Ya son dos años sin rastro de Andrés Felipe

LA PATRIA | MANIZALES

La familia del agente del CTI Andrés Felipe Mejía, quien desapareció el 5 de mayo del 2014 en la selva de Guaviare, entre Calamar (Guaviare) y la Serranía de Chiribiquete, sigue aferrada a la fe y al trabajo de los investigadores y Fuerzas Militares para dar con su paradero.

El joven, de padres caldenses, realizaba una labor con el Ejército contra el frente Oriental de las Farc, comandado por Carlos Losada, que hace parte de la mesa de negociaciones en Cuba. En una carta le escribió a Álvaro Mejía, padre de Andrés Felipe, que ellos no lo tenían en su poder.

La última salida para saber sobre su hijo fue entre noviembre y diciembre del año pasado. Recorrió San José de Guaviare, pegó afiches, repartió volantes y visitó a los medios de comunicación, pero hasta ahora no hay pistas claras.

"En el momento en el que descendía de pronto bajó rápido y quedó inconsciente. Desde abajo no lo veían moverse, entre la penumbra lo notaban inmóvil y un poco inclinado, o sea prácticamente inclinado. El maestro de soga lo veía con infrarrojo desde el helicóptero y decía que mi hijo no se movía", sostuvo Mejía.

Posterior a eso, agregó el padre de Andrés Felipe, y ante la imposibilidad de bajarlo manualmente, se elevaron para buscar otra parte y bajarlo cerca a Calamar, pero lo perdieron de vista. El aparato estaba a unos 100 metros de altura.

Aunque esos testimonios le generaron cierto desconcierto a Álvaro, sigue aferrado a la fe, pues ha recibido ayuda espiritual de varios sacerdotes. En Manizales, un fraile, que asegura ser clarividente, le dice que el joven sigue vivo.

Confía en que el proceso con las Farc llegue rápido a un pronto acuerdo, a ver sí de esa manera los guerrilleros le colaboran y dan pistas sobre el paradero de Andrés Felipe o de si posiblemente lo tiene alguna banda criminal.

Recuerdos

"Estamos tranquilos, pero a veces escuchamos alguna canción que le gusta a Andrés o hay situaciones que nos lo recuerdan y eso nos entristece. Hay momentos en los que estamos en paz, pero hay sentimientos encontrados". Álvaro Mejía, padre del agente del CTI.