Diego Hidalgo y Sania Salazar
LA PATRIA | Manizales
El dolor intacto de perder al hijo y al hermano las quebrantó de nuevo. Lucila y Laura, sentadas en la sala de su casa, adquirieron la misma postura para esconder las lágrimas. Bajaron la cabeza y la apoyaron en la mano, que a su vez encontraba sostén en las piernas. Gemidos muy bajos se escapaban de sus cuerpos encorvados.
“Siempre hemos estado muy acompañadas de la familia”, intentó proseguir Laura, las lágrimas la ahogaron de nuevo. Se paró y pasó por el lado de una mesa donde reposan dos portarretratos con fotos de Daniel Eduardo Pineda Reyes, una de las víctimas de la tragedia del bus de Bolivariano. Llegó a la cocina y sirvió un vaso de agua que luego le entregó a su mamá, como ratificándole el apoyo que le brindó desde el día de la tragedia cuando, junto a su otro hermano, enfrentó la situación.
Conseguir la carta dental para la identificación del cadáver cuando aún no procesaban que Daniel había muerto. Hacer las vueltas para el funeral cuando se tenían frescas las imágenes de él despidiéndose en Bogotá. Extrañar que abriera la puerta de su casa en Manizales anunciando la llegada de la alegría del hogar y pensar en conseguir un abogado que los asesorara en las reclamaciones por su muerte. Reunir una y otra vez los papeles para exigir las indemnizaciones y recordar cómo fingía la voz para cantar cuando ponía música a todo volumen. "No hay un solo día que no haya derramado una lágrima por él", confesó Lucila, madre de Daniel.
Así ha transcurrido un año luego de que la creciente de la quebrada La Mula llenó de luto a 21 familias.
Solos ante la indolencia
"Ha sido muy difícil, porque es como si tu quisieras reclamar, pero a la vez no quisieras reclamar nada", dice Lucila aludiendo a los trámites legales que iniciaron por la muerte de su hijo de 21 años.
Las miradas de ella y de Laura se pierden en el piso. La voz de la madre pierde fuerza.
"Uno reclama porque es lo que debe hacer. La vida de él no vale ninguna cantidad de dinero, no hay una reparación moral, pero sí al menos una económica", opina Laura, que sale de nuevo al rescate de su madre.
"Esos son derechos, que realmente no son tan derechos, porque esto es una pelea con el Estado", dice Lucila con un nuevo aire.
La decisión judicial de declarar el hecho como un siniestro natural tiene a los familiares de las víctimas entre la aseguradora y el Fosyga, pues con este fallo se exime de responsabilidades a Bolivariano, o por lo menos eso les dijeron a las familias.
"De Bolivariano nunca recibimos ni una llamada ni una carta, nada", aseguraron.
Por ahora Lucila espera que pasen los 20 días que le pidieron que esperara en el Fosyga para volver a llamar a pedir información sobre la reclamación por la muerte de su hijo. Ha reunido varias veces los numerosos papeles que le pidieron y su hijo Cristian diligenció en Bogotá un formulario que tiene "cosas en las cosas".
También están pendientes de una demanda que interpusieron ante el Invías, proceso que puede tardar hasta cinco años, según el abogado que contrataron. Laura habla de la insensibilidad hacia la vida que conoció con la muerte de su hermano, porque "los de Bolivariano mandan un poco de gente en los buses y ya", dice limpiándose las lágrimas. "y los demás no se sensibilizan hasta que no les pasa a ellos", remata.
La corazonada de madre
Daniel administraba en Manizales uno de los locales de Tatoo Art, un negocio de tatuajes, y había viajado a Bogotá para comprar artículos para el establecimiento y decidió quedarse un día más para celebrar el cumpleaños de su hermano, el responsable del único llamado de atención del colegio que recibió Lucila cuando ambos estudiaban.
