Cuando la lluvia apenas estaba por caer el pasado martes, Álvaro Antonio Londoño Hernández, se encontraba reparando el techo de una vivienda, frente a la Cámara de Comercio de Chinchiná.
En la parte inferior de la casa, otro le hombre le indicaba el lugar preciso donde antes caía una gotera. Temían que el temporal que se aproximaba les inundara de nuevo la casa donde funciona un restaurante de comida china.
De repente se escuchó un golpe en el techo. Pasaron unos minutos hasta que alguien gritó que en el techo de la casa yacía un hombre tendido. Era el constructor, conocido en Chinchiná como Carreta, que había muerto por un infarto fulminante.
La lluvia, acompañada de rayos y vientos huracanados, empezó a caer sobre Chinchiná, lo que aumentó el drama. Centenares de curiosos se agolparon en el lugar para enterarse de lo que estaba sucediendo.
Hicieron presencia los organismos de socorro y personal de la Fiscalía para realizar el levantamiento, que más bien consistía en bajar el cadáver del techo, y su conducción a la morgue.
Álvaro Antonio Londoño Hernández, de 59 años de edad, era casado, fue el mayor de nueve hermanos, padre de dos hijos y reconocido en Chinchiná por su oficio de constructor. Sus informaron que desde hacía dos meses el hombre padecía de cirrosis por causa del licor. Pertenecía a la Cruzada Cristiana, donde fue llevado y despedido por esa comunidad. Las exequias las realizaron ayer en Chinchiná.
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