
LA PATRIA | MANIZALES
A José Ovidio Bueno Andica le dieron 9 años de cárcel por actos sexuales abusivos con menor de catorce años. La decisión fue del Juzgado Penal del Circuito de Riosucio. Para junio de 2018, antes de salir a temporada vacacional, en una vereda del occidente caldense, una menor, de 10 años, visitó la residencia de Bueno Andica, de 60 años, para que le ayudara a hacer una tarea de política.
Estando allí, el sujeto le propuso a la niña dejarse tocar su cuerpo, “como lo habían hecho otras menores de ese sector". La niña se negó, pero el tipo la llevó hasta su cuarto, la puso sobre la cama y comenzó a manosearla con lujuria y a rozar su parte íntima con la de ella, con posterior eyaculación.
Como pudo, la afectada salió del lugar, pero antes el abusador le dijo que no contara nada, que nadie le creería.
Meses después, ante el repentino cambio de comportamiento, la mamá de la menor comenzó a indagarle y con llanto le confesó lo sucedido, acercándose de inmediato a la Policía para judicializar al sujeto.
Lo llevaron a audiencia en octubre de 2019. No aceptó cargos y le dieron cárcel preventiva. El juicio finalmente se dio el pasado 25 de agosto y hubo sentido de fallo condenatorio.
En juicio, la madre de la víctima expresó que conocía al hoy condenado desde hace muchos años, con buena relación de amistad, pues se hacían favores mutuos. Él era reconocido en la comunidad como un líder, pues colaboraba demasiado con la acción comunal.
“Permití que mi hija fuera donde él porque le ayudaba en las tareas y el señor tenía buenos conocimientos, sin sospechar nada, pero luego de eso ella comenzó a llorar con frecuencia, la notaba demasiado triste, quería estar siempre acostada. Decía que por qué había nacido. Luego de enterarme de lo ocurrido, ICBF ayudó a mi hija durante ocho meses”.
La menor expresó que José Ovidio la amenazó, “porque de lo contrario diría ante todos que ella era una niña tocada varias veces”.
La valoración del psicólogo del ICBF indicó que la niña tenía alteraciones en el sueño, con pesadillas expresadas en situaciones de amenazas o secuestro, siendo constantes y derivadas de una exposición al abuso sexual.
La niña narraba que su vida era normal, tranquila hasta el momento del episodio, desde cuando comenzó a sentir temores, miedos, cuando pasaba por la residencia del presunto agresor, recelo a interactuar con hombres, prefiriendo en algún momento quedarse en su habitación evitando ir al colegio, lo que no le sucedía antes.
El juez añadió que las capacidades memorativa y narrativa de la menor no permiten vacilar de su relato y de principio a fin Bueno Andica fue señalado como la persona que cometió el delito.
“Estas representaciones así interpretadas son propias de una joven con perfecta capacidad mental de hacer una reconstrucción histórica de esas vivencias. De hecho, las conclusiones del psicólogo son fieles al procedimiento valorativo y examen de la víctima”.
La Fiscalía aseguró que el agravante sí se acreditó. “Hubo una relación de poder entre acusado/víctima, al verlo como un líder dentro del resguardo, como cabildante o gobernador, así lo tenía la niña e, incluso, bajo esa premisa, se sintió amenazada para callar el delito”. Sin embargo, no se aceptó este agravante, pues no quedó demostrado.
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