"Ellos estudiaban juntos y eran muy juiciosos, pero una profesora me llamó a decirme que Cristian no dejaba dar clase porque abrazaba, besaba, le tocaba el pelo y no dejaba quieto a Daniel".
La corazonada de que algo andaba mal con Daniel le empezó a su madre cuando llegaron las 8:00 de la noche y no aparecía. Cuando confirmaron la noticia Cristian le aseguró a su mamá que él ya había vivido eso. Cristian soñaba recurrentemente que su hermano moría.
"Él a sus 21 años se bebió la vida a grandes sorbos, como si supiera que se iba a morir pronto", aseguró Lucila al recordar a su hijo, capaz de emprender viaje a las 10:00 de la noche desde Manizales para disfrutar con sus amigos del Carnaval de Riosucio, de donde trajo una diadema negra con cachos rojos que su mamá conserva, así como las cartas de las novias que tuvo, entre otras pertenencias. "Era una persona ligera de equipaje".
Laura sonríe al recordar que su hermano era, ante todo, muy alegre. "Era un hombre presto a servirles a sus amigos como fuera", complementó Lucila. "Antes que a uno, yo creo", prosiguió Laura. "Por eso tenía los amigos que tuvo", concluyó la madre. Ese cariño quedó grabado en la piel de varios de sus amigos en la que se lee "My dear friend D.P", mi querido amigo, Daniel Pineda.
"Tal vez las cosas con el tiempo sean más livianitas", concluyó Laura con la mirada perdida.
Sin luto
Un año después de la tragedia la familia de Marco Aurelio Loaiza Henao, de 43 años, sigue guardando la esperanza de que él está vivo, aunque desde un principio les confirmaron que era uno de los pasajeros del bus.
Aunque encontraron unos restos y los trasladaron a Bogotá para hacer pruebas de ADN, Álvaro Gallego, director de Medicina Legal en Manizales, informó que confirmaron que no se trata de Loaiza Henao.
"Es un trauma horrible que a uno le queda", aseguró María Emilse Delgado, esposa del hombre.
De Loaiza Henao dependían su esposa y dos hijos, una niña de 15 y un hombre de 17. María Emilse, a quien una enfermedad le impide trabajar, cuenta que su hijo tuvo que dejar de estudiar, y emplearse para ayudarle económicamente. Además, que deben esperar dos años para que declaren como desaparecido a su esposo y entablar las acciones pertinentes.
La señora relató que este año ha sido de papeleos y de angustias económicas. Contó que la Personería de Manizales le asignó un abogado de oficio, quien le pidió una copia del listado de pasajeros del bus para iniciar el proceso, papel que le costó conseguir, hasta que después de visitas a la taquilla de la empresa y de llamadas, se lo llevaron hasta la casa de su madre en Manizales.
Bolivariano dice que ha respondido
Juan Carlos Calderón, Representante de Expreso Bolivariano, aseguró que no es cierto que hayan dejado solas a las familias. Indicó que hicieron una reunión con el equipo jurídico de la empresa y con las familias en las que les explicaron qué había pasado y "eso no lo hace ninguna empresa". Aseveró que les explicaron que tenían derecho a un dinero por el seguro obligatorio del vehículo y que les indicaron cómo reclamarla.
Calderón informó que la empresa también demandará por la pérdida de los dos conductores y del vehículo.
"Nosotros no nos hemos perdido, lo que pasa es que no pueden ver esta tragedia como un negocio, no sé cuales serán las aspiraciones de los familiares por esta tragedia, sin embargo es muy respetable que cada quien piense en que tiene derecho a reparación directa".
Además, aseveró que están dispuestos a ayudar a quién lo necesite, que las personas los pueden llamar o buscarlos en la taquilla de la Terminal de Manizales.
No más cruces
Cuando ocurrió la tragedia, la noche del 13 de abril de 2011, el manizaleño Pedro Pablo Mejía Salazar se enteró, vía Twitter. “Por este mismo medio comenzamos a manifestar nuestra rabia por una tragedia que para muchos era anunciada, debido al estado en que durante muchos años han permanecido esta vía y sus laderas, sin una adecuada intervención del Estado para evitarlo”.
