LA PATRIA | MANIZALES
Adriana llegó ayer a la cancha del barrio Comuneros, bajo un fuerte sol, acompañada de una hija, y con una bomba trasparente en su mano izquierda. Buscó refugio dentro de una portería de este escenario, de la carrera 9D con calle 51B, en la que en múltiples ocasiones su hijo Yorman Julián Londoño Llanos, de 16 años, voló de palo a palo.
El menor era el portero del equipo del sector, liderado por el patrullero Angulo para ocupar el tiempo libre de los menores.
Esta vez no se reunieron para jugar, lo hicieron para llorar. Fue el último adiós para este adolescente, a quien una bala perdida le acabó sus sueños de estudiar criminalística. El disparó entró en su cuerpo el 26 de diciembre y, seis meses después, el martes pasado, falleció por las secuelas de la herida. El ataque fue a una cuadra y media de la cancha.
En ese espacio gris de alegrías, conocido como el sector de La Vaga, rieron en muchas ocasiones. Ayer fue diferente.
Dos filas indias de niños, portando bombas blancas, armaron una calle de honor, con pétalos rojos en el piso.
Las líderes sociales Martha Lucía Cortés y Daisy Lucía Zuluaga Arango, sus amigas de Comuneros y la Policía se unieron para rendir este homenaje.
A las 9:46 de la mañana arribó el féretro, gris plata. Por una estrecha entrada a un costado del escenario ingresó la comitiva. Primero Adriana y una hija. Luego otros hijos de esta adolorida madre y posteriormente la abuela de Yorman Julián. No llovieron goles, llovieron lágrimas. El sol iba y volvía entre las nubes.
Amigos del fallecido se arrimaron, ubicaron el ataúd frente a la portería, que en ese momento era un altar improvisado, y le pusieron encima una bandera de Atlético Nacional y una camiseta amarilla con el logo de Pégate al parche, programa de la Alcaldía para mediar entre los combos de jóvenes.
Precisamente, vecinos indicaron que esta es otra vida que cobra esa absurda guerra. Afirmaron, incluso, que no se trató de una bala perdida, sino de un desquite entre los grupos de Comuneros II y Comuneros I o La Vaga, donde vivía Yorman Julián. Al tiempo, un habitante señaló un pino de una zona verde a un costado de la cancha. "Del árbol hacia allá es Comuneros II. Cuando se pasan para acá o para allá es que se dan los problemas", anotó.
El astro rey brilló con fuerza. El estallido de algunas bombas le hizo desviar la mirada a más de uno. La abuela de Yorman Julián, quien estudiaba en séptimo grado, se arrimó al féretro, lo abrió, lloró y repitió: Mi niño era sanito, era solo un niño.
Luego, mientras los uniformados cuadraban una pantalla sobre la portería, para mostrar momentos de la vida del adolescente, el padre Jhon Freddy Arbeláez arrancó con la misa. "Es lógico el dolor que sentimos. Duele perder a los seres que amamos", replicó, mientras decenas de jóvenes escuchaban en las gradas, detrás del escenario o en mangas del sector.
Un rapero le dedicó unas letras: "Un homenaje al gran Yorman, un socito como muchos de La Vaga son. Amigo de acá al cielo tu has partido, solo una cosa a Dios le pido, que entre sus brazos te encuentres dormido. Siempre serás amigo, te has marchado porque lo quiso el destino. Angelito vuela. La Vaga siente un dolor grande. Que en paz descanses Yorman. Suerte pa'".
Esta familia ha vivido los horrores de estas absurdas disputas. Yorman Julián no es la primera pérdida de Adriana. En la madrugada del 18 de marzo del 2013 la víctima, en la carrera 9B con calle 51F de La Vaga, fue otro hijo: Jhon Sebastián, de 26 años. Le dispararon en el pecho. Los agresores llegaron en moto e ingresaron a una fiesta. Los crímenes de sus dos hijos permanecen impunes. También un primo de los jóvenes, Julián David, pereció en otro hecho.
Sobre las 11:00 de la mañana, el cortejo retornó al carro fúnebre. De ahí, a la casa de los Londoño Llanos y a las 2:00 de la tarde a la despedida final. Comuneros no quiere repetir este tipo de actos. Solo desea que en la cancha se griten goles.
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