Julián García
LA PATRIA | MANIZALES
María del Socorro Jaramillo, madre de Mariana Henao Jaramillo, de 10 años asiste con frecuencia a los actos de la Iglesia Pentecostal. Era infaltable con la niña al culto religioso. Varios miembros de la familia profesan el mismo credo.
Los valores religiosos son un aspecto importante que la comunidad le reconoce a la familia. En parte, por esta razón, se mantiene el desconcierto en Arauca (Palestina), luego de la desaparición, el pasado 10 de enero, y hallazgo del cuerpo, dos días después, en el río Cauca.
A Mariana, a quien recuerdan los allegados por su risa, la vida le dio un duro golpe con la muerte de su padre, el fotógrafo Hernán Henao, hace unos seis meses, debido a un cáncer.
Cuentan que desde ese evento la menor se veía deprimida, pues era la menor y la consentida, “la ñaña de la familia”, indicó su tío Luis Carlos Giraldo.
Sin embargo, Ana María Henao, su hermana mayor, recordó que en diciembre pasado la niña tuvo buenos momentos. Pidió de regalo un celular, y su deseo se cumplió, pero no lo llevaba consigo el día que desapareció.
“Estuvo contenta en Navidad, en parte aburrida por lo de mi papá. El 31 de diciembre viajó con mamá a Manizales, estuvo en Chipre viendo los alumbrados. Le dieron plata y la pasó alegre. Luego se regresaron a Arauca”.
La describió como una niña especial y cariñosa. “La llamábamos risitas... No tengo más palabras... Estamos destrozados”.
Al final de la cuadra donde vive la familia hay un pequeño parque infantil, a donde iba a jugar de vez en cuando. “Era muy casera, siempre se veía acompañada con su mamá. Los domingos solían ir a culto”, contó una vecina.
Compañera
Mariana cursó tercer grado el año pasado en la sede Bernardo Mejía, del colegio Monseñor Alfonso de los Ríos. El grupo lo integraban otros 29 niños. En la institución la recuerdan como una alumna callada, tímida, aplicada y dedicada a sus labores académicas.
“Le iba muy bien con las tareas, participó de la novena comunitaria de diciembre. Este año entraba a cuarto, la vamos a homenajear”. El salón de clase será otro sitio donde se le extrañará.
Una amiga de su misma edad asegura que se sueña jugando golosa con Mariana. “Me enseñó a dividir y a sumar. Siempre la acompañaba hasta su casa, luego me iba para la mía”.
Agregó que la dejaban salir muy poco. Le gustaba mucho chupar bolis, y cuando le daban plata me gastaba. Si hacían examen copiaba las respuestas en una hoja y me las pasaba. La última vez que nos vimos fue en la despedida de fin de año”.
Los niños
En Arauca se despertó el afán por cuidar los niños desde el momento en que desapareció Mariana Henao Jaramillo. Ella se convirtió en el símbolo de lo que jamás le debe suceder a un menor.
En el pueblo, como se autodenominan en este corregimiento, se saben de memoria el momento en que la perdieron. Comentan una otra vez que la niña salió a hacer un mandado. Iba a comprar una salchichas para el desayuno, a las 10:00 a.m.
Su tía Mery Henao narró: “Esa mañana estaba en la cocina, la vi venir por la ventana, de un momento a otro se me perdió. La hermana se vino a buscarla, al ver que no estaba fue a decirle a la mamá, que luego vino teniéndose el pecho y desesperada. Me dijo 'vea salió sin tomar traguitos. Que pesar, para dónde pegaría'. No supimos más”.
La siguiente verdad que conoció el corregimiento, luego de un mar de especulaciones, fue que apareció muerta en el río.
Especulan
Mariana era una habitante más, otra niña en el corregimiento de unos siete mil habitantes, pero su ausencia ahora sí es notoria. Muchos comentan, pero la realidad en Arauca es que pasados 12 días la especulación sobrepasa la verdad de lo ocurrido.
Desde que se perdió sus familiares y conocidos extrañan su sonrisa, la timidez, la aplicación académica y obediencia, más la fe que practicaba con su familia en el culto.
La casa de la familia está deshabitada. La calle de barrio Nuevo, donde vivía, deja entrever un ambiente de desolación, lo mismo que la parte alta del corregimiento y se extiende a otros sectores.
Impacto
La última vez que el cementerio San Rafael se llenó de gente fue el día del entierro de Mariana, hace ocho días. Muchos se quedaron afuera porque el acceso era casi imposible. La puerta se hizo estrecha debido al río humano.
La gente buscó ubicación sobre las tumbas. En los sencillos mausoleos familiares hubo adolescentes trepados, hasta el momento en que gritos desgarradores y lágrimas en numerosos rostros veían el féretro elevado hasta la bóveda donde lo depositaron.
El pasado martes en la tarde el cementerio San Rafael estaba solitario. El sepulturero Guillermo Vásquez estaba en la bóveda donde la metieron, ubicada en el Bloque A. Escribió el nombre con pintura negra.
“Llevo cinco años haciendo este trabajo, pero es la primera vez que me toca presenciar un entierro así, por una situación tan terrible. Hay que cuidar mucho a los menores”, dijo.
Suele decirse que algunas verdades se las llevan las personas a la tumba. Hasta ahora es lo que sucede con la muerte de Mariana. Luis Carlos Giraldo, tío de la menor, se vino del Valle del Cauca cuando supo de la desaparición, pero antes de regresar dejó el eco de su llamado cuando dijo: “Alguien tuvo que ver algo, por favor informen a las autoridades”.
“La llamábamos risitas... No tengo más palabras... Estamos destrozados”: Ana María Henao, tía de Mariana.
Muerte violenta
En el acta de defunción, expedida por el Instituto Nacional de Medicina Legal, quedó consignado que la causa de la muerte fue violenta. ¿La mataron? ¿Se suicidó? ¿Fue un accidente?. Es lo que falta aclarar.
Cuando se conoció el fatal desenlace, el personero del municipio, Ernesto Martínez, expresó: “Presentía que algo malo le había pasado, es más, traje a colación el caso de Yuliana Samboni (violada y asesinada en Bogotá en diciembre pasado)”. Agregó: “Se pudo hacer mucho más, pero no fue así”.
Las autoridades están sin respuesta ante este reto. En el argot de la policía judicial existe un dicho: “es un caso bonito”, es decir, hay mucho por descubrir. El tiempo avanza, pero aún falta la verdad que pide la familia y la comunidad.
La Policía espera el dictamen de Medicina Legal, que permita establecer si la necropsia revela signos adicionales al hecho evidente de que la menor estaba ahogada en el río.
El pasado viernes hubo un consejo de seguridad en Palestina, pero solo se supo que el caso de Mariana sigue en el mismo suspenso.
Arauca cuenta con 16 policías y no hay circuito cerrado de vigilancia por cámaras. Las que hay unas están dañadas. Otras las retiraron porque anteriormente la gente podía ver desde sus casas lo que estaba pasando en las calles.
Guillermo Vásquez, sepulturero de Arauca, marcó la bóveda donde quedó el cuerpo.
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