LA PATRIA| MANIZALES
A Juan Sebastián lo condenaron por acceso carnal violento, en segunda instancia. En la primera lo habían absuelto, pero el Tribunal Superior de Manizales halló motivos para sentenciarlo. Su víctima es una prima (por eso no se da el nombre completo del sujeto).
El caso se registró en Chinchiná y la apelación la adelantaron la Fiscalía y la representación de la víctima. Los hechos que dieron origen a la investigación fueron en 2017, cuando una menor, de 14 años, se encontraba acostada en una cama en la finca de su tía, en el municipio cafetero, donde también estaba Juan Sebastián, de 20 años, pero en una diferente.
El primo haló a su víctima y la arrastró hasta su cama, le tapó la boca, la despojó del pantalón de la pijama y la accedió, sin contar con su consentimiento. Le imputaron cargos el 25 de enero de 2019. No aceptó y quedó libre. A finales de ese año lo absolvieron en juicio.
El juez de primera instancia consideró que la afectada, ante un hecho de esta magnitud, debió ponerlo en conocimiento de manera inmediata para alertar a las personas que allí se encontraban, entre ellos su padre. "Sin embargo, la ofendida no hizo ninguna manifestación y al día siguiente continuó con normalidad sus actividades diarias, lo que le generaron dudas acerca de las circunstancias en que se habría registrado el hecho". Por eso la absolución.
El ente acusador, en su apelación, citó el testimonio de la propia ofendida, que fue abusada mediante la fuerza bruta y la intimidación, cuando relató los pormenores de la arremetida libidinosa, y el dictamen médico forense que permitió verificar en la menor un desgarro antiguo. El Tribunal sí consideró el delito y condenó al hombre a 16 años de cárcel.
Al parecer, cuando la víctima tenía 12 años, ocurrió un caso similar, pero la menor guardó silencio por la violencia moral que implicaba para ella revelar su experiencia.
Que la mayoría de los casos de abuso sexual con menores ocurran en sus entornos más cercanos tiene un común denominador: la confianza. Precisamente, por eso, suele ser tan difícil identificar a tiempo una situación de riesgo.
De acuerdo con las autoridades, de las cosas que el agresor desarrolla en el proceso de abuso es la confianza, tanto con su víctima, como con los cuidadores de esta.
Su objetivo es generar una atmósfera en la que sus intensiones pasen desapercibidas y logren ganar espacios de privacidad donde, finalmente, puedan quedarse a solas con el menor de edad.
“Los agresores siempre buscan ganarse la confianza, intentan ser muy cercanos, se inventan actividades lúdicas y recreativas con el propósito de compartir mucho tiempo con su víctima; tienden a ser muy cariñosos y suelen dar regalos sin motivo alguno. También se valen de guardar secretos o de darles dinero como una forma sutil de manipularlos y extorsionarlos”, indicaron.
El ICBF indicó que se debe tener en cuenta que no existe un perfil o un patrón específico para identificar a un agresor sexual.
De acuerdo con Luis Jesús Prada Moreno, profesional especializado forense del Instituto Nacional de Medicina Legal, un pedófilo puede ser una persona de cualquier edad, sexo, condición social o económica, nivel educativo, profesión, raza, religión, condición física o cognitiva.
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