LA PATRIA | MANIZALES
Jorge Andrés Díaz Arcila, de 32 años, perdió el rumbo desde hace al menos 10 años. Al parecer, su madre, quien falleció hace seis, jamás se preocupó por él, ni por los otros cinco hermanos.
Eso lo llevó a perder la autoestima. “Era difícil verlo en sano juicio, siempre se mantenía en otro mundo”, aseguró una allegada.
“Zafaba las latas que cubrían los gallineros y se llevaba las más grandes para venderlas. Por eso, ya no lo teníamos en cuenta cuando nos reuníamos”, dijo una pariente.
Díaz Arcila fue el joven que entró como N.N. a urgencias del Hospital de Caldas, el pasado 23 de julio. Estaba tirado en la calle y con múltiples heridas de arma blanca. Luego, fue encontrado en el sector de Ruta 30 por la Policía, que lo auxilió.
La Fiscalía buscaba a sus familiares para poderlo trasladar a un centro asistencial de mayor nivel e intervenirlo por una herida en el corazón. Pese a que apareció un hermano, no pudo ser remitido y el viernes falleció por un paro.
A Jorge Andrés no lo querían en su vecindario. “Tenía muchos enemigos y hasta manifestó que presentía su propia muerte”, narró una familiar.
Vivía con José Luis, su hermano, de 24 años, en una invasión conocida como Ranchitos, muy cerca al barrio Camilo Torres. Carecían de documentos de identidad, no les interesó tramitarlos porque, al parecer, desconocían su importancia o, simplemente, no les importaba.
Según José Felipe Grajales, coordinador médico del Hospital de Caldas, “el herido ingresó agonizante, tenía heridas en el tórax, pero lo más grave era que le perforaron el corazón”.
Hasta ese momento, los galenos desconocían la identidad del afectado. Un día después, el 24 de julio, llegaron funcionarios de la Fiscalía y le tomaron huellas. El 27, por fin, lo pudieron reconocer gracias a las gestiones de la Fiscalía y a un vecino que indicó que era reciclador y los contactó con el hermano, José Luis, y con una tía, Luz Elí Arcila García.
Inicialmente, varios parientes de la víctima aseguraron que necesitaba con urgencia una operación de corazón abierto para salvarle la vida. Según ellos, en el Hospital de Caldas no la querían hacer por carecer de documentos.
Grajales aseguró que Jorge Andrés había perdido mucha sangre y, de inmediato, lo reanimaron, lo drenaron y lo remitieron al quirófano. Allí permaneció intubado y conectado a un ventilador, mientras gestionaron el traslado a un centro especializado para que lo operaran con urgencia.
“Llamamos al Centro Regulador de Urgencias y Emergencias. De allí se comunicaron con la Clínica Santa Sofía, con Diacorsa y con San Marcel. En la primera no tenían UCI, en la segunda y la tercera había especialistas, pero no camas. Al ver que en Manizales no existía forma de trasladarlo a un centro especializado con las condiciones adecuadas, llamamos a las Clínicas San Rafael y Pinares, de Pereira, pero se repitió la misma situación”, aseguró Grajales.
Incluso, llamaron a Diacorsa Bucaramanga, pero la situación se complicó con la EPS Cafesalud, que era la que tenía Jorge Andrés y no autorizó los trámites. Además, se necesitaba un avión para llevarlo y la presencia de la familia0, que ese viernes no se había localizado. El hermano y la tía estuvieron muy poco, afirmó.
El directivo del Hospital de Caldas señaló que agotaron todos los esfuerzos para salvarlo, pero falleció luego de recibir atención en siete especialidades, incluyendo trabajo social y psicología.
Desde su velación, José Luis, hermano del fallecido, no ha ido a laborar al lavadero La Piedra. Su tía, Luz Elí, se lo llevó para su casa en Villamaría porque cada que fallece un familiar, se sale de sus cabales.
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