Ahí nació el grupo de Facebook "No más muertos en la vía Manizales - Bogotá", con la idea de convocar a los indignados con esta situación y proponer ideas para exigir la intervención del Gobierno.
“Se habló de interponer una acción colectiva con algunos abogados que formaban parte del grupo, pero esto no prosperó. Al mismo tiempo se empezaron a recibir ideas sobre un acto simbólico de protesta. La que más apoyo tuvo fue la de sembrar cruces en el sitio de la tragedia”.
Por el peligro que representaba en ese momento ir hasta el sitio, decidieron sembrarlas un mes después en el Parque Fundadores de Manizales y en el Parque Nacional de Bogotá.
En Manizales participaron unas 200 personas y en Bogotá se reunieron 60. “Fue un acto simbólico de homenaje a las víctimas, de acompañamiento a las familias y de protesta ante el Gobierno”. Seis meses después, en octubre, cuando había mermado un poco la intensidad del invierno, trasladaron las cruces al sitio de la tragedia.
“Hay unas 100 aproximadamente sembradas por cerca de 30 personas que subieron hasta el kilómetro 16, la gran mayoría familiares de las víctimas, que desahogaron su dolor”.
Mejía Salazar reconoce que después de este acto el grupo empezó a perder participación, aunque se ha mantenido con un espacio de contacto entre las familias de quienes murieron.
"Para el aniversario se propone llevar flores al sitio, realizar una misa en el lugar y recoger fondos para instalar una valla con las fotos de las personas que fallecieron. Se espera definir algo", concluyó.
Precluyó la investigación
La investigación por el accidente del bus de Bolivariano la adelantó la Fiscalía 14, seccional Unidad de delitos contra la vida y la integridad personal, por homicidio culposo. Sin embargo, la diligencia precluyó el pasado 14 de diciembre por la muerte del indiciado, que en este caso era el conductor del vehículo.
Según el director Seccional de Fiscalías, Nelson Camelo, la decisión fue avalada por el Juez sexto penal del circuito de Manizales.
Acompañamiento, clave en el duelo
Lucía Cuéllar, psicóloga clínica y docente de la Universidad de La Sabana, explicó que lo más importante en el duelo es permitirle a la persona o familia vivir ese proceso si juzgarla.
"La persona o familia necesita estar acompañada. Expresar los sentimientos, hablar de la persona y llorarla son las acciones que más ayudan a iniciar el proceso. El duelo trae consigo algunos síntomas físicos, cognitivos y emocionales que es importante aceptar, como también darse tiempo para que vayan cediendo".
Explicó que en el caso de que estos sean graves es importante pedir ayuda profesional. Si el duelo va sucediendo de manera normal, la persona o familia va pasando por fases o etapas que indican el avance en el proceso.
"Para lograr hacer el duelo es indispensable aceptar la pérdida y, en este camino, la expresión de los sentimientos ayuda, como también ayuda cambiar de hábitos y hacer las cosas de manera diferente a como se hacían antes. Cualquier proceso de duelo requiere de tiempo y paciencia, pues la elaboración de la pérdida no se da de un día para otro y depende del ritmo emocional de cada uno".
Sobre cómo soportar la carga, a la vez, de llevar el duelo y hacer los trámites para reclamar por el accidente, la profesional manifestó que estos forman parte de la despedida y de la preparación para la elaboración del duelo.
"En estos casos, lo mejor es que la persona no vaya sola o si es una familia que acudan varios miembros con una persona externa: un amigo o alguien que los conozca, pero que esté fuera de la situación para que sirva de apoyo y contención emocional en caso de ser necesario. No es sano dejar los trámites para más tarde, sino enfrentarlos, pues esto ayuda a aceptar la pérdida y forma parte del ritual de despedida".
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