Ambos llevaban, de acuerdo con sus familias, 14 años en la Policía. A ambos les nació desde niños la intención de vestir el uniforme. Y a ambos les segó la vida un ataque de las Farc el pasado viernes a las 3:30 de la tarde, cuando patrullaban por una vía rural de Buga (Valle del Cauca).
Eran el subintendente Julián Londoño Cano, de La Merced (en la foto a la derecha) y el patrullero Jorge Iván Tabares Bedoya, de Neira (en la foto a la izquierda), a quienes sepultaron ayer en esos pueblos.
La información oficial indica que la guerrilla los atacó cuando iban de Buga al corregimiento de La Magdalena, donde opera el frente Alirio Torres de ese grupo armado ilegal. El general Jorge Hernando Nieto informó que además de ellos iban dos policías que se salvaron. “Realizaban labores de vigilancia en sus motocicletas en un sector en el que hay varias fincas recreativas”, explicó.
El comandante de la Policía en el Valle del Cauca, coronel Nelson Ramírez, explicó que “siete guerrilleros de las Farc estaban escondidos entre los cañaduzales esperando a que los policías pasaran. Luego les dispararon por la espalda, a la altura del tórax”.
De los dos restantes, uno quedó herido y ya está fuera de peligro, mientras que otro, indicó Ramírez, se percató con tiempo del ataque y logró hacerse a un lado.
Era feliz en La Merced
El subintendente Londoño Cano, oriundo de La Merced, se graduó como bachiller en ese municipio en 1995. Su padre, Alfredo Londoño, le dijo a LA PATRIA que desde niño le gustaba jugar como si fuera policía y que, de hecho ingresó a esa institución una vez pagó servicio en el Ejército.
“Ya había terminado el curso de intendente en Bogotá”, agregó el señor ayer, antes del sepelio.
Trabajó 10 años en Bogotá y luego lo trasladaron al Valle del Cauca, donde llegó a ser jefe de vehículos de la Escuela Simón Bolívar, en Tuluá.
Era el segundo de cuatro hermanos y se había casado con una colega con quien tuvo tres hijos. Lo reconocían en esta región, al punto que ayer lo despidieron familiares y amigos llegados de Pereira, Manizales, Aguadas, Aranzazu, e incluso de Bogotá.
El papá recuerda que hace unos cuatro o cinco meses él había estado de paso en La Merced, a donde le gustaba ir porque allí “era feliz”.
“Estaba muy contento”
El patrullero Jorge Iván Tabares Bedoya iba cada dos meses a Neira, donde viven sus padres, Cielo y Adrián. Ella contó que él era bachiller del Instituto Neira, de donde se graduó para estudiar electrónica en el Sena.
Duró tres meses hasta que ingresó a la Policía. “Él estaba muy contento y decía que había poco qué hacer en donde estaba”, relató la señora.
De los tres hijos que ella tenía, era el único que quedaba vivo.
*Con información de Colprensa.
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