Se volvieron costumbre para los distribuidores de droga en el occidente de Caldas las amenazas contra los sacerdotes que denuncian. En silencio y sin avisar más que a sus superiores salió huyendo de Supía el párroco de Nuestra Señora del Carmen, Óscar Augusto Gutiérrez Pineda.
En enero pasado sucedió algo similar con el sacerdote José Orlando Quiceno, expárroco en el Divino Niño, de Anserma. La medida aplicada por la Diócesis de Pereira, en ambos casos, ha sido la reubicación de los ungidos.
Este medio conoció que los hechos no están denunciados de manera formal ante la Fiscalía. En el caso del padre Óscar Augusto indicaron que le hicieron una llamada de advertencia.
En Supía la comunidad sugiere que es consecuencia de denuncias que el clérigo hizo desde el púlpito contra los expendios de alucinógenos y otras actividades contrarias a la moral.
Por esta razón y tras 14 meses de servicio en Supía le tocó abandonar el municipio. El obispo de la Diócesis de Pereira, monseñor Rigoberto Corredor, se limitó a decirle al periódico La Tarde de esa ciudad que la situación ya estaba resuelta.
El otro amenazado
En el caso del sacerdote Orlando Quiceno existe mayor certeza de que su salida precipitada de Anserma fue por una amenaza seria contra su vida. Sus superiores lo trasladaron para proteger su integridad.
Sus feligreses relataron que en los últimos días del año pasado lo notaron nervioso y prevenido. Constantemente observaba para los lados en actitud vigilante en relación con quien se le acercara.
Luego se conoció que dos sujetos estuvieron en el templo en esos días y le dijeron que debía abandonar el pueblo o que se atuviera a las consecuencias.
En varias ocasiones él se refirió, dijo una feligrés, a los sitios de prostitución y lenocinio, a las ollas donde se expenden estupefacientes, por el daño que le hacen a la juventud. También señaló personas con nombres propios. La denuncia formal ante la Fiscalía o la Policía judicial jamás se hizo.
En enero LA PATRIA consultó a monseñor Rigoberto Corredor sobre este caso. Dijo que la labor de los sacerdotes es hablar de los males que aquejan a las comunidades, pero que a la vez se necesita prudencia para abordar estos temas delicados.
Hechos fatales
Otros hechos en el pasado ocurridos en el occidente de Caldas, enlutaron a la Iglesia Católica y en particular a la Diócesis de Pereira:
1.
Se recuerda que en Supía asesinaron en la casa cural del templo de San Lorenzo al sacerdote Hugo Duque Hernández, de 44 años. El caso ocurrió el 27 de marzo del 2000. Ocho años después capturaron a Martín Emilio Marulanda León, juzgado y condenado en ausencia a 13 años de prisión.
2.
Al sacerdote Reinel Restrepo, párroco de Marmato, lo hallaron muerto el 1 de septiembre del 2011, en la carretera entre Mistrató y Belén de Umbría, municipios de Risaralda. Restrepo fue opositor al traslado de una parte del pueblo y a la explotación a gran escala de un yacimiento de oro en el cerro El Burro.
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