Tomás E. Cardona Medina
LA PATRIA | MANIZALES
La primeras dos décadas del milenio están en su recta final y es un dato que cobra importancia porque en ese tiempo se han creado tantos datos como en el transcurso de la humanidad. Dos "petas" de capacidad, equivalentes a dos mil billones de datos. Lo sorprendente es que no paran de sumar.
Con la llegada al mercado de los dispositivos electrónicos comenzó la entrada masiva de información de los mismos ciudadanos. Los humanos se convirtieron en "generadores de datos" en potencia: Mensajes, fotos, videos, archivos, stickers, GIF, etcétera.
Millares de códigos binarios son generados al instante y sin pausa. En pocos años el tamaño de los archivos que se transferían en la red incrementaron su tamaño, hasta el punto de poder ver películas en alta definición sin ningún registro físico. Desde el bit, que representa la capacidad mínima, hasta un Terabyte, un billón de bits.
¿Qué es un científico de datos?
Con este gran embrollo de millones de millones de datos, nació una generación que tuvo que pensar en cómo controlar este flujo masivo, para canalizarlo y luego convertirlo en conocimiento práctico para las estrategias de mercado.
Los científicos de datos, como Jaime Barco, director de analítica para Tatic Brasil en América Latina, son la mezcla de la era moderna de la computación con la estadística pura.
Los protagonistas de la saga de novelas "Fundación" de Isaac Asimov, de la década del 50, predijeron el comportamiento de sociedades enteras al combinar datos y estadísticas a través del teorema de la Psicohistoria. Algo parecido sucede hoy en día con los científicos de datos.
Apps como Uber, Airbnb, Waze, Youtube o Chrome suman cada segundo millones de datos sobre millones de personas en el mundo. El trabajo del científico es buscar en ese colosal mar de información soluciones a los problemas cotidianos.
¿Seguro que quiere aceptar?
El ciudadano que descarga cualquier aplicación de su tienda digital se enfrenta a la difícil pregunta: ¿Acepta las condiciones de uso de los términos de prestación del servicio? Lo que sucede es una decisión consciente, donde se acepta proveer los datos a la empresa prestadora.
Para ese instante deja de ser regulado por el Habeas Data, legislación que vela por los datos suministrados inconscientemente. Lo más importante es saber que la mayoría de los datos que se han generado en la última década han sido teóricamente “conscientes”, aunque no se hubiera leído ni una palabra de los términos y condiciones de servicio.
El ejemplo más claro lo vemos en el caso de Facebook, empresa pionera en el uso de cantidades masivas de datos para estrategias de marketing. Con esta red social podían saber qué le gustaba a la gente, por qué le gustaba, qué hacía, cuándo lo hacía, los círculos sociales, temas de charla, su posición en el mundo y hasta con quién estaba en tiempo real.
El conocimiento de esta información abrió la oportunidad para incidir en el comportamiento de los consumidores. Era posible recordarle a la gente a qué zapatos le dio Me gusta la semana pasada. Sugerir canciones apropiadas a los gustos, con unas que otras publicidades en Youtube. Detalles sutiles que influían en grandes poblaciones.
A simple vista parece otra estrategia de consumo, pero en el fondo se esconde un gran debate que la humanidad atenderá en un futuro. “Se tiene que empezar a escribir sobre gobernanza de datos, porque el que tenga la capacidad de generar conocimiento podrá predecir, y si quiere, prescribir el comportamiento de la gente. Y eso, es tener mucho poder”, puntualizó Jaime Barco.
Es tanta su repercusión que hace unos meses, Marc Zuckerberg, fundador de Facebook, expuso su testimonio ante el Congreso de los Estados Unidos por el manejo de los datos recolectados por la red social. Al parecer estos habían sido vendidos a Cambridge Analytica, empresa consultora de la comunicación estratégica de la campaña presidencial de Donald Trump y, que se supone, los utilizó para crear páginas de odio e influir en la imagen de Hillary Clinton, su contendiente.
Las dos caras de la moneda
Aunque sí ha podido atraer la atención mediática, el control de la información es algo que se ha hecho en la historia. “¿Propagar mentiras sobre tu contendor político? Eso siempre se ha hecho. ¿Obtener información para añadir a los discursos con el fin de influir en la percepción de los espectadores? Eso también se ha hecho. Los fines no se pierden, porque siempre son tres: poder, reconocimiento o afiliación. Lo que cambian son las herramientas para poder llegar”, explicó Barco. Aunque los riesgos son altos, las ventajas son incomparables.
Predecir si alguien puede llegar a tener cáncer es posible si se contrastan los bancos de datos de clínicas y hospitales. Predecir un accidente es posible si se comparan los datos de accidentalidad con los del sujeto que maneja. Predecir por quién va a votar alguien en las siguientes elecciones es posible al analizar los datos de las encuestas de la región con los del sujeto en cuestión.
Las situaciones son las mismas, solo que con poblaciones cada vez más grandes. Jaime Barco ve beneficios para la humanidad en el futuro, pero es enfático en que a la ciudadanía se le debe enseñar la importancia que tienen sus datos para el mundo, y que parte de ella es su propiedad ya que fue generada por ellos. "Cuando el mundo comprenda lo que valen los datos, se darán cuenta de su importancia en el futuro".
Dato
La Universidad de Manizales abrió su I Cohorte de Maestría sobre manejo de datos, cuenta con Jaime Barco, director de analítica para Tatic Brasil en América Latina, como docente. Ver más información en www.lapatria.com
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