva en el alma. "Le pido a mi papito que cuide de mí y la familia", indica.
Al otro lado
A Paula Vargas, por el contrario, poco le gusta contar sobre su caso. La chica perdió a su mamá, Viviana, cuando apenas tenía dos años de edad. "No me acuerdo de ella, pero la adoro con todo el corazón", expresa la muchacha, de 16 años, quien fue criada por su abuela materna, Laura Rosa.
Paula admite que sí la extraña cuando desea hablar de hechos típicos que la aquejan en la pubertad; sin embargo, prefiere callar y no contarle a nadie lo que de verdad siente. "Todo lo guardo para mi", ratifica.
Para el asesor de familia Germán Villegas la mejor manera de enfrentar las pérdidas son hablando de ellas. "Los duelos pueden ser por la pérdida de un familiar, amigo, de una mascota, incluso de un profesor o cambio de colegio. Los papás deben estar atentos a las situaciones particulares de sus hijos y atenderlos a tiempo", argumenta.
Recomienda a los muchachos que exterioricen sus sentimientos y a los padres de familia a escuchar con juicio. Sugiere, a manera de prevención, no permitir que el silencio se apodere de las situaciones, pues genera problemas emocionales, desadaptaciones, miedo y hasta consecuencias como el suicidio.
Maneras de sobrellevarlo
Por último está la historia de Teresa, quien prefirió no revelar su apellido. Su duelo por su abuela lo vivió escribiéndole, todas las noches, una carta en la que le plasmaba sus sentires y la de sus allegados. "Le decía cosas maravillosas, que estaba en el paraíso con Dios y la Virgen. Lo fui superando hasta que soñé con ella y me dijo que no llorara más, pues estaba feliz y en un lugar muy hermoso", relata.
La docente Bibiana Vargas, de San Agustín, piensa que la solidaridad, más no la lástima, son importantes. "Volver al colegio ayuda a disipar un poco esa sensación, ya que se ocupa la mente en otras cosas. Hay que aprender a vivir con las personas en el corazón", concluyó.
Una mirada al cielo
Isabella Rodríguez, de la Divina Providencia, escribió algo sobre el duelo tras la pérdida de su mejor amigo.
"Hace un año perdí a una persona que, solo después de que no estuviera, me di cuenta de la gran importancia que tenía en mi vida. Vi morir a un gran amigo, me dolió bastante. Al principio no lo aceptaba, entré en un conflicto interno en el cual le exigía a Dios una respuesta. Mi arrepentimiento y negación se basaban en preguntas como: ¿Realmente lo valoré? Y peor aún, me mortificaba respondiendo un amargo "no". No hablaba con nadie sobre el tema. Días después de aquella muerte comencé a autoconvencerme de que el tiempo de Dios es perfecto. Fui dejando salir de mi esos sentimientos. Empecé a visitar la tumba de mi amigo y poco a poco sentía más tranquilidad. Hoy me sigue doliendo, pero lo entiendo, he encontrado la fortaleza y calma suficiente para saber que él está en un mejor lugar".
Las etapas del duelo*
Mucho se ha escrito sobre esto, aunque una de las propuestas más aceptadas es la que realizó la Dra. Kubbler Ross, quien propuso 5 etapas en el duelo:
1. Negación, aislamiento e incredulidad: en un primer momento no se acepta la pérdida.
2. Ira: se sustituye la incredulidad por el resentimiento, por la rabia. Aparecen los por qué.
3. Negociación: se intenta buscar una salida al hecho a través del pacto, de la negociación con Dios o nosotros mismos.
4. Depresión y tristeza: invaden la tristeza y el sentimiento de soledad. El apoyo de los más cercanos es completamente necesario.
5. Aceptación: el final del camino. Surgen nuevos planes, proyectos, actividades. Se recuerda con añoranza, pero ya se mira la vida de otra manera.
* Tomado de www.psicoglobalia.com
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