Colombia es considerado el segundo país más biodiverso del mundo y al mismo tiempo se lleva el deshonroso segundo puesto como el más afectado por la proliferación de minas antipersonas y explosivos, después de Afganistán.
En palabras de Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad: “Convertimos la grandeza de la naturaleza casi que en un mismo infierno”.
Según la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, en los últimos 30 años (1990-2020) 11. 841 personas han sido víctimas de minas antipersonas y munición sin detonar en el país. De ellas, 2.305 perdieron la vida y 9.436 resultaron heridas gravemente.
Al parecer, en este año se desvaneció el esfuerzo que se vio en los últimos tres, después del Acuerdo de Paz en el 2016, por tratar de reducir las cifras de víctimas.
De acuerdo con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), en el primer semestre del 2020 se han registrado 118 víctimas (83 son civiles y 17 menores, 35 son miembros de la Fuerza Pública o de grupos armados ilegales), mientras que en 2019 se presentaron 81 y en 2018 fueron 48. Lo que indica un aumento del 45,6%.
Un mal heredado y una canción
Las minas y los artefactos explosivos improvisados, esparcidos en al menos 700 municipios del país, son la herencia de los grupos armados desde hace cuatro décadas y hasta la fuente de inspiración del cantante colombiano Juanes en su canción Minas piedras. “No merecemos el olvido, somos la voz del pueblo. Dice un señor sentado, con sus dos ojos vendados, pero que aún tiene la esperanza en sus manos”, reza una parte de la composición musical.
Igual que el artista antioqueño, la Comisión de la Verdad también hace eco a un propósito: escuchar a las víctimas para promover nuevos aportes, reflexiones y relatos que contribuyan a esclarecer la verdad, que aún permanece en las sombras.
Aquí una serie de testimonios de cuatros sobrevivientes, que hablaron en Espacio de Escucha, en un Facebook Live de la Comisión de la Verdad.
1.“Llevamos las heridas en nuestro cuerpo y la cabeza”, Nelson Enrique Ramírez
Inició su sueño el 1 de enero de 2002, prestando el servicio militar. Pasaron cerca de cinco años para que la tragedia se asomará en la vida de Nelson. El 4 de febrero del 2007, en Montañitas (Caquetá), el soldado se encontraba en operaciones con el Batallón contraguerrilla número 55. Tras un recorrido por la zona, Ramírez pisó una mina en una raíz de un árbol que le amputó la pierna derecha.
“Esto dejó una herida en mi alma. Recuerdo que ese día casi pierdo mi vida, porque en el hospital de Caquetá no había mi tipo de sangre”.
Hoy, después de 12 años, el militar ha trasegado un camino de lucha interior al lado de su familia. Reconoce que es una tragedia, pero que le permitió conocer a otros militares que pasaron por este mismo calvario.
2. “Es una secuela que debo llevar por el resto de mis días”, Jaime Orlando Rojas
Su tragedia comenzó en el 2003. El sueño de servir a la patria se desdibujó en San Vicente del Cagúan (Caquetá), cuando una explosión lo levantó. “Intenté levantarme, pero estaba herido. Mis compañeros me dieron ánimo y me advirtieron que estaba en un campo minado”.
Ese día, que no se borra de su mente, sus colegas le dieron auxilio hasta el hospital de esa zona. Un médico le dio la trágica noticia: “No podemos hacer nada, tenemos que amputar su pierna derecha”.
Pensó que allí había terminado su lucha. Sin embargo, era el comienzo de una nueva vida, en la que su familia fue determinante para su recuperación. “Estoy acá viviendo una situación para la cual el país no estaba preparado”.
3. “Le salvé la pierna a un campesino o erradicador”, Diego Ignacio Gómez
Diego cree que su sacrificio no fue en vano. En noviembre de 2011 estaba en operaciones, en Bello (Antioquia), de erradicación manual de cultivos ilícitos, pero lo que predominaba era el cultivo de minas. Su misión era verificar y descartar presencia de explosivos.
El 2 de diciembre su vida cambió, a las 3:15 de la tarde activó un artefacto improvisado cerca de una comunidad indígena, que le arrebató su pierna derecha. “Ese día le salvé la pierna a un campesino o erradicador. Me dio muy duro ver que ya no tenía rodilla”.
