Una neblina de tristeza cubre a Aguadas

LA PATRIA | MANIZALES

“Era todo un señor. Parecía un viejo de lo serio”. Con variadas frases de admiración recuerda William Escalante a su hijo mayor, de 22 años, quien llevaba su mismo nombre. Es uno de los cinco muertos del accidente del pasado martes en la vía Aguadas-Pácora.

William, hijo, se graduó como bachiller en la Institución Educativa Marino Gómez Estrada, su servicio militar lo prestó como auxiliar del Inpec. Aspiraba a continuar en la misma institución, contó su padre.

Hace unas dos semanas culminó su servicio y volvió a Aguadas con la esperanza de ser llamado. Mientras tanto aprovechó, como lo hacen decenas de familias aguadeñas, la cosecha de aguacate.

Los trabajadores, en su mayoría mujeres y jóvenes, comenzaron labores la semana pasada, por la primera cosecha del año. La más reciente fue en noviembre pasado. Sin embargo, la secuencia de circunstancias trágicas no les permitió llegar a la aguacatera, ubicada en Pácora.

“Es cuando a uno le toca”, coincidían personas que presenciaban asombradas, a las afueras del hospital local, la salida de ambulancias con heridos hacia otros municipios y la capital de Caldas.

Los martes son días quietos en municipios como Aguadas, pero el pasado parecía de mercado. Desde que se conoció la noticia ha habido tanto llanto y rostros de dolor y pesar, que sobraban las palabras.

Cantos y tragedia

Cuentan en el municipio que cada mañana, cuando salía la chiva o bus escalera para el cultivo, a las 5:30 a.m., se escuchaba la algarabía, entusiasmo y cantos de los trabajadores.

El pasado martes fue igual. William, el padre, se embarcó con William, hijo, y otra hija. En el vehículo también iban Paula Andrea Hurtado, de 22 años; Luz Dary Franco Orrego, de 21; Sebastián Alzate Grisales, de 22, y Rubiel de Jesús Candamil Candamil, de 37, los otros fallecidos.

La tragedia ocurrió pasados unos cinco minutos de la salida de la chiva. La neblina, que es un espectáculo natural único en Aguadas, impedía al conductor la visibilidad, por eso paró, pero justo debajo del asfalto el terreno se desmoronaba desde hace dos semanas. El pavimento cedió y el vehículo rodó.

El reporte final, además de los cinco fallecidos, fue de 35 heridos trasladados por organismos de socorro, pero al hospital llegaron otros por sus propios medios o en vehículos particulares, lo que elevó la cifra a 54.

El dolor de todos

Hay duelo en la tierra del sombrero. A Escalante lo lloran sus seis hermanos y sus padres. A Paula Hurtado, quien trabajó en tres cosechas aguacateras anteriores, la despidieron su madre, su abuela y tres hermanas, entre ellas Lina, su melliza.

Rubiel Candamil era un aguerrido jornalero, según recuerda su hermano Silvio. Se desenvolvía con suficiencia en las labores del campo. "gran recolector de café. El menor de tres hermanos".

Sebastián Alzate era el único hijo de Blanca Grisales. La apoyaba económicamente. Como muchos jóvenes trabajadores de su edad y en su entorno salía a divertirse los fines de semana.

A Luz Dary Franco le sobrevive un hijo de cuatro años. Nicanor y su esposa, padres de la víctima, añoran mantener a su lado al menor, pero saben que eso depende de una decisión del papá. La Negra, como le decían, era la mayor de cinco hermanos.

La humildad se destaca en cada pariente de las personas que fallecieron y de quienes sufrieron los rigores del accidente. Aguadas está sumergida en el luto que dejó un accidente, algo que no había en la memoria de quienes sufrieron en esta ocasión.

Ni siquiera recuerdan que en el mismo sitio donde se desplomó la chiva al vacío hubo otro accidente fatal hace 18 años. El único testimonio es la cruz en la que se leen los nombres de aquellas víctimas, miembros de una misma familia. Por supuesto, nadie desea que se repita.

Sepelio

Las exequias de cuatro de las cinco víctimas se realizaron ayer. Las de William Escalante serán hoy, ya que murió durante la remisión a Manizales y su cuerpo permaneció hasta ayer en Medicina Legal de la capital de Caldas.