LA PATRIA | MANIZALES
“No hay cuerpo. La tiré al río Cauca”. Así, fría, fue la confesión de Fernando de Jésus Vidales Rojas, de 35 años, el mayordomo que ayer reconoció que asesinó a su novia, la quindiana Patricia Esperanza David, de 43.
Contó que la desapareció el 19 de diciembre pasado, después de recogerla en el barrio La Frontera, de Chinchiná, para invitarla a salir. Desde ese día le perdieron el rastro a esta mujer, madre de dos hijos mayores de edad.
Según lo que contó, se la llevó para el Kilómetro 41 (Manizales), allí tuvieron una discusión, la empujó, ella cayó y se golpeó en la cabeza. “Murió. La cargué y la lancé al río Cauca”.
Ahora las labores de las autoridades se enfocarán en la búsqueda del cuerpo y en averiguar si en Supía, La Pintada, Santafé de Antioquia o Bolombolo se tiene reporte de un cadáver hallado de diciembre hasta hoy.
La perseguía a donde fuera, con tal de no dejarla sola para que no hablara con nadie. Le hacía cambiar la tarjeta SIM del celular y le dio un manos libres para que conversara con él todo el tiempo, mientras trabajaba.
Sospechosamente, después del 19 de diciembre pasado no volvió a preguntar por ella. “Siendo tan celoso, tras la desaparición de mi mamá, se desentendió”, les dijo a los investigadores Yesica Johana Garzón, hija de Patricia.
Por eso, la Fiscalía Segunda Especializada delegada ante el Gaula Caldas, que lideró la investigación por este hecho, logró que un juez avalara la orden de captura contra el mayordomo, hace unos 15 días, por desaparición forzada y feminicidio. Lo llevaron a audiencia y le dieron medida intramural. Ayer, en Filadelfia, donde lo tenían detenido, confesó.
Yesica Johana, la hija de Patricia, les contó a los uniformados que el día de la desaparición llegó en la noche a su hogar y su mamá le comentó que saldría con el novio, pero no le explicó a dónde iría.
Se levantó al día siguiente, pero su madre no llegó. Preocupada llamó a su hermano, Daniel, quien habita en Manizales.
Él se desplazó hacia Chinchiná para apersonarse del caso, no sin antes comunicarse con el mayordomo.
“La dejé en el parque arreglando unos pantalones”, fue la respuesta que recibió del sujeto. Le insistió luego con una nueva llamada, pero no contestó.
Decidió ir hasta una finca de Chinchiná, donde el hoy capturado era el administrador. “Tuvimos una discusión y ella se bajó en el ARA a la entrada del pueblo”, expresó el tipo. La situación quedó así.
“Demasiado celoso y posesivo”, contó la hija de la desaparecida, al recordar en entrevista con los investigadores que el mayordomo le hizo cambiar de número celular a Patricia Esperanza, pues la celaba con otra persona. “Iba y la buscaba en su trabajo”.
Hubo otro relato que mostró lo obsesivo que era el sujeto. La madre le comentó a su hija que le tenía mucho miedo y que en una ocasión ella le dijo que iba para Manizales, él no le creyó, compró una navaja y se fue para Santa Rosa. Le expresó: si la encuentro con alguien, la mató.
Ya había un sospechoso: el mayordomo, quien se presentó voluntariamente a rendir entrevista por ese caso. Anotó que llevaban juntos cuatro años, pero que todo empezó a marchar mal cuando ella se consiguió a otro, de lo que se enteró el 16 de noviembre de 2019.
“Le hice el reclamo, pero no pasó a mayores. El 19 la recogí para comer chuzo por el cementerio de Chinchiná, le pregunté que si había llamado al otro, ella se enojó y me dijo que si no le tenía confianza, mejor no siguieran. Se bajó en el ARA entrando a Chinchiná y desde ahí no volví a saber de ella”, aseguró el hombre.
Al otro sujeto también lo indagaron y anotó que unos días antes de la desaparición, el 16 de noviembre, se dejó con Patricia, por miedo a que su esposa se enterara y al saber lo que ella tenía con el mayordomo.
Más fuertes se volvieron las sospechas en contra del mayordomo. Resultó contradictorio, por ejemplo, que le entregó dos versiones diferentes al hijo de Patricia. En las cámaras de la Policía no se evidenció que el hoy detenido haya dejado a su pareja en la esquina del ARA, como lo juró.
Hoy ya se sabe qué pasó con Patricia que, en palabras de su hija, era una mujer entregada a su familia, se ausentaba poco y salía solo cuando el sujeto la invitaba a algo.
Con Fernando Vidales se planteó un preacuerdo. Quedaría en 17 años y seis meses por feminicidio simple y desaparición forzada. El primero da 23 años y el segundo, 26,6. En fórmulas, se calcula en 35 años y por aceptar cargos se rebaja a la mitad. Si el hombre dijo o no la verdad de lo que pasó con Patricia solo podrá determinarse con el hallazgo del cuerpo y la respectiva necropsia.
2019 (8)
No toda muerte de una mujer es feminicidio. Se considera así cuando lo ejecuta quien haya tenido una relación íntima con la víctima, ejerza sobre el cuerpo y la vida de ella actos de instrumentalización de género o sexual, o cometa el delito aprovechando relaciones de poder ejercidas sobre la mujer para generar terror o humillación.
Pautas que la Policía les entrega a las mujeres para detectar a un posible feminicida. Comparta esto con sus amigas, familiares o conocidas.
-La golpea o agrede físicamente.
-La obliga a tener relaciones sexuales.
-La amenaza de muerte y con objetos contundentes.
-La encierra y la separa de los seres queridos.
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