Su sueño de ser un soldado se distorsionó en un segundo y sembró odio en su alma. Igual que sus colegas, trata de salir adelante, con resiliencia y perdón.
4. “No es fácil que llegue la tragedia a casa”, Ingrith Paola Romero, madre del soldado fallecido Brandon Orlando Novoa.
El 28 de abril de 2016 la muerte tocó a la puerta de la casa de Ingrith. Su hijo, Brandon Orlando Novoa Romero, soldado profesional, había perdido la vida tras caer en un campo minado, en el Tarra (Norte de Santander). “Fue muy difícil perder a mi hijo y que su hermano, de 11 años, perdiera la única figura paternal que tenía”.
Lo recuerda como ese hombre que anhelaba enlistarse al Ejército. Han pasado cuatro años y Romero ha intentado superarse. Incluso, en el cementerio, donde conoció a otras madres que también lloraban por sus seres queridos.
“En medio de todo conocí una fundación y hago parte de una mesa local de víctimas. Esto me da mucha fortaleza para sacar a mi otro hijo y dejar en alto el nombre de mi hijo muerto”, cuenta.
En la región
Según la Red Nacional de Información de la Unidad para las Víctimas, en Caldas hay registradas 158 víctimas de minas antipersonal, munición sin explotar y artefactos, y 151 por artefactos improvisados.
Destructivos
Durante el conflicto armado, las minas se convirtieron en los principales elementos utilizados por los grupos armados, por el bajo costo (cuestan entre $10 mil y $15 mil) y los daños irreparables que causan.
Óscar Alexánder Tovar, jefe del Departamento Jurídico Integral del Ejercito Nacional, indicó que en este siglo el Ejército no ha instalado una sola mina, porque es consecuente con los lineamientos, firmas y convenios.
Libres
Recientemente, el Gobierno Nacional oficializó la entrega de 16 municipios libres de sospecha de contaminación por minas antipersonas, con lo que se indicó que el 73% del territorio nacional ha sido descontaminado de estos artefactos explosivos.
Los municipios beneficiados con el desminado son: Liborina, Maceo, Puerto Berrío, San Jerónimo, Santa Rosa de Osos (Antioquia); El Guamo (Bolívar), San Alberto (Cesar), Morelia (Caquetá), El Calvario (Meta), California, Puerto Wilches (Santander); Chalán, Guaranda, Majagual, Ovejas (Sucre) e Ibagué (Tolima).
Se proyecta que al final del año se entregarán otros 15 municipios de minas para un total de 144. La meta establecida en el Plan Nacional de Desarrollo es de 180. Lo que indica que se llegaría al 80% de la meta fijada.
En Caldas
La sensación de que el despeje total de territorios con sospechas de minas antipersonas se acerca al final es cada vez más fuerte. Los avances en las zonas donde se interviene desde hace unos 10 años están próximos al 100%.
Las tareas finales se concentran en Samaná, Pensilvania y Marulanda. Los tres municipios fueron los más afectados.
En esos tres territorios se investigaron 75 eventos de accidentes e incidentes. Hubo 30 víctimas militares y 11 de la población civil.
Hay 10 municipios que están libres de sospecha y recientemente se culminó en Aguadas y Filadelfia. Unidades de los batallones de desminado humanitario 2 y 3 son los encargados de adelantar el despeje, con el apoyo del Batallón Ayacucho.
*Samaná
De 150 mil 677 metros cuadrados de sospecha se han despejado 141 mil 637 (corresponde a 163 veredas), certificados por la OEA. El avance es del 94%.
*Pensilvania
De 143 mil 881 metros cuadrados con sospecha, se tienen 127 mil libres. Equivale al 86,6% de la extensión, con un total de 89 veredas libres.
*Marulanda
Las operaciones de desminado iniciaron en septiembre. De 31 mil 331 metros cuadrados con sospecha, se encuentran libres a la fecha ocho mil 470. El avance es del 18%. Faltan cuatro veredas: Rincón de los Santos, Alejandría, Santa Rita y La Suecia.
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